La economía creativa, alternativa sostenible para el futuro de Bolivia

Por Manuel Joao Filomeno Nuñez

Bolivia enfrenta el desafío de dejar atrás la dependencia histórica del extractivismo y diversificar su matriz productiva. En esa búsqueda, la economía creativa se plantea como una vía estratégica capaz de generar empleo, fortalecer la identidad cultural y promover un desarrollo más inclusivo y sostenible.

Este debate fue parte central del III Foro Internacional de Economía Creativa de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, donde se desarrolló el conversatorio Economía creativa como motor de desarrollo sostenible

En el panel participaron Mónica Pacheco, coordinadora del Centro de Investigación, Innovación y Transformación Digital en Turismo (CIINTUR); Rolando López, vicerrector Unifranz sede Cochabamba y líder del Instituto de Progreso Económico Empresarial (IPEE); Luis Daniel Iturralde, director general y fundador del Teatro Nuna Espacio Arte, y Andrés Zaratti, gestor cultural y coordinador del programa de cine de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), quienes coincidieron en que la creatividad boliviana tiene el potencial de convertirse en motor económico y social si se acompaña de políticas públicas, innovación y mayor articulación entre actores.

“Las herramientas digitales no solo cumplen una función de vitrina al mundo, sino que transforman vidas, transforman formas de toma de decisiones y nos permiten llegar más lejos”, sostuvo Pacheco, subrayando que la tecnología debe usarse con visión estratégica y no como un recurso aislado. 

Para ella, el turismo creativo puede ser una de las principales vías de desarrollo, siempre que se evite caer en prácticas extractivas que marginen a las comunidades locales y se promueva su participación activa en la gestión del patrimonio cultural y natural.

La academia y los espacios culturales

La visión de Pacheco se complementó con la experiencia de Rolando López, vicerrector de Unifranz Cochabamba, quien destacó la necesidad de que la academia asuma un rol más activo en la creación de ecosistemas creativos. 

“No basta con palabras o normas; hay que hacer más. Hemos invertido en espacios creativos como el Puente de la Luz y el Paseo de la Diversidad, porque la academia no solo debe investigar, también debe ser un órgano activo”, afirmó.

López también hizo hincapié en el protagonismo de las mujeres dentro del sector creativo: “Nuestro censo mostró que la economía naranja tiene rostro de mujer. Está afincada casi en un 60% en la pujanza y la creatividad femenina. Solo necesitan desarrollar algunas habilidades blandas y duras para acceder a puestos de poder y financiamiento”.

La sostenibilidad de los espacios culturales fue abordada por Luis Daniel Iturralde, fundador del Teatro Nuna Espacio Arte, quien compartió el modelo que ha permitido mantener un centro independiente durante más de una década. 

“El primer pilar son los ingresos fijos por alquiler de la infraestructura; el segundo, los ingresos variables por gastronomía; y el tercero, la producción de eventos propios, que si bien tiene más riesgo, también puede generar mayor ganancia”, explicó. 

Para Iturralde, la clave es encontrar un equilibrio entre actividades comerciales y propuestas creativas, garantizando así la continuidad de proyectos artísticos y la generación de oportunidades para jóvenes talentos.

Cultura y desarrollo sostenible

Desde una perspectiva más amplia, el gestor cultural Andrés Zaratti insistió en que la cultura debe ser entendida como inversión y no como gasto, pues constituye un factor esencial para mejorar la calidad de vida. 

“Existe una visión errada de que lo cultural es solo recreación. La cultura mejora la calidad de vida, alimenta el espíritu y aporta al crecimiento económico”, sostuvo.

Zaratti también llamó a valorar la diversidad cultural del país como una oportunidad concreta para innovar y diferenciar los productos creativos bolivianos. “Hablamos de diversidad, pero no la conocemos ni la asumimos. Un emprendimiento cultural exitoso tiene que partir de la identidad, respetarla y al mismo tiempo transformarla para darle un valor agregado”, agregó.

El panel concluyó con un consenso claro: la economía creativa no es un complemento menor, sino una alternativa real para diversificar la economía boliviana. Con creatividad, talento y cultura, el país puede construir un modelo más justo e inclusivo, siempre que existan políticas públicas que respalden a los emprendedores, formalicen al sector y faciliten el acceso a financiamiento.

Como resumió Zaratti, “un proyecto cultural no solo promueve un producto o un servicio, aporta a mejorar la calidad de vida de la ciudadanía y genera un desarrollo integral”. Y en palabras de López, “somos constelaciones y podemos hacer de esto un universo para el bienestar de la humanidad”.

El espacio, parte de las actividades del III Foro Internacional de Economía Creativa de Unifranz, dejó claro que Bolivia cuenta con talento y creatividad suficientes para posicionarse en el mapa global, pero requiere voluntad política y políticas públicas que acompañen este esfuerzo. La creatividad, coincidieron los panelistas, es más que un recurso cultural: es un pilar de identidad y una alternativa viable de desarrollo económico sostenible para el país.

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