Es una sensación incómoda. Al abrir las redes sociales, aparecen diversos mensajes y publicidades que recogen las inquietudes personales. Viajes, teléfonos y otros objetos aparecen en anuncios. Pareciera que las plataformas están conectadas a tus propios pensamientos.
Los responsables de este torbellino de contenidos son los algoritmos que poseen estás redes que incluyen la personalidad del usuario por toda la información que analizan cuando se usa un buscador, se reproduce un video o se reacciona con un like a una publicación.
Son características del “filtro de burbuja”, un estado de aislamiento intelectual determinado por medios sociales.
Nataly Miranda, Directora de la Carrera de Ingeniera en Sistemas de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, corrobora el funcionamiento de estas redes sociales bajo estos algoritmos. Las plataformas ofrecen información acorde a los historiales de búsqueda sin exponer al usuario a pensamientos contrarios. En sí, se crea una burbuja de aislamiento ante mensajes contradictorios.
El término fue acuñado por el activista de Internet Eli Pariser cuando publicó un libro con el mismo nombre, “The Filter Bubble”. Según el informe digital del 2022 de We Are Social y Mentwater, la agencia creativa especializada en social y hootsuite, líder mundial en gestión de redes, los usuarios en redes sociales alcanzaron los 4,620 billones hasta julio. Los que interactúan en el mundo digital con el uso de las plataformas dejan sus datos, sus huellas digitales que conducirán hasta una burbuja personalizada.
“La personalización en redes, puede desencadenar el filtro burbuja, cuando los hábitos y búsquedas del usuario no cambian, si éste no sale de una zona confort las redes lo mantendrán en la misma”, apunta Miranda.
El 4 de diciembre del 2009, Google decidió implementar una personalización de resultados de búsqueda, a través del algoritmo, a todos los usuarios. Dos años después, Eli Pariser publicó su libro con el objetivo de difundir aquellos inconvenientes que surgen con las identidades digitales y las recomendaciones que reciben mediante la inteligencia artificial (IA).
Nataly Miranda, asegura que “mediante la recopilación de datos de los usuarios, estos algoritmos pueden detectar qué tipos de contenidos son de mayor interés para los usuarios”.
La personalización de contenidos en plataformas desde el punto de vista del usuario evita la sobrecarga de contenido y los dirige a mensajes que probablemente quieran consumir. La experta asegura que, desde el punto de vista de las empresas, aumenta la cantidad de tiempo en el que el usuario visita el sitio web o una plataforma generando niveles de compromiso con el producto.
Las elecciones de qué verá el usuario esta en manos del algoritmo. La IA crea sus propias burbujas culturales o ideológicas, sin transparencia, limitando la libertad de información, creando universos individuales, proporcionando la información que es acorde a nuestra manera de pensar.
Pariser, en su libro sugiere opciones para evitar este fenómeno, aconseja adquirir un control de las páginas que visita para identificar que ocurre dentro y fuera de ellas, además fomenta la curiosidad personal. Para las empresas que manejan estas redes, como Meta, recomienda incluir una responsabilidad civil a la inteligencia artificial.
Miranda, por su parte, sugiere “borrar los historiales de navegación, desactivar cookies de las páginas web, y navegar en modo incógnito” para evitar ser ‘víctimas’ de estos algoritmos.