La música representa la vida, a través de su ritmo, melodía y armonía, puede hacernos viajar en lo profundo de nuestras mentes y, con su poesía, evocar los recuerdos más brillantes de nuestra empolvada memoria.
“La música es un lenguaje, incluso de la manera más empírica. Ayuda a hacer sinapsis, a articular, no sólo a nivel cerebral; también encierra emociones y dentro de ellas, situaciones, las cuales puedes evocar”, explica Felipe Soto, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Según Soto, por ejemplo, la música clásica se utiliza para la estimulación temprana de los infantes, lo cual ayuda a “despertar” y fortalecer sus capacidades cerebrales.
“Hay muchos niños que, como estimulación temprana, reciben música clásica, la cual ayuda a que sean estimulados con diferentes tipos de sonidos, diferentes tipos de ritmos y hace que esos ritmos que vienen de afuera tengan que ser decodificados y almacenados en el cerebro y eso hace que las conexiones cerebrales se articulen mejor y se fortifiquen, como una manera de estimulación cerebral”, explica.
Por otra parte, la música también puede ser utilizada para ayudar a recordar o traer a la memoria situaciones, personas, sucesos y también generar asociaciones sobre nuestros ideales y anhelos.
“Más allá del gusto musical, uno escucha una canción simplemente porque está asociada a un evento que pudo haber pasado o algo que espera que pase, como un anhelo, como un ideal, pero, principalmente, la música, además de ser una representación de algo que motiva, también es una representación de alguna situación, evento o persona que, a manera de velo, detrás de esa canción se encuentra algo”, agrega.
Esta propiedad, indica el experto, hace que la música sea muy importante en la psicoterapia, ya que puede ayudar a los pacientes a articular e identificar qué es lo que les pasa a partir de la música que disfruta.
De acuerdo con el Consejo Latinoamericano de Musicoterapia (CLAM), la musicoterapia usa las poderosas capacidades de la música para mejorar el bienestar de una persona. Es una alternativa para otro tipo de terapia, como la terapia cognitivo-conductual.
Las experiencias de terapia musical pueden incluir crear música con cualquier tipo de instrumento, cantar, moverse o bailar, componer música o sencillamente escucharla. Todas ellas son igualmente beneficiosas y, además, no es imprescindible tener habilidades o talentos musicales para participar y experimentar sus efectos positivos.
Puede ayudar a mejorar la confianza en uno mismo, la comunicación, la independencia, la autoconciencia y la conciencia de los demás y la capacidad de concentración y atención.
Asimismo La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce la musicoterapia como un tratamiento que aporta beneficio al binomio salud-enfermedad. Todo ello teniendo, además, en cuenta que se trata de un instrumento de cuidados muy económico y carente de efectos secundarios.
La terapia musical es una de las ramas de la psicología en la que el profesional, que brinda la terapia, puede explotar sus conocimientos y ayudar al paciente a hallar paz y resolver sus problemas.
“Me parece que ahí está el punto fuerte de la terapia musical, es una terapia ideal para solucionar los problemas de una persona como una alternativa para hacer que el paciente pueda empezar a articular situaciones y cosas que le pasan, y a través de eso identificar a partir de lo que escucha, algo de él, y ése uno de los puntos principales de la terapia, que una persona pueda tener mejores coordenadas de sí mismo, que a veces ignora”, puntualiza Soto.
El estado de ánimo, los afectos o los sentimientos, por lo general, son sensaciones que no tienen palabras específicas, es por eso que, dependiendo del estado de ánimo en el que uno esté, la música, tanto por su contenido poético como por su rítmica, puede ser un medio para expresar algo de lo que uno siente.
“Obviamente, en el lenguaje musical eso también tiene su incidencia en el sentimiento. Por eso hay tonalidades mayores y menores, por lo general, dependiendo el estado de ánimo, si bien no hay palabras para expresar lo que uno pueda sentir, muchas veces la música, en su lenguaje, puede tocar algo de ese sentimiento, de alguna manera puede vehiculizar, mediatizar el sentimiento que uno tiene para exteriorizar eso que no, necesariamente, está en palabras y que no tiene facilidad de expresión a veces”.
Gustos musicales
El psicólogo señala que los gustos musicales de una persona están relacionados con su vivencia y cómo percibe el mundo a su alrededor, haciendo de sus preferencias algo único e irrepetible.
“La elección que uno hace de la música que le gusta, por lo general representa algo del propio sujeto, es una manera de representación. No vamos a caer en el totalismo de decir que lo que escuchas, eres. Sin embargo, lo que escuchas es una coordenada que nos dice algo del oyente. Por ejemplo, el ritmo puede ser una manera de decir, esta persona es muy alegre, dependiendo de qué tipo de ritmo escuche”, agrega.
Esta elección también proviene de otro tipo de representación e identificación. “Nuestro gusto puede provenir de una identificación con el artista. La elección musical que uno tiene no es cualquier cosa, por lo general uno se identifica con algo en el artista, ésa es una de las principales características por las cuales escuchamos esa canción o esa música en específico”, señala.
El psicólogo explica que la música, por su estructura, puede ser un mediador entre lo que está dentro de uno mismo y el exterior, dependiendo del ánimo con el que uno está o se encuentra.
Por ejemplo, una playlist o una lista de canciones puede acompañar y motivar, especialmente, cuando uno está realizando actividades que no requieren de una concentración muy exigente.
“Si uno va al gimnasio o a trotar, la pulsación musical hace que se adhiera a ese ritmo de manera automática y pueda realizar las actividades. Puede ser muy buena para animarnos a hacer lo que tengamos que hacer y a través de ese pulso nuestro cuerpo se maneje. La música ayuda mucho en el estado de ánimo”, concluye.