Innovar, emprender y transformar: el poder de aprender haciendo en Unifranz
Por Andres Zankis

En la educación superior contemporánea, la capacidad de unir teoría y práctica es clave para formar profesionales competentes y comprometidos con su entorno. En este contexto, los proyectos integradores se consolidan como una estrategia pedagógica que trasciende las aulas y conecta a los estudiantes con la resolución de problemas reales.
Un proyecto integrador consiste en aplicar de forma articulada los conocimientos adquiridos en distintas asignaturas para abordar desafíos complejos. Lejos de limitarse a trabajos teóricos, estas iniciativas demandan un enfoque interdisciplinario, creatividad y pensamiento crítico.
“Los estudiantes no solo deben comprender la teoría, sino también diseñar soluciones viables que puedan implementarse en un contexto real, lo que fortalece su aprendizaje y les brinda una visión más amplia de su futura profesión. En la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, esta metodología se integra de manera transversal en su modelo educativo, orientado a la innovación, la ética y el impacto social”, asegura Cristhian Uriona, decano académico de Unifranz, sede Santa Cruz.
La metodología de aprender haciendo que sustenta a los proyectos integradores fomenta un aprendizaje activo y significativo. Los estudiantes se convierten en protagonistas de su proceso formativo, desarrollando competencias prácticas como liderazgo, adaptabilidad y trabajo en equipo. Al enfrentarse a problemas concretos, adquieren habilidades de análisis y síntesis, además de la capacidad de proponer soluciones innovadoras, cualidades que el mercado laboral actual valora especialmente.
Los proyectos integradores están orientados a responder necesidades de la sociedad, especialmente de comunidades vulnerables, desde un enfoque de desarrollo sostenible y responsabilidad social. Por ejemplo, algunos de ellos han impulsado iniciativas en áreas como la arquitectura bioclimática, el turismo sostenible y la inclusión social, evidenciando que la formación universitaria puede convertirse en un motor de transformación comunitaria.

Estudiantes de Bioquímica y Farmacia en Santa Cruz desarrollaron Gummies Fishglow, cápsulas de colágeno hidrolizado elaboradas a partir de escamas de pescado. Este producto, con beneficios para la salud de la piel, el cabello y las articulaciones, combina ciencia, innovación y un enfoque sostenible en el aprovechamiento de recursos naturales. Sus creadoras destacan que las gomitas, de sabores frutales, buscan ser una alternativa práctica y agradable para el consumo de colágeno.
En el ámbito tecnológico, un grupo de estudiantes de Ingeniería de Sistemas creó Ladys On Go, una aplicación de transporte seguro diseñada exclusivamente para mujeres. La plataforma, desarrollada con Android Studio y Kotlin, busca garantizar que tanto pasajeras como conductoras cuenten con un entorno de confianza. El proyecto nació como respuesta a la inseguridad que enfrentan las mujeres al utilizar taxis o servicios por aplicación, y sus creadoras aspiran a expandirlo a nivel nacional.
“En la formación de nuevos profesionales, estos proyectos cumplen una función clave: fortalecen competencias técnicas propias de cada disciplina y, al mismo tiempo, desarrollan habilidades transversales como la resolución de problemas, la innovación y la responsabilidad social. De esta forma, los egresados no solo adquieren un sólido conocimiento técnico, sino también una visión ética y un compromiso activo con el bienestar colectivo”, resalta Uriona.
La experiencia de trabajar en un proyecto integrador, desde su diseño hasta su implementación, prepara a los estudiantes para un mercado laboral que demanda creatividad, resiliencia y pensamiento crítico. “En Unifranz, esta metodología no es un complemento, sino un pilar del modelo educativo que busca formar profesionales disruptivos, capaces de liderar cambios positivos en sus comunidades y enfrentar con solvencia los desafíos de un mundo en constante transformación”, concluye el líder académico.