Higiene dental para bebés: cómo establecer rutinas saludables desde los primeros meses de vida

Por Aldo Juan Peralta Lemus

Masajear suavemente las encías no solo alivia las molestias asociadas a la erupción dental, sino que familiariza al bebé con el cuidado bucal.

Fomentar la higiene dental desde los primeros meses de vida es clave para garantizar una salud bucal sólida a lo largo del tiempo. Aunque muchos padres creen que no es necesario cuidar la boca del bebé hasta la aparición de los primeros dientes, la realidad es que la salud oral comienza incluso antes de la dentición. Establecer buenos hábitos desde la infancia temprana no solo previene enfermedades como la caries del biberón, sino que también forma la base de hábitos saludables para el niño.

Gustavo Zapata, especialista en odontopediatría y docente de la carrera de Odontología en la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), advierte que no solo los alimentos azucarados pueden causar caries; también los productos salados y ricos en carbohidratos contribuyen al desarrollo de la afección, especialmente en las zonas interdentales.

“La higiene como tal debería empezar en el momento en que brotan los dientes. Si bien no existen dientes visibles en el bebé hasta los seis meses, nueve meses o incluso al año, cuando brotan los primeros dientes, no existe una complicación por los hábitos de consumo como el azúcar o los carbohidratos. Sin embargo, es importante tener un hábito y una secuencia de higiene en un bebé”, explica el académico.

Un estudio realizado por la Universidad de Queensland encontró que los bebés cuyos cuidadores introducen rutinas de higiene oral desde los seis meses de edad tienen un 60 % más de probabilidades de mantener hábitos dentales saludables durante la infancia. El estudio también destaca que establecer prácticas como la limpieza de encías y primeros dientes con regularidad no solo favorece la salud bucal desde etapas tempranas, sino que también fomenta una actitud positiva hacia el cuidado dental a lo largo del crecimiento del niño.

¿Por qué empezar tan temprano?

La limpieza temprana no solo ayuda a eliminar los residuos de leche materna o fórmula, reduciendo así el riesgo de infecciones y caries de aparición temprana, sino que también cumple una función preventiva y educativa. Masajear suavemente las encías no solo alivia las molestias asociadas a la erupción dental, sino que además familiariza al bebé con el cuidado bucal, disminuyendo la ansiedad o el rechazo que pueden presentarse más adelante durante el cepillado o las visitas al odontólogo.

“Los bebés aprenden muy bien desde pequeños, tienen toda la capacidad de memorizar; incluso memorizan su lactancia. Ahí ya tienen un hábito, entonces hay que empezar a mejorar ese hábito e implementar un nuevo hábito: el de higiene oral”, destaca Zapata.

Recomendaciones para fomentar la higiene dental en bebés

  • – Limpieza oral antes de la erupción dental: Desde el nacimiento, se recomienda limpiar suavemente las encías del bebé con una gasa húmeda o un dedal de silicona después de cada toma. Esta práctica remueve residuos de leche, previene la acumulación de bacterias y acostumbra al bebé al contacto dentro de la boca, facilitando futuras rutinas de cepillado.
  • – Cepillado inicial tras la erupción del primer diente: Para garantizar una higiene bucal adecuada en niños menores de 3 años, se recomienda utilizar un cepillo dental de cerdas suaves y con una cabeza pequeña, especialmente diseñado para adaptarse a la boca y no causar molestias. La cantidad de pasta dental con flúor debe ser mínima: aproximadamente del tamaño de un grano de arroz.
  • – Evitar hábitos perjudiciales: Es fundamental reducir la exposición prolongada de los bebés a biberones con leche, jugos u otras bebidas azucaradas para prevenir la caries temprana, ya que también puede interferir con el desarrollo adecuado de la mandíbula y la respiración.
  • – Establecer una rutina diaria: Realizar la limpieza bucal todos los días a la misma hora para que el bebé asocie esta actividad con momentos predecibles y seguros del día. Crear un entorno tranquilo, sin distracciones ni apuros, y mantener una actitud positiva durante el proceso ayuda a que el niño se sienta cómodo, colaborativo y receptivo.
  • – Visita al odontopediatra: Antes del primer año de vida para detectar posibles anomalías y recibir orientación profesional sobre el cuidado bucal del bebé. A medida que el niño crece, es importante involucrarlo en el proceso, permitiéndole explorar el cepillo y aprender por imitación, observando a sus padres cepillarse.

Actualmente, existen herramientas diseñadas especialmente para esta etapa, como cepillos ergonómicos adaptados a las pequeñas manos, pastas con sabores suaves y libros o videos que enseñan, de manera didáctica, la importancia del cuidado dental desde edades tempranas.

“Todo esto puede mejorar si es que la mamá recibe información en la etapa de gestación, que es mucho más importante, porque el bebé no puede decidir si se tiene que lavar o no, entonces la mamá es la que tiene que estar capacitada para poder divulgar a todo el entorno familiar sobre el cuidado dental”, explica Zapata.

Como sostiene el académico, la higiene bucal no debe esperar a la aparición de todos los dientes. Empezar desde bebés es una inversión en salud que no solo previene problemas a corto plazo, sino que también inculca un valor fundamental: el cuidado del cuerpo desde la primera infancia.

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