El Fab Lab Santa Cruz cumple su primer año como un espacio de creación comunitaria

El Fab Lab Santa Cruz cumple su primer año como un espacio de creación comunitaria

Por Manuel Filomeno

Grecia Bello, coordinadora del Fab Lab Santa Cruz, posa para una foto, orgullosa  y sonriente, junto a su máquina Arakuaa (conocimiento, en guaraní) la cual convierte botellas de plástico en fibras textiles, lo mismo que Ruddel Callisaya, junto a su impresora 3D industrial, construida desde cero. En otra imagen, Miguel Larico mira con asombro sus brazos ortopédicos, que son ajustados por George Pazos, director del Laboratorio de Fabricación Digital.

Estas son solo algunas de las historias nacidas y hechas realidad en el Fab Lab Santa Cruz, que este 16 de agosto cumple su primer año de vida.

“El 16 de agosto cumpliremos un año. En este tiempo hemos crecido de manera exponencial, llevando hasta las áreas más remotas de Santa Cruz el espíritu del Fab Lab. 65 voluntarios, 13 carreras y nueve universidades trabajando con nosotros son el resultado visible de nuestra labor a lo largo de estos 365 días”, dice Pazos.

Hace un año, el Fab Lab Santa Cruz nació como un centro de producción digital, investigación y educación con el objetivo de impulsar la creatividad, innovación y lograr que todas las ideas se plasmen en realidad a través de la fabricación digital. 

Este laboratorio, instalado y equipado gracias a la iniciativa de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz apuesta por este emprendimiento con el objetivo de empoderar a niños, makers (jóvenes creadores) y emprendedores a trabajar de forma colaborativa con fábricas digitales de todo el mundo.

“El impacto de los FabLab, a nivel internacional, está centrado en la resolución de crisis sociales y desafíos para avanzar en el desarrollo de cada país. Esta cualidad hará que las personas den libre curso a su imaginación creando proyectos que hagan realidad con las herramientas tecnológicas, que antes sólo eran accesibles a las grandes empresas y las sumen a las redes de colaboración para generar cambios extraordinarios a escala local y global”, destacaba hace un año Pazos.

El Fab Lab Santa Cruz está conectado con la Red Global Latinoamericana y mundial de FabLabs que le permite tener acceso a softwares y hardwares abiertos. No se entiende el mundo de hoy sino es a través de conocimientos abiertos, donde todos sus participantes se empoderan y se retan a trabajar de forma colaborativa.

El Fab Lab (Fabrication Laboratory) utiliza software de diseño asistido por ordenador de última generación para la creación de prototipos y maquetas en arquitectura, construcción, diseño industrial o cualquier actividad que necesite la conexión a una computadora para manipular materiales. 

Su implementación, en predios de Unifranz Santa Cruz, fue posible gracias a la cooperación internacional y una importante inversión económica de esta Casa de Estudios Superiores.

Dennis Funes, representante Residente Adjunto del PNUD en Bolivia, institución que colaboró con el proyecto innovador, destacó la iniciativa para impulsar un Fab Lab en Bolivia que beneficie no sólo a la academia, sino a la sociedad civil en su conjunto.

La colaboración es uno de los aspectos principales de estos laboratorios, explica el director del espacio, ya que al ser parte de una red, el conocimiento generado se comparte y se transforma, adaptándose a las necesidades y particularidades de cada país.

“Al ser parte del Fab Lab Foundation, somos parte de una red de 2.700 Fab Labs en más de 130 países en todo el mundo. Esto nos permite tener acceso a todas las ideas creadas en esos laboratorios, nos da acceso a códigos, material e ideas que ya fueron creadas y que nos permite trabajar sobre ellas, mejorarlas y aplicarlas a nuestra realidad”, agrega Pazos.

Innovación y transformación

Bello, miembro de la primera comunidad maker de Bolivia y coordinadora del Fab Lab Santa Cruz, creó “Arakuaa” (“conocimiento” en guaraní) una máquina que convierte el plástico de las botellas PET en fibras textiles para crear tejidos intrincados con motivos de la comunidad Isoseña guaraní, una manera de expresar la visión de esta comunidad indígena a pesar del dificil acceso de este pueblo a la materia prima necesaria a causa de los chaqueos y los impactos del cambio climático.

“Algunas comunidades de artesanos han optado por empezar a trabajar con otras fibras de plástico. Ahí surgió la idea, combinar técnicas ancestrales para resolver problemáticas actuales”, indica.

El aparato fue construido desde cero, utilizando tecnologías abiertas open-source y materiales de bajo costo; por ejemplo, madera en lugar de acero, ya que esto abarata y facilita su construcción, mientras que los controladores electrónicos están integrados en una sola placa Arduino, utilizando software abierto.

Lo primero fue experimentación pura, asegura Bello, al momento de explicar que no había documentación sobre el trabajo con estas fibras; los antecedentes más cercanos estaban circunscritos a grandes industrias con maquinaria de millones de dólares.

Por otro lado, Ruddel Callisaya, master maker que encabeza un equipo de constructores, trabajó intensamente por meses en el diseño de un recurso tecnológico innovador. Los primeros prototipos atravesaron ajustes y pruebas a diferentes componentes para lograr una versión final. 

“El prototipo de impresora que hemos hecho en el Fab Lab, se desarrolló en el transcurso de tres meses a nivel mecánico y electrónico. Lo construimos bajo un estudio técnico y viendo qué era y no era viable. Hemos eliminado todo el margen de error posible y, en base a éste, hicimos la versión final, con una capacidad más alta, mejores acabados y con una electrónica más avanzada, la cual nos permite trabajar una diversidad de materiales, desde los más básicos hasta los más complejos”, explica el joven creador, uno de los maker con mayor experiencia que ayuda a guiar a otros voluntarios.

Callisaya explica que la impresora fue desarrollada para solucionar los problemas industriales relacionados con el prototipado de piezas, ya que permite trabajar materiales como ABS y fibra de carbono que son los materiales más utilizados en la industria; además, la versión final de la impresora cuenta con una cabina hermética que permite trabajar los materiales aislando los gases del exterior y evitando el choque térmico que puede afectar a los materiales más sensibles.

Solidaridad

Miguel Larico, quien perdió las dos manos en un accidente de trabajo, dio un nuevo rumbo a su vida cuando la empresa Creotec impulsó la idea de una prótesis apropiada que fue hecha, después de varios prototipos, en las instalaciones del Fab Lab. Este momento icónico coincidió con su unión matrimonial, luciendo sus soñadas nuevas manos ortopédicas.

Bello cuenta que el proceso de fabricación de las prótesis de Miguel, comenzó con una capacitación exhaustiva de parte de la empresa socia del emprendimiento,  la cual dotó a los voluntarios e ingenieros del laboratorio de fabricación de las destrezas y conocimientos necesarios para iniciar con el proceso.

“Tras este proceso ya pudimos imprimir las prótesis, que tomó cerca de cinco días de impresión porque el tema del relleno, de la altura de las capas fueron afinadas para que sea estético, rígido, tenga el peso adecuado, eso es muy importante, no pueden ser muy livianas”, destaca Bello.

Una vez terminada la impresión, la versión final de la prótesis fue enviada a empresa de prótesis  para dar los últimos toques de postprocesado, es decir, el pintado de las piezas, la colocación de los hilos que permiten el movimiento y los ajustes de comodidad y presión.

Un lugar donde los sueños se hacen realidad

Con más de 300 personas formadas en diferentes talleres, el Fab Lab busca impulsar la investigación, producción digital y educación para brindar oportunidades de acceso a entornos, habilidades y herramientas tecnológicas, en un ecosistema digital donde se promueve el espíritu creador boliviano, característica de los jóvenes.

“Este es un testimonio de cómo la tecnología y la colaboración pueden converger para crear soluciones que beneficien tanto a las personas como al planeta”, señala Diego Suárez, jefe de Experimentación del Laboratorio de Aceleración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD Bolivia).

Los Fab Labs democratizan el acceso a herramientas avanzadas de manufactura digital, permitiendo a jóvenes y niños hacer realidad sus ideas y ayudan a cerrar la brecha tecnológica en Latinoamérica, permitiendo a empresas y emprendimientos avanzar hacia la industria 4.0 y 5.0.

Algunas de las herramientas que pueden encontrarse en un Fab Lab son: 

  • Impresoras 3D: Para crear prototipos y objetos tridimensionales a partir de modelos digitales.
  • Cortadoras láser: Utilizadas para cortar y grabar materiales como madera, acrílico, entre otros. 
  • Fresadoras CNC: Máquinas controladas por computadora que pueden cortar y dar forma a materiales con alta precisión.
  • Escáneres 3D: Para digitalizar objetos físicos y crear modelos 3D.
  • Máquinas de corte por chorro de agua: Utilizadas para cortar materiales duros como metal y piedra.
  • Equipos de electrónica: Incluyen herramientas para la producción de circuitos electrónicos y programación de microcontroladores.

Estas tecnologías permiten a los usuarios de Fab Labs fabricar casi cualquier cosa, desde prototipos simples hasta productos complejos.

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