Gabriela Acarapi, la emprendedora que le pone valor a la chatarra

Gabriela Acarapi, la emprendedora que le pone valor a la chatarra

El semblante de su piel color canela acompañada de su negra cabellera, recogida en una desenfadada trenza, parece tener vida propia mientras habla. Gabriela Acarapi es emprendedora, como ella misma se describe. Al verla en su laboratorio, se percibe ese perfecto contraste entre la fuerza y la sencillez.

Mientras habla apasionadamente de su proyecto de vida, se pasea en el estrado del auditorio. No lo dice, pero los que la conocen se dan cuenta del cambio trascendental que ha tenido en tan solo dos años.

Su felicidad resulta imposible de ocultar. La consolidación de su empresa metalúrgica ha significado un crecimiento de su personalidad e intelecto. Como el metal, ha logrado moldear su camino de éxito, el cual no habría sido posible sin su familia. En este tránsito emprendedor, también contó con el acompañamiento de expertos que ayudaron a incubar su emprendimiento.

Acarapi, es la gerente general de Industrias Metalúrgica Carap Bolivia (MCB). Se trata de un emprendimiento que sostiene junto a Iván Carhuani, su esposo y gerente operativo. Ambos lograron convertir su sueño en su principal fuente de sustento económico, en un ejemplo de fuerza, resiliencia e innovación, cuyo motor principal es el amor por la familia.

La emprendedora supo ver el valor de la chatarra, de desperdicios de aluminio como latas de bebidas, ollas en desuso, partes de automotores para convertirlos en accesorios para el hogar que hoy suman más de veinte productos en el mercado.

El proyecto fue ganador de múltiples incentivos y galardones, siendo el más reciente el Programa Nacional de Incubación “Impulsamos Bolivia”, liderado por el Instituto de la Mujer & Empresa – IME de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, Actívate Sucre y EmprendeBo, en el cual consiguieron el primer lugar.

Gabriela expuso los resultados de su empresa. “Nuestros productos estrellas son: los jaladores de estilo minimalista y colonial, que se caracterizan por tener diseños únicos, ser estéticos y ecoamigables, no solamente en su materia prima, sino también en su proceso productivo”, detalló el alcance de su emprendimiento.

Un éxito construido “de dos”

Como gerente general de su emprendimiento, indica que la idea fue “de dos”, su esposo y ella. El plan fue construido poco a poco. Mientras Gabriela trabajaba, Iván quedó al cuidado de sus hijos y comenzó a construir el primer laboratorio de su gran proyecto.

“La idea es de dos, yo tenía un trabajo seguro, y mi esposo estaba al cuidado de mi hijito, él sabía de construcción y empezó haciendo nuestro pequeño laboratorio. Yo trabajaba y con ese dinero él iba construyendo, fuimos haciendo pruebas. Al final ya teníamos todo el equipo. Así que decidí dejar mi trabajo y empezar juntos nuestro propio emprendimiento”, asegura.

Acarapi no deja de lado el importante rol que jugó el Instituto de la Mujer y Empresa (IME) y la Comunidad para emprendedoras de Bolivia, Munay. Sus capacitaciones la han guiado desde conceptos académicos ligados a la gestión y administración de una empresa.

“Las capacitaciones me ayudaron bastante, con las mentorías personalizadas me formaron en finanzas, área que desconocía. He aprendido mucho y he empezado a registrar lo que son mis gastos, costos, ingresos y egresos. El emprendedor debe saber de todo, los talleres de formación fueron importantes para lograr hacer parar mi emprendimiento”, apunta.

Asegura que lo más complicado fue su ingreso en el mercado. Es difícil que la población acepte un producto que no conoce: “al principio fue muy complicado entrar al mercado, no conocían el producto, no lo probaron, pero una vez que ya está ahí tiene bastante demanda, hemos tenido una muy buena aceptación por parte de nuestros clientes”.

Una labor social a favor del medio ambiente

Una de las motivaciones del proyecto es generar una labor social a favor del planeta. El reciclaje de los insumos básicos consolida una cultura de educación ambiental y reciclaje.

“Hemos ido viendo el desperdicio de estos recursos que son las latas de bebidas. Muchos los desechan por su bajo contenido de aluminio, para ellos no significa nada, pero no se dan cuenta que están contaminando el medio ambiente”, indica Acarapi.

Gabriela y su familia realizan campañas mensuales de recolección de latas de aluminio en la carretera El Alto-Desaguadero, con la intención de disminuir la contaminación.

Para Leticia Miranda Meyer, mentora de emprendimientos y capacitadora del Instituto de la Mujer y Empresa, generar un emprendimiento no es tarea fácil, pues es un camino con muchos obstáculos. El emprendedor requiere una capacidad de adaptación y formación de carácter fuerte.

“Creo que lo más importante es que tenga carácter, porque cada vez que uno cae, necesita volver a pararse. Porque a lo largo de todo el proceso, vas a tener muchos problemas. Entonces necesitas volver a empezar e ir en contra de las circunstancias” indica.

Por su parte, Angela Kohler especialista en Neurociencias y CEO de Happynar Global explica que “muchos de los emprendimientos fracasan antes de cumplir los tres años, y no tiene que ver con un problema técnico del producto o servicio que se está ofertando, sino es el resultado del miedo de enfrentar desafíos y una baja tolerancia a la frustración”.

La mujer emprendedora en Latinoamérica ha contribuido significativamente al desarrollo económico de la región a través de su capacidad para crear empresas innovadoras y generar empleo. Ellas lideran el camino en el emprendimiento social y sostenible.

Gabriela Acarapi expone su proyecto de emprendimiento durante el «impulsamos Bolivia»

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