Se trata de empresas emergentes que no solo están innovando están impactando en Bolivia y el mundo, sino que también están creando soluciones tecnológicas a través de nuevos productos, servicios o modelos de negocio.
Antonio Riveros, CEO (Chief Executive Officer) de Creotec y presidente de Startups Bolivia, indica que a nivel global se está dando la tendencia de buscar escalabilidad, impacto económico y socio ambiental a partir de las startups.
“Traes tecnología a tu ecosistema, traes fuentes de trabajo sofisticadas como CTOs (Chief Technology Officer), CMOs (Chief Marketing Officer) y demás. El mundo está yendo hacia una tendencia donde no solamente tienes que ver impacto económico, sino también impacto social y ambiental (…)”, dice el joven emprendedor que encontró su nicho de mercado en la fabricación de prótesis para personas con discapacidad.
Bolivia, un yacimiento de emprendedores
Bolivia, definitivamente, es un yacimiento de emprendedores. El Mapeo del Ecosistema de Tecnología Digital de Bolivia 2023 da cuenta que existían 147 startups en ocho de los nueve departamentos del país. La buena noticia es que estas startups están levantando capitales internos y externos, gracias a sus modelos de negocio escalables y al uso de tecnología 4.0.
“No somos muchos, pero la calidad ha mejorado, el ecosistema ha mejorado, ya tenemos casos de éxito con emprendimientos que están levantando más de un millón de dólares”, dice Riveros Existe una creciente oferta de startups que se están abriendo campo en el venture capital (capital de riesgo) y realizando un importante impacto en el mercado.
Las startups están marcando el camino de la cuarta revolución industrial en Bolivia a partir del uso de herramientas tecnológicas como el Blockchain, Big Data, Inteligencia Artificial entre otras. “Estamos en la mejor época para emprender en tecnología”, por eso los emprendedores bolivianos no se pueden quejar.
Qué es una startup
Una startup es una empresa recién creada, con fuerte componente tecnológico, y que nace de una idea pequeña para proyectarse y ser rentable. Se caracteriza por su alto grado de creatividad e innovación de productos únicos y competitivos en el mercado.
Riveros indica que, desde su experiencia, las startups se diferencian de los emprendimientos tradicionales a partir de dos elementos: primero, un modelo de negocio disruptivo, como es el caso de los Airbnb o Uber. Segundo, son escalables, es decir que tienen la capacidad de atender más y más usuarios sin incrementar proporcionalmente sus recursos teniendo de esta manera de gran potencial de crecimiento.
“Las startups son sinónimo de innovación y disrupción en el mundo emprendedor. Disruptivo viene de la mano de la innovación. Disruptivo es hacer algo nuevo. Disruptivo es cambiar la industria. Disruptivo es patear el tablero para que el modelo que antes se usaba cambie y nos dé mejor calidad de vida a todos”, reflexiona Riveros.
Un despegue que necesita ayuda
En el país, la mayoría de los emprendedores realizan su trabajo en solitario. Antonio Riveros identifica cinco actores para un ecosistema fuerte, que responda a las necesidades urgentes:
– Financiamiento de parte de capitales extranjeros y nacionales que se animen a invertir en emprendimientos bolivianos sin obstáculos regulatorios.
– Capacitación, aceleradoras para concretar modelos de negocio rentables.
– Incubación, el emprendedor boliviano necesita incubación y las universidades se pueden constituir en “crisol para la materia prima”.
– Políticas públicas desde el Estado para que todos los actores jueguen en una cancha rayada para que la competencia sea limpia, tanto dentro como fuera del país.
– Mentores, que compartan sus experiencias, enseñen a los nuevos emprendedores y los guíen desde su propia experiencia emprendiendo en Bolivia.
Una startup empática con las personas con discapacidad
Con un espíritu altruista inspirado en su abuelo, Creotec, la startup de Riveros, nació en 2014. Tres años después, esta empresa emergente adoptó la tecnología como su principal herramienta e invirtió en su primera impresora 3D. En esa época surgió la idea de realizar prótesis para personas con discapacidad.
“Hicimos un prototipo bastante básico y empezamos a donar prótesis. En 2020 nos encontramos con una cruda realidad: las prótesis en el país y en todo el mundo son caras y prohibitivas, cuyos precios bordean los 3.000, 4.000 o 5.000 dólares como mínimo. Encontramos un nicho que nadie estaba atendiendo y donde nosotros vemos un modelo de negocio (…)”, puntualiza el emprendedor.
Startups, como la de Riveros, relacionadas con la medicina, la educación o la fabricación de software y hardware están irrumpiendo fuertemente en el país gracias a laboratorios de Aceleración y de Fabricación, como el recientemente inaugurado FabLab Santa Cruz de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, donde se da rienda suelta al espíritu creativo de makers y fabers que, en trabajo colaborativo, están creando productos innovadores.
“Los makers (creadores) o los que trabajamos en hardware necesitamos lugares donde reunirnos y donde podamos sintetizar o hacer que nuestras ideas se conviertan en una realidad. No solamente es en prótesis, se puede hacer otros dispositivos médicos, se puede hacer dispositivos para la seguridad, como hay otros emprendimientos en Bolivia que lo están haciendo”, dice Riveros.
Estos espacios colaborativos, con muchas herramientas tecnológicas, van a permitir prototipar y son clave para llegar al producto mínimo viable (MVP) o prototipo para que el emprendedor pruebe si su producto es o no una solución que el mercado va a adquirir.
“Con emprendimiento y tecnología tú puedes solucionar problemas sociales y medioambientales para que se vuelva un modelo de negocio que pueda atraer inversión y desarrollo al país (…)”, reflexiona Antonio Riveros.