Aranceles y su impacto en la economía global: ¿Cómo afecta a Bolivia la guerra comercial?  

Los aranceles han sido históricamente una herramienta clave en la regulación del comercio internacional, utilizada tanto para proteger industrias nacionales como para influir en la balanza comercial de los países. Sin embargo, en los últimos años, las disputas comerciales entre potencias económicas como Estados Unidos y China han generado escenarios de incertidumbre que afectan a mercados emergentes, entre ellos Bolivia.  

Durante el primer gobierno de Donald Trump, Estados Unidos adoptó una postura más proteccionista, imponiendo fuertes aranceles sobre productos chinos, lo que llevó a una respuesta similar por parte de Pekín. Esta política ha alcanzado nuevos máximos con la reelección del empresario, con la imposición de nuevos aranceles y tarifas a los productos importados, no solo de China, sino también de Canadá y México, así como otros países latinoamericanos, afectando el flujo global de bienes y servicios. En este contexto, Bolivia, un país que exporta materias primas tanto a EE.UU. como a China, podría sufrir consecuencias indirectas.  

“Donald Trump ha adoptado una postura proteccionista, amenazando y finalmente llevando a cabo medidas para elevar aranceles y renegociar acuerdos comerciales para proteger la economía estadounidense. Esta política puede desencadenar una guerra comercial con China, afectando las cadenas de suministro globales y aumentando los costos de producción. A largo plazo, podría llevar a una desaceleración del comercio internacional y a una mayor incertidumbre económica”, explica Kadir Lanza, director de la carrera de Ingeniería Económica y Financiera de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

¿Qué son los aranceles y cómo funcionan en el comercio internacional?  

El experto indica que los aranceles son impuestos que los gobiernos imponen sobre productos importados con el fin de encarecer su precio y hacer más competitivos los bienes producidos localmente. Existen dos tipos principales de aranceles: ad valorem, que se calculan como un porcentaje del valor del producto, y específicos, que se aplican como una cantidad fija por unidad de producto importado.  

“El objetivo de los aranceles varía según la política económica de cada país. En algunos casos, se utilizan para proteger industrias locales de la competencia extranjera. En otros, pueden ser una fuente de ingresos fiscales. Sin embargo, cuando se aplican de manera excesiva o como medida de represalia en conflictos comerciales, pueden generar efectos adversos tanto para los países que los imponen como para sus socios comerciales”, agrega Lanza.  

Este último escenario se podría aplicar al caso de los aranceles impuestos por EE.UU. donde Donald Trump inició una escalada de aranceles contra productos chinos, alegando prácticas comerciales desleales y el robo de propiedad intelectual. China respondió con tarifas similares sobre productos estadounidenses, lo que generó un enfrentamiento que afectó a terceros países. Esta guerra comercial también ha involucrado a otros socios de EE.UU., como México y Canadá, especialmente en el contexto del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). 

Según Bloomberg (agencia de noticias especializada en temas económicos), un aumento en las tensiones comerciales podría tener varios efectos negativos. En primer lugar, podría interrumpir las cadenas de suministro globales, ya que muchas materias primas y productos manufacturados dependen de un comercio fluido entre las economías. Un incremento en los aranceles encarecería los costos de producción. Además, las barreras comerciales podrían reducir el comercio global, desalentando el intercambio de bienes y servicios y afectando el crecimiento económico.

Otro impacto sería el aumento de la inflación, ya que el encarecimiento de los productos importados podría trasladarse a los precios finales, generando presión sobre los consumidores. Por último, los países que dependen fuertemente de las exportaciones, como México, cuya economía está muy ligada a Estados Unidos, podrían enfrentar una desaceleración económica. Estos efectos resaltan la importancia de mantener un comercio global estable y cooperativo.

Impacto en la economía boliviana

Si bien Bolivia no es un actor principal en estas disputas comerciales y su comercio exterior, su economía sí puede verse afectada por la desaceleración del comercio global y la volatilidad de los mercados internacionales.  

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2023 se registró el mayor volumen de comercio entre Bolivia y China, llegando a cerca de 3.600 millones de dólares. En ese periodo, las exportaciones bolivianas a China marcaron su máximo nivel histórico por 1.170 millones de dólares en productos como zinc y plomo, soya y derivados, cuero y maderas, aunque estos en menor proporción.  

Por otra parte, en 2023, un total de 264 productos fueron exportados a EEUU, sobresaliendo el estaño, almendra amazónica y quinua, además de joyería, metales preciosos, especialmente oro y textiles y artesanías, aunque han perdido competitividad en los últimos años.  

“Si China reduce sus importaciones debido a la guerra comercial o a una desaceleración económica, Bolivia podría enfrentar una caída en la demanda de sus minerales y productos agrícolas. Del mismo modo, si EE.UU. endurece sus políticas comerciales o establece restricciones a la importación, sectores como la joyería y la producción de castañas podrían verse afectados”, explica Lanza.  

Además, la volatilidad en los precios de los commodities impactaría directamente los ingresos del país, que depende en gran parte de la exportación de recursos naturales.  

Ante este panorama, Bolivia podría adoptar diversas estrategias para reducir su vulnerabilidad ante una guerra comercial global.  

Para reducir la dependencia económica de potencias como Estados Unidos y China, Lanza indica que es fundamental diversificar los mercados mediante la firma de acuerdos comerciales con nuevos socios, como la Unión Europea o países del sudeste asiático. Además, fomentar la industrialización para transformar materias primas en productos con mayor valor agregado permitiría disminuir la dependencia de las exportaciones de commodities. Estas medidas, junto con el fortalecimiento del comercio intrarregional a través de una mayor integración con países del Mercosur y la Comunidad Andina, podrían generar nuevas oportunidades comerciales y reducir la vulnerabilidad ante fluctuaciones globales.

Otra estrategia clave es implementar políticas que incentiven la producción local, reduciendo así la dependencia de productos importados y estabilizando la economía interna. Paralelamente, atraer inversión extranjera para impulsar sectores estratégicos ayudaría a amortiguar el impacto de una posible crisis comercial global. Estas acciones combinadas podrían fortalecer la autonomía económica y crear un entorno más resiliente frente a los desafíos del comercio internacional.

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