Pese a que Bolivia destaca por ser un país acogedor, se denuncian algunos hechos en los que se ejercen conductas racistas y xenófobas en contra de migrantes que tomaron las calles para lograr sustento económico, trabajando o realizando diversas actividades. La mayoría de las denuncias, de acuerdo a datos del 2022 de la Defensoría del Pueblo, corresponden a migrantes venezolanos o connacionales “llegados” del área rural.
De enero a junio de 2022 se registraron 3.945 denuncias relacionadas a la vulneración de los derechos de personas en situación de movilidad humana. El informe de la Defensoría del Pueblo da cuenta que, del total, 1.597 corresponden a mujeres y 2.340 a varones y 8 al colectivo LGBTIQ+.
En el caso de algunas escuelas se reportan denuncias de bullying y acoso por parte de sus compañeros, padres o maestros. Estas conductas racistas se hacen más evidentes en la “terrible” explotación laboral, con doble o triple jornada de trabajo, inequitativo salario o acoso sexual. Estos factores llevan a las víctimas a una profunda depresión, estrés y ansiedad.
En junio pasado, en Estados Unidos, tres nicaragüenses migrantes se suicidaron y provocaron alarma entre las autoridades que decidieron poner atención en el Síndrome del Migrante o de Ulises, “proceso de duelo” que sufre la mayoría de los migrantes que cambian de país, porque al dejar atrás su familia, costumbres y cultura, se ven frente a la presión de una nueva vida.
Ante este escenario, expertos de la salud mental han visto la necesidad de poner una alerta en los países de acogida para abordar el problema a través de políticas públicas que promuevan la interculturalidad como un beneficio compartido, donde estos encuentros culturales se vean como el enriquecimiento cultural y no un fenómeno invasivo.
Al respecto, Tatiana Aguilar Torrico, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, indica que ha surgido una rama nueva de la psicología que se denomina “psicología de la interculturalidad”, que tiene como objeto de estudio las conductas humanas en interacción y entre diferentes culturas.
“Al enfocarse en el estudio de los procesos psicológicos y las dinámicas que ocurren en los encuentros entre personas de diferentes culturas, la psicología de la interculturalidad se centra en comprender cómo las diferencias culturales influyen en la forma en que las personas piensan y actúan”, explica Aguilar, doctora en Economía Social.
Pluriculturalidad, multiculturalidad e interculturalidad no son lo mismo
● La pluriculturalidad da cuenta de la diversidad cultural sin establecer de forma específica las relaciones de poder que se establecen entre las diferentes culturas.
● La multiculturalidad, si bien parte del reconocimiento y el respeto de la diversidad cultural en un territorio pluricultural, no pone atención en las características o la calidad que se establecen en su interrelación.
● La interculturalidad hace referencia a la convivencia de los distintos colectivos culturales. Se caracteriza por la reciprocidad y el valor del “otro” diferente, traspasa el horizonte del reconocimiento y se cimienta en una interacción horizontal.
La psicología de la interculturalidad pone en acción la intervención en los colectivos culturales, tanto con métodos de investigación, diseños de intervención para la prevención del racismo y la xenofobia, como con herramientas para la resolución de conflictos, contextos culturales diversos y la atención clínica de los colectivos culturales e individuales.
“Es una rama que promete mucho para los futuros profesionales de la psicología y va en ascenso ya que la movilidad humana cada vez es un fenómeno masivo a nivel global y tiende a incrementarse, a raíz del cambio climático, el desempleo, los conflictos armados, problemas políticos y otros asociados”, agrega Aguilar.
Racismo y xenofobia tampoco son lo mismo
El racismo y la xenofobia son dos conceptos relacionados, pero distintos entre sí. El racismo se refiere a la discriminación, prejuicio o trato desigual basado en la raza de una persona o de un colectivo de personas. Implica creencias y actitudes negativas hacia ciertos grupos raciales, así como la perpetuación de estereotipos e ideología que reproduce la idea de superioridad de un grupo étnico sobre otros por características físicas, idiomáticas, creencias o religión.
En tanto, la xenofobia se pone de manifiesto a través de conductas de miedo, recelo o desconfianza respecto a personas extranjeras o forasteras, vale decir aquellas no nativas en el mismo territorio.
Aguilar puntualiza que “el impacto del racismo y la xenofobia no puede analizarse de la misma manera entre hombres, mujeres y población LGTB, porque tiene sus propias connotaciones en razón de género y diversidad sexual”.
Tanto el racismo como la xenofobia tienen su origen en un problema social que a la larga tiende a convertirse en problema psicosocial, porque tienen sus raíces en las relaciones de poder de un colectivo cultural sobre otro.
“Toda la tensión de poder deriva y suele convertirse en problema psicosocial que se traduce en violencia psicológica, agresión física, sexual, violencia simbólica, violencia estatal, económica, de género, tecnológica, laboral y su intervención requiere la perspectiva interseccional y con perspectiva de género y generacional, también”, indica Aguilar.
La interculturalidad no es una problemática per se, por el contrario, se fundamenta en la relación horizontal que podría promoverse desde las políticas sociales y las políticas culturales, hacia una sana convivencia que logre nutrir de manera mutua a las sociedades desde la perspectiva cultural y que a su vez genere sus propias sinergias en los ámbitos social y económico.
Entre la población migrante en Bolivia, como es el caso de los venezolanos, hay mujeres y hombres profesionales de vasta experiencia, que están vendiendo dulces o pintando las calles de las principales urbes del país, que aguardan una oportunidad para trabajar.
En ese contexto, la psicología de la interculturalidad tiene un universo de posibilidades para la investigación desde las conductas de los colectivos culturales y los individuos. Sin embargo, hace falta la generación de conocimiento a partir de la investigación y la experiencia de la migración venezolana en Bolivia, lo cual daría luces a la generación de políticas de apoyo humanitario y el diseño de políticas públicas nacionales, finaliza la experta.