Pedro Sáenz Muñoz, Vicerrector Sede la Paz UNIFRANZ
El último año, la Educación Superior ha tomado un relieve inusitado, ello como efecto del impacto que la pandemia del COVID 19 ha tenido en ella en particular. Cierre de establecimientos educativos por confinamiento, implementación de medidas de emergencia e incorporación no planificada de tecnología en procesos de formación, entre otros. Ello ha propiciado que en encuentros de Vicerrectores Académicos del Centro Interuniversitario de Desarrollo (CINDA), el Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC), y el VIRTUAL EDUCA, evento organizado por la Universidad Franz Tamayo (UNIFRANZ), el foco se pusiera en los desafíos post pandemia que presenta un sector vital para el desarrollo de la humanidad.
Se desprende de todos estos encuentros, que la educación en general venía atravesando una profunda crisis antes de la pandemia, fundamentalmente por un estancamiento en el modelo educativo aplicado y bien se graficaba esta situación, hablando de instituciones de educación del siglo pasado para estudiantes del siglo XXI. Igualmente se infiere que la crisis podría profundizarse en la era post pandemia o la educación podría salir fortalecida, pero ello depende básicamente de la actitud que asuman los actores involucrados, frente a este fenómeno.
Instituciones y legisladores pueden asumir una actitud pasiva y capear el temporal, adaptarse y navegar la tormenta o capitalizar lo negro del paisaje y asumir una actitud disruptiva que lleve a una verdadera reingeniería de los procesos educativos en todos sus niveles, valga decir que nos atrevamos a repensar la educación.
Hay elementos clave de la sociedad contemporánea que no están adecuadamente incluidos en los modelos educativos vigentes que no responden a la nueva realidad, como por ejemplo la digitalización creciente de la economía y la sociedad, la incorporación sistémica de lo digital en la propia educación y la necesidad de transformar a las instituciones educativas en organizaciones más flexibles y adaptables, sólo por citar unos pocos ejemplos.
Se hace así necesario que todos los actores sociales cuestionemos nuestros supuestos tradicionales con respecto a la educación y los procesos que ella implica, colocando a los estudiantes en el centro de dicho proceso, redefiniendo objetivamente el rol de los profesores, replanteando los procesos evaluativos como elementos centrales en cualquier proceso de transformación.
Estos elementos y muchos más que entran en un análisis holístico de la cuestión, avalan cambios trascendentales que se vienen dando al interior de la UNIFRANZ, que ya desde el 2017 antes de la pandemia, se había planteado el propósito de hacer transformaciones profundas en su accionar académico, todo ello dentro de un juicioso plan de desarrollo institucional en el que no ha escatimado esfuerzos, adhiriendo a su proyecto talento humano nacional e internacional de primer nivel y al que ha venido dotado de las competencias, infraestructura y tecnología adecuada para el cumplimiento de una misión difícil, pero no imposible: transformar la educación superior en Bolivia.
Intensos planes de capacitación a todo nivel en el uso de herramientas tecnológicas de última generación, en gestión de big data, para transitar del plan de clases a diseños instruccionales y de ahí a tipologías de experiencias de aprendizaje, la adquisición de licencias internacionales para su LMS, el desarrollo in house de aplicaciones a la medida y la integración de todas ellas en un Student Management, así como la implementación de aulas dinámicas para la aplicación óptima de metodologías activas no ha sido un camino fácil, pero es uno en el que se viene avanzando a medida que implementa su novedoso modelo académico centrado en el estudiante, ahora en tres programas de licenciatura prototipados: Medicina, Administración de Empresas e Ingeniería Comercial.
Todo ello es fruto de una hoja de ruta claramente establecida, en donde no se deja nada al azar y la retroalimentación es permanente a todo nivel con el fin de mejorar, afinar y asegurar el propósito que se ha trazado de poner a disposición de la sociedad profesionales íntegros, exploradores, innovadores y sin fronteras.
Lo dicho hace sentido cuando recordamos que para obtener resultados diferentes es necesario hacer las cosas de manera diferente y que esta coyuntura de crisis en la educación, generada por la pandemia, es la oportunidad perfecta para romper paradigmas, ser disruptivos y re crear la educación antes que regresar a la “normalidad”.