La educación es uno de los factores que más influye en el avance y progreso de las sociedades. Nelson Mandela decía que es “el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. La formación integral de las personas consolida ciudadanos pensantes, críticos, analíticos, creativos, propositivos, con sensibilidad social, que sean transformadores de la realidad.
La educación y desarrollo tienen un rol importante en la sociedad y están vinculados entre sí, al extremo que uno no existe sin el otro. Es necesaria para alcanzar mejores niveles de bienestar social y de crecimiento económico, equilibrar las desigualdades, acceder a mejores fuentes de empleo, ampliar las oportunidades, fortalecer las relaciones sociales y la evolución del estado en general con el impulso de la ciencia, la tecnología y la innovación.
La sociedad permite trazar metas para el desarrollo de la educación enfocándose en la formación de los ciudadanos hábiles para participar en la vida social y cultural de su país.
Las exigencias actuales de la sociedad han revelado que mientras se invierta en educación las naciones obtendrán mayor crecimiento económico y productivo, enmarcados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adoptados por las Naciones Unidas el 2015 como un llamamiento universal rumbo al 2030.
Sin embargo, un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) respecto a las dificultades empresariales para encontrar personal revela una brecha de ‘habilidades’ o ‘competencias’ en el proceso educativo, lo que lleva a que muchos puestos vacantes para trabajadores calificados pasan meses sin llenarse debido a que, en casi un tercio de los casos, los empleadores no logran encontrar gente con las habilidades necesarias para desempeñar el trabajo.
Empero, los sistemas educativos de muchos países han demostrado no estar en sintonía con los propósitos de formación contemplados en los ODS. “Entonces ¿para qué educar?” se pregunta Ariel Villarroel, de la Jefatura de Enseñanza y Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz en Cochabamba. Existe una confusión por priorizar una educación con calidad y no enfocarla para que sea asequible para todos.
El experto en educación plantea que para asumir los retos educativos que se avecinan, los responsables de formular las nuevas políticas educativas deberán comprender cómo va cambiando la sociedad en cuanto a su cultura, economía e innovación identificando actitudes, competencias, valores y conocimientos que puedan desarrollar y adquirir con éxito las personas, y que más adelante puedan retribuir dichas capacidades a la sociedad de manera útil, eficiente y sostenible en el tiempo.
La educación lleva al bienestar personal
Sara Yoshiro, JEA de Unifranz Santa Cruz, considera que el bienestar personal es una condición consecuente con la calidad de vida y que “implica un sentimiento de bienestar personal, profesional, laboral y económico que se logran cuando la persona alcanza sus propósitos de vida”.
En esa línea, la educación de calidad es el cimiento de la salud y el bienestar. Para llevar una vida productiva saludable, cada individuo debe poseer los conocimientos necesarios para la prevención de enfermedades y patologías.
“Para estudiar, los niños y adolescentes necesitan una alimentación y salud adecuadas, sin dejar de lado el acceso a la información y las nuevas tecnologías que se van desarrollando cada vez más de manera acelerada”, dice por su parte Villarroel.
Países que invierten en innovación mejoran la calidad de vida
Ariel Quispe Orellana, profesor de matemáticas y experto del JEA de Unifranz El Alto, asevera que existen varios factores que influyen en el desarrollo de cualquier sociedad, como el acceso a servicios básicos, salud, alimentación o seguridad, entre otros.
“Si bien la educación no es el único factor que contribuye al desarrollo de la sociedad, es un elemento que puede potenciar al resto. No es de extrañar que los países que más invierten en educación, investigación, desarrollo e innovación son los que mejores niveles de calidad de vida poseen. Esto no solamente se debe a la formación que un país les brinda a sus ciudadanos en competencias profesionales sino, también, en competencias blandas”, afirma Quispe.
Aporte de la educación al desarrollo económico
La educación se encarga de desarrollar habilidades y destrezas en las personas de una sociedad, así como el conocimiento necesario y suficiente para participar en las actividades y decisiones económicas desde un ámbito microeconómico hasta un ámbito macroeconómico.
Para Villarroel, estas habilidades contribuyen al crecimiento y desarrollo económico de una sociedad de diversas formas:
1. Mejora la productividad laboral. Las personas son cualificadas de tal forma que realizan sus actividades de manera eficiente y eficaz, esto genera que la economía de la región y del país crezcan.
2. Se fomenta la innovación debido a que las personas que se han formado en ambientes enriquecidos que impulsan su creatividad podrán encontrar soluciones a diversos problemas coyunturales y estructurales.
3. Se forma capital humano, entendido como un factor que determina el crecimiento y desarrollo de una sociedad y país. Si se tiene personas con mayores habilidades habrá mejores oportunidades de empleo, lo que a larga deviene en mayores inversiones tanto nacionales como extranjeras.
4. Por último, si bien el crecimiento económico se fundamenta en el incremento de riqueza, la educación promueve que la expansión de la economía se realice de forma sostenible, equilibrada y tomando conciencia del impacto ambiental y social que conlleva.
La formación de personas con un conjunto de competencias humanas, técnicas, tecnológicas o comunicacionales les posibilita crear, proponer e innovar considerando las necesidades de la comunidad a fin de contribuir en su desarrollo integral.