Con voz entrecortada y sentimientos encontrados, Hilda recuerda la etapa más dolorosa de su vida hace 11 años, cuando su hijo Rafael, de solo cinco años, fue diagnosticado con leucemia, uno de los cánceres más recurrentes en niños y que demanda tratamientos largos y costosos, hospitalizaciones, quimioterapias, laboratorios y que, obviamente, conlleva efectos colaterales.
La madre dice que, si bien su familia no midió en gastos para salvar la salud de su niño, no contaban con seguro médico y tuvieron que extender la mano en busca de solidaridad.
“Hubo personas e instituciones, como la Fundación Unifranz, que para nosotros han sido unos ángeles, porque nos han ayudado desde el principio para que yo pueda sacar a mi hijo a la Argentina donde le hicieron los últimos análisis y el espirado de médula para saber cómo estaba”, rememora la joven madre.
Este jueves 31 de agosto se celebra el Día Internacional de la Solidaridad, entendida como un valor relacionado, directamente, con la compasión y la generosidad, y que busca apoyar, voluntariamente, a las personas en situación de vulnerabilidad.
Para Pilar Hidalgo, directora de la Fundación Unifranz, la solidaridad es un requisito para la construcción de relaciones afectivas profundas, dado que generan agradecimiento y compromiso de reciprocidad en quienes reciben la ayuda.
“Más allá de la virtud expresada, sin duda, en la acción de dar, la solidaridad es parte de la construcción de una cultura de paz”, dice Hidalgo.
La solidaridad es, pues, un acto natural. Varias especies comparten esta capacidad que permite, además, su sobrevivencia. “Para mí, la solidaridad es el hecho de compartir una causa y poner el esfuerzo en ese ideal y, tal vez, ésta sea la clave de nuestra sobrevivencia (…). esto nos lleva a reflexionar sobre uno de los actos humanos más espectaculares que es el de la cooperación (…)”, agrega.
Un mundo solidario, sinónimo de felicidad
Un mundo más solidario sería un mundo más feliz. Cuando uno comparte el dolor o la necesidad de otros, comprende sus propias bendiciones y entiende que su realidad es hermosa en lo personal.
Hidalgo afirma que, ser solidario, ayuda a otras personas a experimentar y sentir la necesidad del otro para comprender la maravillosa vida que tiene.
“Así vivimos el voluntariado, friccionando espaldas en un asilo, conversando con un abuelito, sirviendo un té, pensando en porqué está solito o dónde está su familia y llevamos a nuestros voluntarios a replantear su mundo desde esa experiencia y conexión externa”.
Sin embargo, no se debe confundir solidaridad con asistencialismo. La solidaridad es compromiso, insistencia, modificación, revolución, es cambiar lo preestablecido y asegurar que se da una ayuda no porque sea necesario sino porque se está listo para modificar esquemas sociales y mentales.
En ese marco, la RSE (Responsabilidad Social Empresarial) es una forma en la que las organizaciones o instituciones asumen el desafío de suscribir y ejecutar proyectos e involucrar a sus equipos.
Si éste es un esfuerzo honesto, “sin duda se hará parte de la cultura institucional que fortalece el orgullo de ser parte de algo, si eso se conecta con un propósito institucional, la empresa habrá encontrado un transportador al éxito”, agrega Hidalgo.
Impulsar voluntariado entre jóvenes
La escuela y la universidad son o deben ser espacios de socialización y formación en valores de niños y jóvenes a fin de transformar la sociedad y hacerla cada vez más justa, empática, de respeto y valores.
Conectar las aulas con problemas sociales inherentes a la comunidad y dar la misión a los estudiantes voluntarios de ser parte de ese cambio, permite que esos jóvenes sean más sensibles con actitudes positivas que se transforman en acciones colaborativas y modificadoras reales del entorno.
La responsabilidad social ayuda a los jóvenes a comprender que sus vidas están íntimamente conectadas con el bienestar de otros y con el mundo social y político que los rodea porque “las instituciones educacionales son las que deben comprometerse con la tarea de desarrollar la Responsabilidad Social Universitaria, a través de su voluntariado”.
Una fundación que trabaja en tres áreas
Con la participación de 2.000 voluntarios activos en Cochabamba, El Alto, La Paz y Santa Cruz, la Fundación Unifranz articula una serie de actividades, para conectar a los estudiantes con la realidad de la gente y, de algún modo, integrar su formación académica con el compromiso social.
“Venimos trabajando así, buscando dar respuestas a esas necesidades mediante la generación de proyectos que se conectan con el sector privado a través de nuestra red de colaboradores, las instituciones estatales, gobiernos municipales y otros que posibiliten estas poderosas colaboraciones que nos permiten comprender el infinito mundo de combinaciones e intercambios que podemos realizar”, dice.
Los voluntarios se mueven en trabajo colaborativo en tres áreas de acción: salud, educación e investigación.
- Acción REC: trabaja sobre la importancia del reciclaje para el planeta. Esta iniciativa busca generar una adecuada administración de los recursos naturales y cambiar hábitos diarios de consumo. La Fundación se ha sumado a la cadena de reciclaje con la habilitación de un centro de acopio de residuos sólidos.
“El objetivo es dejar una huella positiva en el planeta de manera distinta, siendo conscientes de nuestros actos, mediante la reflexión de un consumo responsable (…)”, dice Hidalgo.
- Causa hay: fortalece proyectos y cultiva buenas acciones en comunidad. Busca que los miembros de la comunidad puedan ayudar con ollas comunes de alimentos para personas en situación de calle y también apoyar en las despensas de distintos hogares y albergues.
- Dóname: permite la recaudación de distintos insumos, como medicamentos, ropa, víveres, juguetes, material escolar, entre otros, dando una segunda vida a productos y enseres del hogar que puedan ser utilizados por personas en situación de vulnerabilidad.
- Hazlo x Ellos: promueve actividades para ayudar a los animales de distintos albergues, logrando mejorar su calidad de vida. “Recaudamos alimento e insumos, como alimentos secos, cobijas, ropa, medicamentos, insumos de limpieza y juguetes. Además de esterilización y mejora de infraestructura de los albergues y centros de adopción”, dice Hidalgo.
Si bien la Fundación Unifranz se creó hace 11 años, en los últimos tres años ha tenido una fructífera laboral con interesantes resultados:
- Acción REC: recolección de 3.518,90 kilos de material reciclable y 2.058.10 kilos de tapitas
- Hazlo X Ellos: con 4.229,50 kilos de croquetas donadas y entregadas a albergues.
- Causas Hay: 1.086 platos de comida donados
- Dóname: 3.000 kilos de ropa, 4.200 unidades de medicamentos, 3.400 juguetes, 1.510 unidades de material escolar y 5.700 kilos de víveres donados a personas necesitadas.
Iniciativas que promuevan la solidaridad y el voluntariado permiten conectar la academia con la realidad de la comunidad. Se trata de acciones motivadoras que sacan lo más noble de las habilidades blandas de la gente y que, al final, son la brújula que marca el norte de una educación innovadora, centrada en el estudiante.
Hoy, Rafael, el adolescente de 16 años, ya superó la leucemia y dice estar agradecido con todas las personas e instituciones que pusieron su granito de arena para que supere el cáncer que lo aquejaba.
“Mi agradecimiento a aquellos que me dieron su apoyo moral y siempre han estado atentos a mí (…). Estas instituciones son muy importantes para la población que necesita ayuda”, reflexiona el joven, quien ya está a punto de culminar 5to de secundaria.