Por Matias Phillco
La coexistencia de dos celebraciones vinculadas con los difuntos, Halloween y Todos Santos, refleja un contraste generacional en los consumos culturales del país. Mientras Todos Santos (1 de noviembre) mantiene un significado espiritual profundo, centrado en recordar y honrar a los seres queridos fallecidos, Halloween (31 de octubre) ha ganado popularidad entre los jóvenes, quienes la ven como una oportunidad para el entretenimiento y la socialización.
El cambio generacional se manifiesta con claridad en muchas familias. María Victoria Rojas, de 50 años, es un claro ejemplo de este fenómeno cultural. Ella sigue armando la tradicional mesa de Todos Santos para recibir a las almas de sus padres, abuelos y tíos fallecidos hace más de una década.
“Como todos los años, preparo mi mesa con flores, agua, vino, chicha de maní, frutas, bizcochos, escaleras y caballos de pan que hago en el horno de casa. Trato siempre de conservar la tradición que heredé de mi mamá”, relata.
Sin embargo, su hija María José, de 16 años, se muestra indiferente ante esta tradición. «No participa en nada porque está más enfocada en las actividades de Halloween y en decidir qué disfraz usará para salir con sus amigos», comenta Rojas.
El académico y escritor Néstor García Canclini explica que los consumos culturales son «procesos de apropiación y uso de productos en los que el valor simbólico prevalece sobre el valor de uso o cambio, reflejando la influencia de lo simbólico en las prácticas sociales».
Este cambio generacional pone de manifiesto cómo las tradiciones familiares se reinterpretan o se desvanecen ante nuevas influencias.
Todos Santos: un vínculo espiritual y cultural profundo
Todos Santos es una festividad profundamente arraigada en las tradiciones andinas. Vida Tedesqui, antropóloga e investigadora de la Unidad de Patrimonio Cultural, del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz, explica que esta celebración sigue siendo un momento de recogimiento y reflexión para muchas generaciones mayores.
“Es una ocasión en la que las familias se reúnen para recordar y honrar a los seres queridos. Las ofrendas no sólo expresan cariño, sino que mantienen un vínculo espiritual que para muchos es fundamental”, comenta Tedesqui.
La preparación de las mesas para recibir a las almas y las visitas al cementerio son actos que conectan a las personas con sus ancestros, preservando la identidad cultural y el legado familiar.
En generaciones anteriores, como explica el abogado, investigador y docente de la carrera de Periodismo de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, Javier Zárate Taborga, los niños y jóvenes participaban activamente en estas actividades.
“Antes, los jóvenes ayudaban a preparar las mesas con las ofrendas y se involucraban en rezos y misas. La celebración era un momento de respeto y recogimiento familiar”, recuerda Zárate.
Halloween: historia y globalización cultural
Halloween, celebrado cada 31 de octubre, tiene sus raíces en la antigua festividad celta de Samhain, en la que las comunidades rurales de Irlanda y Escocia encendían fogatas y se disfrazaban para ahuyentar a los espíritus malignos. Con el tiempo, esta tradición fue adaptada por la Iglesia Católica y se fusionó con el Día de Todos Santos.
En Estados Unidos, Halloween se popularizó en el siglo XX, convirtiéndose en una noche de disfraces, dulces y entretenimiento. Su expansión hacia América Latina fue impulsada por el cine, la televisión y las redes sociales, lo que la ha vuelto una festividad especialmente atractiva para los jóvenes.
“Halloween llegó como una celebración de fácil adaptación, sobre todo en las ciudades, donde los jóvenes encuentran en ella una oportunidad para disfrazarse, divertirse y socializar, sin la carga solemne de las festividades tradicionales”, señala Tedesqui.
Por su parte, Zárate destaca que, en su juventud, Halloween era una festividad lejana, vista solo a través de la televisión y el cine norteamericano. “Antes, Halloween no se celebraba aquí. Era algo que veíamos en películas extranjeras, pero no formaba parte de nuestras costumbres”.
El impacto de la globalización en las nuevas generaciones
Un estudio del Centro de Investigación y Estudios de la Cultura Popular (CIESC) muestra cómo la globalización ha influido en la adopción de Halloween en América Latina. Según el informe, «los medios de comunicación y el entretenimiento global han moldeado las percepciones culturales, facilitando que los jóvenes adopten festividades extranjeras como Halloween, mientras que las tradiciones locales se adaptan o pierden relevancia».
Para muchos jóvenes, Halloween representa una oportunidad para expresar creatividad y disfrutar con amigos. Carlos Mamani, estudiante de Derecho de 24 años, comenta que “disfrazarse y asistir a fiestas es lo que más disfruto. Halloween es una excusa para pasarla bien con los amigos”.
Si bien algunos jóvenes aún participan en Todos Santos, lo hacen de manera más simbólica. En lugar de armar mesas tradicionales, se limitan a llevar flores al cementerio sin participar en los rezos prolongados que solían acompañar la festividad.
Andrea Barrientos, estudiante universitaria de 21 años, describe cómo su generación celebra ambas festividades de forma distinta: “Disfrutamos Halloween como un momento para divertirnos y socializar. En cambio, en Todos Santos nos limitamos a ir al cementerio y dejar flores, ya no armamos la mesa como antes”.
El cambio en la manera de celebrar Halloween y Todos Santos refleja cómo las influencias externas y la modernización están transformando costumbres profundamente arraigadas.
Para las generaciones mayores, Todos Santos sigue siendo una fecha de recogimiento y respeto, mientras que las nuevas generaciones han dado mayor relevancia a Halloween, adaptando ambas festividades a sus propios intereses y estilos de vida.
En este contexto de convivencia cultural, el reto está en encontrar un equilibrio que permita preservar las tradiciones familiares sin dejar de disfrutar de las nuevas celebraciones. Así, estas festividades se convierten en una oportunidad para reflexionar sobre el papel de la tradición en un mundo cada vez más globalizado.