Una economía global balanceada para el bienestar humano, la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible es lo que se busca con la economía de colores, que responde a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. ¿Por qué la importancia?
El desarrollo sostenible se concibió a partir de las políticas de protección al medio ambiente. La primera incursión con acciones tuvo asidero en la conferencia sobre el tema, convocada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), realizada en Estocolmo, Suecia, en 1972.
Ya para 1992 se desarrolló la Cumbre para la Tierra, celebrada en Río de Janeiro, Brasil y fue un punto de partida para la materialización de políticas encaminadas al desarrollo sostenible y el cuidado del medio ambiente.
Para los actuales tiempos, el avance de la economía de colores se vincula con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), con la denominada Agenda 2030 de 17 objetivos específicos.
“Utilizar colores facilita la comunicación y comprensión de complejos conceptos económicos. Es una manera visual y accesible de representar y categorizar áreas específicas, similar a cómo se manejan los productos en los supermercados”, explica Esteban Rioja, docente de la carrera de Ingeniería Comercial de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Antes de este sistema de colorimetría, la clasificación de la economía era por sectores. Al respecto, Jenny Andia, directora de la carrera de Ingeniería Económica de Unifranz, afirma: “La economía por colores va surgiendo en función del aporte científico (…). Nos permite identificar, por ejemplo, las diferentes variables económicas de un determinado sector; identificar las necesidades”.
Este sistema facilita la gestión de políticas públicas más específicas, dice la autoridad académica. Rioja, al respecto, menciona que un ejemplo sería la producción de quinua, que como política pública gastronómica es catalogada como economía naranja, pero tendría un alto valor positivo que también se reconozca en el ámbito verde, de protección al medioambiente.
“El principal objetivo (de la economía de colores) es resaltar la diversidad de enfoques económicos y subrayar la importancia de diferentes estrategias, especialmente aquellas orientadas hacia la sostenibilidad y el desarrollo inclusivo”, afirma Rioja.
¿Cuánto se avanzó en el mundo con la economía de colores?
Jenny Andia explica que, si bien las ciudades inteligentes apuntan a consolidar una economía de desarrollo sostenible, es más fácil que estén vinculadas al sistema de colores; empero, no se aplica toda la gama de tonos.
Al respecto, Rioja afirma: “a nivel global, aún queda mucho por avanzar. Sin embargo, países como Bolivia tienen una ventaja única debido a la diversidad de recursos y culturas. Podemos vislumbrar un escenario donde cada color de la economía florezca, apoyando tanto el desarrollo sostenible como la preservación cultural”.
Bolivia está en aras de ser un país en desarrollo, dice Andia. “A los países en desarrollo les cuesta asumir ese desafío, no estamos en la capacidad tecnológica, otro tipo de desarrollo es más bien apuntar a la preservación de recursos naturales”, afirma Andia.
Los colores de la economía son el verde, que es la armonía con el medio ambiente, busca mejorar el bienestar humano, luchar contra el cambio climático y otras estrategias que engloban el desarrollo sostenible, cuyo concepto predomina en las políticas públicas de los estados del mundo.
Otro color es rojo, que hace referencia al consumismo, como el centro de crecimiento económico; lleva a las personas a consumir sin pensar en las consecuencias. La economía azul está centrada en iniciativas que reconocen la importancia de los mares y océanos, como motores de la economía por su gran potencial para la innovación y el crecimiento.
La economía naranja engloba la propiedad intelectual, en tanto que su terreno es el de la creación de ideas y conocimiento. Las industrias que la componen son la cultural (arte, diseño, arquitectura, gastronomía, publicidad) y la del conocimiento (educación, investigación y desarrollo, alta tecnología, informática).
La economía negra hace referencia a la economía ilegal, a las actividades que son prohibidas, como el tráfico de drogas, terrorismo, crimen organizado, entre otras. La economía gris hace referencia a todas las actividades que son legales, pero están ocultas ante el Estado, evitando el pago de impuestos y la revisión fiscal.
La economía amarilla se centra en la tecnología y la ciencia. También existe la economía plateada vinculada al cambio demográfico por el envejecimiento de la población, cuyo enfoque se centra en las necesidades y demandas de los adultos mayores.
“Si bien todas las economías de colores son importantes, es esencial priorizar aquellas que atiendan a las necesidades más urgentes de cada región. En Bolivia, podría ser crucial centrarse en la economía naranja. Esta economía, es el resultado de la mezcla de dos colores: rojo y amarillo que significan pasión y riqueza, respectivamente”, afirma Rioja.
En tanto, Andia considera que se podría incidir en las economías verde y azul, por el impacto positivo con el medio ambiente.
Ambos expertos coinciden que es importante que las nuevas generaciones aprendan sobre la economía de colores. En el caso de Andia, porque permite identificar las necesidades de una sociedad. “Por ejemplo, si vamos a apuntar a la economía verde, se debe apuntar a todo lo que es no botar basura en la calle, aprender a reciclar”, afirma la profesional.
En tanto, Rioja es partidario de que “las futuras generaciones entiendan y valoren la importancia de una economía diversificada y sostenible. Nuestro país, con su rica diversidad de culturas y tradiciones, puede ofrecer ejemplos tangibles y enseñanzas en este aspecto”.