La adolescencia es una etapa de cambios en la vida de las personas. El paso de niños a adultos conlleva una transformación profunda para el menor y sus relaciones con el entorno . En ese periodo, los adolescentes buscan su independencia. La actitud problemática de los adolescentes tiene relación directa con este proceso de reconstitución de las relaciones.
Como padres, las alertas se prenden cuando se ven superados por la rebeldía juvenil. Tratan de poner límites que desembocan en conflictos al seno de la familia. Es hora, entonces, de acudir a los especialistas.
“Existen actitudes que pueden ser indicios de alguna enfermedad mental como las borracheras periódicas, el robo recurrente o, en algunos casos, episodios continuos de aislamiento. Y, además, en grados de salud mental preocupantes, cuando existen las autolesiones o actitudes violentas hacia los demás, por ejemplo, con el uso de armas blancas”, advierte Tatiana Miranda Álvarez, docente de Psicología en la Universidad Privada Franz Tamayo, Unifranz.
Según Unicef, la etapa adolescente se extiende entre los 10 y 19 años de edad. Se caracteriza por un periodo de cambios vinculado a emociones nuevas. Se desarrolla una capacidad afectiva, el amor romántico y se amplía el circulo social, aparte de la familia y de los compañeros. Durante este periodo también se presentan cambios a nivel fisiológico, sexual y cognitivo.
Un hecho que hay que tomar en cuenta es que el desarrollo del cerebro del adolescente sigue en proceso, porque los lóbulos frontales no han madurado, es por esto que ellos incurren en conductas poco comunes hasta antes de este periodo de la vida.
“Esta zona del cerebro está estrechamente relacionada con el control de los impulsos y la toma de decisiones, por eso los adolescentes tienden a actuar de manera impulsiva sin medir las consecuencias de sus acciones, lo que muchas veces puede llevarles a implicarse en actividades de riesgo y a tomar decisiones inadecuadas”, apunta Miranda Álvarez.
La académica advierte que una cosa son los errores ocasionales típicos y esperados de una mala conducta, y otra, las actitudes irregulares constantes. Estas últimas pueden ser indicios de una enfermedad mental.
¿Cómo hacerle frente a estos cambios de comportamiento? Miranda recuerda que el primer nivel de contención es el hogar, donde los padres deben poner límites a los jóvenes. “Es importante mencionarles las cosas que son permitidas y las que no lo son, indicándoles la consecuencia de un incumplimiento; pero además deben escucharlos y comprenderlos por la etapa que están pasando y guiarlos a través de consejos”, recomienda la psicóloga.
Sin embargo, si la mala actitud continúa, pese a los esfuerzos de los padres, es necesario acudir a un profesional enfatiza Miranda. “Algunos problemas pueden ser síntomas de problemas de aprendizaje, depresión u otros trastornos de la salud mental que necesitan un asesoramiento psicológico”, insiste.
Miranda no descarta otros detonantes que pueden despertar el inconformismo en el adolescente. “Actitudes como la violencia durante la etapa adolescente, pueden ser producto de una mala experiencia durante la niñez. Por ejemplo, una confrontación física y una intimidación, como el bullying”, complementa.
Ella indica que otros factores que deben ser analizados, pueden ser problemas de desarrollo, pertenencia a pandillas, acceso a armas de fuego, consumo de sustancias controladas y, en algunos casos, la pobreza.