“La inteligencia artificial (IA) es una gran manera de comenzar una investigación. El Chatbot puede ayudar a encontrar las claves de un tema en específico y decirme dónde buscar”, revela Javier, un joven universitario durante la realización de un foro sobre la infinidad de recursos que brinda el Internet.
“A veces las fuentes no son obvias y los docentes, si bien saben mucho y se mantienen actualizados, no conocen la información que necesitamos”, agrega.
La IA, el texto generado y las aplicaciones o modelos de lenguaje como ChatGPT brindan a los estudiantes, profesionales e investigadores un abanico de oportunidades para la realización de trabajos académicos o de investigación.
Esta realidad ha empujado a las universidades y otros centros de enseñanza a generar rápidamente estrategias de acción que permitan aprovechar el uso de varias herramientas inteligentes en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Y, una vez que se utiliza información de estas fuentes, es necesario realizar las citas correspondientes en los trabajos.
“Los jóvenes investigadores y estudiantes combinan la investigación física y virtual. Esta última, a través de los recursos virtuales que ofrecen las bibliotecas. Asimismo, hoy en día existen diversas páginas donde se puede extraer información muy interesante, pero es importante mencionar que, no en todas las páginas que se encuentran en Internet, se pueden extraer información confiable”, señala Elizabeth Coarite, encargada de biblioteca de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Coarite explica que, debido al volumen de información no confiable en Internet, el papel de las bibliotecas es primordial, ya que los recursos virtuales, para ser incluidos, son revisados y avalados por investigadores de cada institución, sean de paga o liberados.
“Las bibliotecas cuentan con bastantes recursos para la investigación, entre ellos se encuentran las bibliotecas y repositorios virtuales. Son recursos de acceso online donde los estudiantes pueden encontrar información de contenido académico. De igual manera, la inteligencia artificial es un medio para mejorar los recursos de las bibliotecas, ya que, por medio de ella, se crean servicios que sean accesibles para el usuario, de esta manera es beneficiosa para la investigación que éste realiza.
En ese sentido, las bibliotecas virtuales ayudan en la obtención de competencias de autoaprendizaje y de aprendizaje colaborativo para acceder y seleccionar información pertinente y actualizada.
“La biblioteca virtual se establece como un espacio social de desarrollo de conocimiento que permite la accesibilidad y usabilidad de herramientas y de actividades colectivas e individuales”, indican Sandra Sánchez García y Santiago Yubero en la publicación “Función social de las bibliotecas públicas: nuevos espacios de aprendizaje y de inserción social. El profesional de la información”.
En tanto, para Coarite, este cambio tecnológico en las bibliotecas y hábitos de investigación de los estudiantes no es reciente, sino que lleva años desarrollándose, lo que les ha permitido eliminar, en parte, las barreras físicas.
“Las bibliotecas, aunque no de manera reciente, han incluido recursos virtuales, en beneficio del estudiante, pero por lo vivido en los últimos años, éstos han sido reforzados, socializados y usados con más énfasis. De esta manera, las bibliotecas a través de sus recursos, ofrecen diversidad de material virtual, ya sean libros, revistas o artículos científicos. Los mismos, a través de las tecnologías, llegan al lugar donde nos encontremos, eliminando las fronteras que nos separan físicamente. Asimismo, muchas de las bibliotecas, han implementado la atención virtual, para asistir y coadyuvar con la investigación que el estudiante requiere”, indica Coarite.
Tendencia actual
La “Declaración sobre bibliotecas e Inteligencia Artificial”, publicada por la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA) en 2020, asegura que “las tecnologías de IA y aprendizaje automático podrían permitir a las bibliotecas mejorar el reconocimiento óptico de caracteres de los textos o hacer nuevos usos de sus colecciones de bibliotecas legibles por máquina (por ejemplo, categorización o descubrimiento)”.
Asimismo, estudios académicos sobre el uso de la IA en bibliotecas universitarias identifican -según la IFLA- dos grandes líneas de trabajo. Primero, la interacción del usuario con las bibliotecas mediante reconocimiento de voz, agentes conversacionales y wearables (dispositivos electrónicos que se usan en el cuerpo humano). Segundo, la incorporación de IA en las competencias digitales de los usuarios, promueve el aprendizaje a través de makerspaces (espacios de creación) para desarrollar y promover proyectos.
También se utiliza la IA para tareas como el control de inventario y la gestión y preservación de conjuntos de datos de forma que se garantice su uso, comprensión y reutilización.
Además, la declaración señala que la IA brinda la oportunidad de aplicar nuevos enfoques y dimensiones a los procesos de gestión del conocimiento en las bibliotecas, en particular la organización, el almacenamiento y la integración del conocimiento.
También advierte de los impactos negativos en la calidad del servicio, las preocupaciones éticas y de seguridad o la garantía de la privacidad de las personas.
Ventajas y desventajas
Las bibliotecas virtuales brindan varios beneficios a los miembros de la comunidad universitaria, porque permiten elevar la calidad de los trabajos de investigación.
La IFLA considera que una de las principales ventajas del uso de la IA en las bibliotecas es que facilita un trabajo estresante y complejo para los humanos, como es la clasificación de textos y la transcripción de volúmenes extensos.
Asimismo, puede completar una tarea más rápido que un humano. Por ende, mejora la productividad, tanto de los bibliotecarios como de los usuarios de las bibliotecas, realizando las tareas como la búsqueda de información de manera más rápida y precisa.
En cuanto a las desventajas principales, hace referencia a su fiabilidad, ya que ésta puede funcionar y hacer lo contrario de lo que está programada, creando cuellos de botella al momento de ser reparadas.
Por otra parte, de no estar bien programadas, la IA podría mezclar contenidos protegidos con otros de libre disponibilidad, planteando dilemas éticos sobre la propiedad intelectual.