Desde la pantalla de teléfono se abre un mundo de posibilidades para la compra. Los negocios han encontrado en el mundo digital una forma dinámica de acercarse a los clientes. Los escaparates de las tiendas se proyectan, de una forma distinta, en las vitrinas digitales.
Las tiendas virtuales circulan en redes sociales y plataformas digitales para llegar a miles o millones de personas. La ventaja es que su alcance es global, es decir, en cualquier parte del mundo.
La tradicional vitrina genera un primer impacto y llama la atención al comprador. El funcionamiento de una vitrina virtual no es diferente. Un “mostrador” virtual es una especie de ‘tarjeta de visita’ de la empresa que tenga una tienda online.
La forma de exposición de los productos, la organización, las fotos, los videos y las descripciones son elementos fundamentales para lucir una vitrina atractiva, simplemente porque reflejan la identidad de la marca.
“La virtualidad está permitiendo a los compradores tener acceso a un abanico de productos que le permitan escoger en función a lo que necesita”, asegura Carlos Molina, director de la carrera de Ingeniería Comercial de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Una característica de los compradores de hoy es que son consumidores de tecnología, constantemente actualizados en nuevas tendencias de productos y servicios.
“Lo que quiere el consumidor actual es tener algo más tecnológico; es un consumidor que tiene conectado en su casa un televisor, un celular, una computadora y está comenzando a migrar a un hogar inteligente, con un asistente de voz y un refrigerador inteligente, por ejemplo”, agrega el académico.
Molina no se equivoca. Los consumidores de hoy están globalizados, saben lo que está pasando afuera, las marcas que más se están vendiendo o que son tendencia, saben qué consumen los clientes afuera y cómo puede adaptarlos a su entorno inmediato.
La competencia en el mercado on line es feroz. De ahí, que es trascendental que las empresas tengan que analizar bien cuáles son las características de los clientes a los cuales están atendiendo y con qué clase de personas están tratando.
“Si me pongo a pensar en un consumidor joven que tiene redes sociales, las empresas deberán tomar en cuenta aspectos de su vida cotidiana. Por ende, los expertos de los departamentos comerciales tienen que analizar esos comportamientos y patrones de consumo que tengan los jóvenes y ver sus requerimientos en cuanto a información”, según el Ingeniero Comercial.
Los hábitos de compra han cambiado
La forma de vender y de comprar ha cambiado paulatinamente con el tiempo. En la década del 50 al 60 (hace como 70 años), las empresas se concentraban exclusivamente en el producto y no pensaban en el consumidor. A partir de la década del 80, se transitó hacia una política comercial enfocada en las ventas, sin tomar en cuenta al cliente.
Recién en la década del 90, los departamentos comerciales de las empresas comenzaron a fijarse, aunque débil y dispersamente, en qué es lo que quiere el cliente o comprador. El nuevo siglo llegó con un cambio de chip para las empresas y, a partir del año 2000, pusieron el ojo en los clientes, quienes en definitiva son los que deciden qué productos o servicios quieren.
“La pandemia nos ha permitido un antes y un después en la forma de realizar negocios. Las personas han comenzado a priorizar la comodidad de tener en la palma de su mano los productos y los catálogos. En esta nueva década, los compradores prefieren que la tienda le mande un catálogo de productos que estén de acuerdo a sus requerimientos, hábitos y patrones de consumo”, específica Molina.
¿Cómo estamos por casa?
Bolivia está dando sus primeros pasos en temas de comercio electrónico. Un estudio de la Agencia de Gobierno Electrónico y Tecnologías de Información y Comunicación, AGETIC indica que, a partir de 2014, la penetración de comercio electrónico llegaba al 10% del total de ventas y que, después de 2020, ha crecido a casi 40%, debido a que las personas hacen una que otra transacción en línea, principalmente en banca digital.
“En compras, si bien se ve la comercialización de algunos productos en Marketplace, todavía no se puede hablar de un E-Commerce bien establecido y estructurado y algo que todavía falta en Bolivia es una normativa clara que regule este tipo de compras”, indica Molina.
Falta de normas claras para el E-Commerce
En Bolivia, lamentablemente hasta ahora, no hay una normativa específica, salvo para las transacciones de banca por Internet, que regule el comercio electrónico como tal. Una falencia que deja desprotegidos a los empresarios y emprendedores que se dedican a este tipo de negocios.
“Qué pasa si nosotros tenemos un fallo en cuanto a la entrega de un producto. Lamentablemente, no tenemos un ente regulador aquí en Bolivia que nos ayude y que nos defienda (…), que ampare al consumidor en cuanto a los productos que compre a través del comercio electrónico”, reflexiona el Director de Ingeniería Comercial de Unifranz.