La cultura es una inversión y no un gasto, como erróneamente se la ve

La cultura es una inversión y no un gasto, como erróneamente se la ve

La cultura es una inversión, no un gasto y es uno de los principales motores de desarrollo para una comunidad, una ciudad o un país.

Su desarrollo está íntimamente relacionado a un modelo de sociedad donde el apoyo al talento, la creatividad y las expresiones de la gente germinan, se fortalecen y son capaces de crecer para construir una sociedad inclusiva, plural, diversa, con historia y producción intelectual.

En un sentido amplio, la cultura se entiende como el conjunto de expresiones creadas o transformadas por los seres humanos. En tanto, para fines de políticas culturales y académicos, se la entiende como el conjunto de expresiones artísticas y la manera de vivir de los pueblos. 

La Convención de la UNESCO para la protección y la promoción de la diversidad de las expresiones culturales, instrumento internacional relacionado con la cultura establece que la diversidad cultural se manifiesta no sólo en las formas en las que se expresa, enriquece y transmite el patrimonio cultural de la humanidad, sino también “a través de distintos modos de creación artística, producción, difusión, distribución y disfrute de las expresiones culturales, cualesquiera que sean los medios y tecnologías utilizados”.

Alianza público-privado por la cultura

Julieta Szvelnicht, gerente de Operaciones y Regímenes de Promoción Cultural del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires asegura que la cultura, debidamente gestionada y difundida, es generadora de puestos de empleo y que ahí radica la importancia de sumar voces y herramientas para explotar el enorme potencial que tiene. 

“Estoy convencida de que la mejor manera de lograr que este motor impulse el desarrollo es trabajando codo a codo con quienes están involucrados en los procesos de producción, difusión y circulación del campo cultural y, también, con privados que dan su apoyo financiero para que los proyectos culturales se puedan concretar. Por eso, una de las claves en la promoción de las industrias culturales y creativas en la Ciudad de Buenos Aires, fue reconocer al sector privado, como un aliado fundamental para su impulso y desarrollo”, indica la gestora cultural.

Para Szvelnicht, quien coordinó la agenda de iniciativas que puso de moda la inversión privada en la cultura y la creatividad de Buenos Aires, lograr este tipo de alianzas es un gran desafío; principalmente porque se trata de desentrañar el concepto de que la cultura es un gasto y lograr que se entienda como una inversión.

La gestora cultural, quien participó como speaker en el Emprendefest de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, indica que el éxito alcanzado en Buenos Aires tiene nombre y apellido: un plan de acción de cuatro iniciativas, alrededor del concepto de Responsabilidad Social Cultural:

1. La redacción de una nueva ley de mecenazgo, que optimizó la herramienta logrando un mayor financiamiento privado de la cultura.

2. Cercanía con empresas con el desarrollo de encuentros con CEOs de las principales empresas de la ciudad, para vincularlos con proyectos innovadores y lograr apoyo a los mismos.

3. Creación del Premio a las Empresas Amigas de la Cultura

4. Creación de una herramienta fácil y útil para que empresas y creadores puedan conocerse y “matchearse” mutuamente.

En tanto, Ninoska Torrez, docente de la carrera de Periodismo en Unifranz, ve con pesimismo las políticas y programas de incentivo a la producción creativa y cultural en el país.

“En el país no tenemos políticas de apoyo a los artistas y creadores, es por eso que nuestros genios se van a otros países a buscar apoyo, a prestar sus servicios (…). Bolivia es una muestra de la fuga de cerebros creativos, porque tanto la empresa privada como la empresa pública, no hacen ningún tipo de esfuerzo por impulsar la creación en sus recursos humanos”, señala la académica. 

Andrés Zaratti, gestor cultural y exsecretario de Culturas del Gobierno Municipal de La Paz, considera que la necesaria alianza entre los sectores público y privado pasa por asumir una serie de compromisos.

Respecto al sector público, recuerda que el aparato estatal debe asumir las economías culturales como un sector productivo, debe cambiar la lógica de relacionamiento del Estado con el sector cultural, deje la visión de que la cultura es una inversión a fondo perdido.

“Al ser reconocido como factor productivo de la sociedad, el sector cultural podría tener acceso a créditos, a incentivos del Estado, a procesos de formación o figurar en regulaciones”, dice el gestor cultural.

Hay estudios que estiman que el sector creativo aporta entre el 2 al 5% del Producto Interno Bruto de Bolivia (PIB), aunque la CAINCO (Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz) precisa que su aporte es entre el 1 y 2% del PIB y alrededor del 2,27% del consumo del año 2017.

Sólo como ejemplo, el Gran Poder mueve, al menos, 120 millones de dólares anualmente y ni qué decir del Carnaval de Oruro, obra maestra e intangible de la humanidad.

Zaratti además indica que, desde el Estado, se debe generar incentivos para la institucionalización del sector cultural, crear programas integrales de fomento, generar alianzas con el sector privado, promover incentivos, inyectar capital semilla o fondos concursables, generar infraestructura para potenciar las economías culturales y, finalmente, acompañar cada uno de los pasos de los emprendedores de la cultura y la creatividad

Con relación al sector privado, “hay que ver a este sector como un aliado estratégico, donde se pueda adquirir bienes y servicios que mejoren aspectos de su cadena productiva (…)”, tomando en cuenta que el mercado demanda productos y servicios personalizados y, sobre todo, vivir la experiencia cultural.

Las artes plásticas y visuales, la literatura, la música son espacios donde el sector privado puede encontrarse con los productores de cultura y que ambos asuman una mentalidad emprendedora para cambiar la lógica del ciudadano, que aún piensa que el trabajo creativo es gratuito.

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Julieta Szvelnicht, es gerente de Operaciones y Regímenes de Promoción Cultural del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires

Rol de la cultura en la sociedad

Para Szvelnicht la cultura adquiere dos roles principales en la sociedad. El primero como generador de empleo y valor agregado, aspecto por el cual “tenemos la responsabilidad de promover las industrias vinculadas con la cultura y la creatividad incrementando las capacidades del sector”.

El segundo, es el rol de la cultura como generadora de bienestar en la comunidad, para lo cual es menester lograr una oferta cultural de calidad y diversa para todas las personas.

Al respecto, Zaratti señala asegura que las experiencias de diferentes gobiernos locales demuestran que la cultura se constituye en un cuarto pilar del desarrollo sostenible, a la par y con la misma importancia que el económico, el social y el medioambiental, que actualmente son reconocidos como objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.

“La cultura posibilita trabajar temas estructurales de una sociedad, como la violencia, la discriminación, la inclusión social, la cohesión, pero también aporta en todo lo que viene a ser el desarrollo económico, a través de las economías culturales creativas. Las nuevas corrientes asumen que la cultura debería tomarse como un factor que puede generar el desarrollo social, el desarrollo económico, el desarrollo ambiental, además de generar su propia dinámica trabajando con la parte intangible de la población”, agrega.

En tanto, Torrez indica que la cultura es el motor de la vida de las personas porque es todo lo que el ser humano produce, crea, transforma y recrea.

“Por supuesto que la cultura es el motor de todos los centros, de todos los espacios en los cuales el ser humano se desenvuelve, sean ciudades, sean pueblos, sean comarcas, sean países. La cultura es lo que mueve el desenvolvimiento social (…). La cultura más que ser el motor, es lo que ha permitido que los seres humanos vivamos en sociedades, en comunidades y constantemente seamos creadores y productores, desde lo más cotidiano hasta lo más especializado”, asevera.

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