Por Lily Zurita
La economía creativa se proyecta como una de las opciones más prometedoras para el desarrollo sostenible del país, especialmente en un contexto donde el modelo económico tradicional, basado en la explotación de los recursos naturales, se ha agotado. Este tema fue abordado en la cuarta versión de “TeCNIa: Impulsando la economía naranja”, organizado por la Cámara Nacional de Industrias (CNI) y que reunió a los actores más representativos de la industria hotelera, turismo, gastronomía, artes y culturas del país.
Promover la economía creativa no solo implica apoyar a los sectores culturales y artísticos, sino también fomentar el emprendimiento y los negocios privados que puedan empoderar a los ciudadanos.
Al incentivar estas iniciativas, se busca que las personas se conviertan en sus propias fuentes de empleo y, a su vez, generen oportunidades laborales para otros. Este cambio de paradigma es fundamental para abrir nuevas vías de crecimiento basadas en el talento, la innovación y la creatividad.
Verónica Ágreda, rectora nacional de la Universidad Franz Tamayo, UNIFRANZ y Secretaría Académica de la Asociación de Universidades Privadas de Bolivia (ANUP), asegura que “existe un enorme potencial en la economía creativa porque es una alternativa interesante a aquella que nos expone a seguir utilizando nuestros recursos naturales”.
El potencial del país en el ámbito de la economía naranja es vasto y diverso. Sectores como las artesanías, la moda, la gastronomía, la creación de software o, incluso, la educación, representan un campo fértil para el desarrollo económico. Por ejemplo, la presencia de diseñadores de moda en diversas regiones del país subraya el talento local que, con el apoyo adecuado, podría trascender fronteras y convertirse en una fuente significativa de ingresos y empleo.
Santiago Laserna, director de proyectos de economía creativa en el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES) y panelista de la cuarta versión de TeCNIa en representación de Unifranz, considera que este rubro de la economía es una de las opciones más claras de desarrollo para el país.
“Se debe fomentar la economía en general por medio de emprendimientos que independicen y empoderen a los ciudadanos para que ellos mismos sean sus propias fuentes de empleo y den fuentes de empleo a otras personas y dejen esta dependencia del Estado y de los recursos naturales”, puntualiza.
Industrias creativas demandan estrategias innovadoras
Los emprendedores en este campo a menudo enfrentan obstáculos relacionados con la innovación y disrupción que caracterizan a sus productos y servicios.
A diferencia de los modelos empresariales tradicionales, las industrias creativas requieren estrategias de mercado únicas e innovadoras para destacar. Es aquí donde la academia puede desempeñar un papel crucial, proporcionando formación y recursos que permitan a estos emprendedores superar los desafíos del mercado y maximizar su potencial.
“Los emprendedores creativos enfrentan desafíos debido a las características innovadoras y disruptivas de sus productos, que requieren enfoques diferentes para entrar al mercado y hacerse notar. La academia debería dotar a los emprendedores de estas herramientas”, apunta Laserna.
Sin embargo, apoyar de manera generalizada a todo este sector es complicado. De ahí que, desde las instituciones que impulsan esta visión innovadora, se apuesta por sectores como la gastronomía, la hostelería y el turismo, aunque persiste el desafío de impulsar las industrias culturales.
En un país como Bolivia, donde la economía ha dependido históricamente de la explotación de recursos naturales, fomentar la economía creativa a través del emprendimiento y la independencia económica es esencial. Industrias como la artesanía, la moda, la gastronomía y la tecnología tienen un enorme potencial para diversificar la economía, creando empleo y generando bienestar.
En particular, la industria del software en Cochabamba ha mostrado un crecimiento significativo en los últimos años, a pesar de operar en gran medida fuera del radar de las encuestas oficiales y la formalidad. Este sector no solo genera empleo, sino que también atrae divisas al país, subrayando su importancia dentro de la economía creativa.
“Tenemos un gran potencial. Sin duda, el software y la tecnología son sectores que deberían destacarse dentro de la economía creativa, aunque están creciendo sin mucha ayuda ni incentivos, lo cual también es digno de estudio y aplauso”, destaca Laserna.
Rol de la academia para el impulso de la economía creativa
La economía creativa abarca una amplia gama de industrias, desde la gastronomía y el turismo, hasta las industrias culturales. La diversidad de este ámbito obliga a la academia a adaptar sus enfoques y estrategias para ofrecer un apoyo efectivo a los distintos segmentos que conforman la economía creativa.
Un ejemplo de este esfuerzo es el trabajo de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, que en 2023 realizó un Censo de Economía Naranja en Cochabamba, a través de su Instituto de Progreso Económico y Empresarial (IPEE), en colaboración con el sector empresarial. Además, proyecta un diplomado en economía creativa e industrias culturales y un foro internacional sobre esta temática, en alianza con el CERES y el apoyo del Centro para la Empresa Privada Internacional (CIPE), un think tank de Washington, Estados Unidos.
Esta iniciativa representa uno de los pocos programas académicos en Bolivia que busca dotar a los emprendedores de las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos de su sector. No obstante, estos esfuerzos aún son dispersos, lo que resalta la necesidad de una mayor atención y recursos para su promoción efectiva.
“Ahora más que nunca, hablamos de humanizar los datos y la inteligencia artificial, poniéndolos al servicio de la humanidad. Por eso, la creatividad es tan importante y puede ser complementada con las nuevas tecnologías”, reflexiona Ágreda.
La economía naranja, que incluye desde el turismo y la arquitectura hasta el diseño de software y videojuegos, ofrece un vasto campo de oportunidades.
“Es crucial que la academia participe en este tipo de eventos con investigaciones y resultados concretos, promoviendo alianzas entre las cámaras empresariales y los distintos actores del ecosistema de la economía creativa, así como con los tres niveles de gobierno”, subraya la académica.
Alianza estratégica
Para abordar los desafíos y oportunidades de la economía creativa, la academia debe establecer alianzas estratégicas y realizar investigaciones rigurosas. Un ejemplo de ello es la colaboración entre CERES y el IPEE de Unifranz, con el apoyo del CIPE. Esta alianza se dedica a la investigación cuantitativa y cualitativa de la economía creativa en Bolivia, proporcionando datos clave que orientan las políticas y estrategias para el desarrollo de este sector.
El próximo Foro de Economía Creativa en Cochabamba, programado para noviembre, será un espacio crucial para la presentación y análisis de estos datos.
Según Laserna, se discutirá el estado actual de industrias como el software, la moda y la música, con un enfoque especial en el género y su impacto en estas industrias. Este foro promete ser un hito en el entendimiento y promoción de la economía creativa en Bolivia, ofreciendo una plataforma para el diálogo y la colaboración entre académicos, emprendedores y otros actores clave.