Si los establecimientos educativos no se innovan o transforman corren el riesgo de “quedar sin sentido en el mundo”. Lo dice Ricardo Román, director del colegio Alberto Blest Gana de Santiago de Chile, calificado como uno de los 100 mejores colegios del mundo. La inclusión de tecnología en el proceso educativo es ya un imperativo. Los niños y adolescentes tienen todo el conocimiento en la palma de las manos, a través de computadoras portátiles o teléfonos móviles.
“El colegio de hoy tiene que entregar a los niños habilidades emocionales, sociales o espacio social de conocimientos auto significativo. Estas cosas no son caras. Todos los educadores los podemos y sabemos hacer (…)”, indicó Román.
Con más de 1.700 estudiantes de barrios populares matriculados, Alberto Blest Gana es un colegio privado con financiamiento estatal. Tiene un modelo educativo que prepara al estudiante para su futuro profesional, con biotecnología, fabricación digital, inteligencia artificial, robótica o tecnología aplicada a las diferentes ramas del conocimiento.
En el modelo de este colegio innovador, las nuevas tecnologías son parte del desarrollo de habilidades del futuro y del protagonismo de los estudiantes.
“Adoptamos prácticas diversas, como robótica, programación, genética, impresión 3D, yoga, meditación, teatro y danza, logrando construir un nuevo paradigma que pone en el centro el aprender en la experiencia, el ensayo y error, los proyectos, el trabajo en equipos, y habilidades sociales y emocionales”.
Ricardo Román compartió la experiencia de su colegio durante el IV Foro Internacional de Educación Superior “Innovación Tecnológica y Gobernanza de la Educación Superior”, organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, en la ciudad de Santa Cruz.
Falta de acceso a tecnología ya no es excusa
El acceso de los estudiantes a la tecnología, a través de diferentes dispositivos electrónicos, ya no es un problema en esta tercera década del siglo XXI. El detalle radica en que los colegios aprendan a utilizarlos creativamente.
En Bolivia, hay decenas de colegios, tanto del área urbana como rural, que cuentan con equipos de computación para los alumnos, pero que, lamentablemente,no saben optimizar su uso.
“Nosotros nos hemos hecho expertos en romper obstáculos y mitos (…), las tecnologías son cada vez más baratas (…)”, precisó Román.
Según el experto, el colegio en el que trabaja logró acceso a la tecnología, como al uso de ellas, participando en redes colaborativas con expertos de diferentes partes del mundo, dispuestos a ayudar gratuitamente a colegios de cualquier parte del mundo.
“Hay un dicho en Chile que dice ‘mejor tener amigos que dinero’. En este caso, se cumple perfectamente porque tenemos redes académicas de distintas universidades de Estados Unidos, Chile o Bolivia, por ejemplo, con quienes colaboramos permanentemente. Se trata de estar en un ecosistema muy rico en tecnología y conocimiento”, aseguró.
¿Cómo lograr el modelo ideal de colegio?
Lograr un colegio inteligente, de las características y cualidades del Blest Gana, demanda de los ejecutivos y la comunidad educativa: diálogo, participación, experimentación, muy pocos dogmas y pocas reglas.
“Estamos intentando emular cómo se mueve el mundo real y no cómo se mueve el mundo de los colegios tradicionales. Experimentamos, exploramos, buscamos disciplina en otros lugares, la robótica, las escuelas de yoga, la meditación en fundaciones orientales, el teatro o la danza (…). En el colegio se hizo pequeños experimentos y, en la medida en que funcionaron, los hicimos parte del currículo del colegio”, puntualizó.
El reto para los colegios actuales es trabajar en la formación o transformación de los educadores, quienes todavía son formados para la escuela tradicional y, hoy, están desafiados a aprender otro tipo de habilidades, como las sociales y comunicativas.
En esta era disruptiva, el profesor dejó de ser la autoridad del aula por definición y debe ganarse el respeto con simpatía, empatía, conocimientos y, sobre todo, con la capacidad de comunicación con los estudiantes.
En el caso de los estudiantes, la apuesta está en las tecnologías y en romper el mito de que los nativos digitales son consumidores de dispositivos tecnológicos que no sirve de nada si no va acompañada de aprendizajes creativos y significativos.
De ahí la importancia de que los colegios inteligentes e innovadores desarrollen la creatividad y la capacidad de inventar nuevas posibilidades para sí mismo y para otros, donde los estudiantes ‘aprendan a aprender’ y puedan seguir aprendiendo por el resto de sus vidas, transformándose y reinventándose.