Por Lily Zurita
La fiebre amarilla, una enfermedad viral transmitida por mosquitos, representa una amenaza significativa y permanente para la salud pública en muchas regiones del mundo, especialmente en América del Sur.
El pasado 21 de mayo, el jefe de la Unidad de Epidemiología e Investigación del Servicio Departamental de Salud (Sedes) de La Paz, Javier Mamani, reportó que la fiebre amarilla había causado dos muertes en la región del norte de La Paz. Los pacientes eran jóvenes de 14 y 21 años. Ninguno contaba con la vacuna.
Bolivia es endémica en algunas regiones amazónicas, especialmente en Beni y en parte de los departamentos de Santa Cruz, Cochabamba y La Paz.
Según la Fundación iO, una organización científica dedicada al estudio y control de las enfermedades infecciosas en el mundo, zoonosis emergentes y medicina tropical y del viajero, entre 2000 y 2018 el país notificó 42 casos de la enfermedad, con una tasa de letalidad del 38%. En 2019 la cobertura de vacunación contra la fiebre amarilla alcanzó a 81,5%, en 2020 bajó a 73,1% y en 2022 a 67,3%.
“Debemos indicar a la población que la fiebre amarilla es una enfermedad letal, por lo tanto, recomendar que hay una forma de prevenir que es la vacuna”, alertó la autoridad de salud.
La ciencia ha proporcionado una defensa eficaz contra esta enfermedad: la vacuna contra la fiebre amarilla. Reconocida como el mejor antídoto disponible, esta vacuna ha demostrado ser una herramienta esencial para la prevención y el control de brotes de fiebre amarilla.
La inmunización contra esta enfermedad viral es altamente efectiva. Una sola dosis proporciona inmunidad de por vida para la mayoría de las personas. Estudios han demostrado que más del 99% de las personas vacunadas desarrollan inmunidad efectiva contra el virus dentro de los 30 días posteriores a la vacunación. Esta protección de larga duración hace que la vacuna sea una herramienta inestimable en la lucha contra la fiebre amarilla.
Gabriel Mendoza, docente de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, afirma que la vacuna contra la fiebre amarilla es un virus atenuado que se suministra en una sola dosis, aunque se recomienda una dosis de refuerzo cada 10 años para personas en riesgo de contraer la enfermedad.
En tanto, Juan Pablo Rodríguez de la Sociedad Boliviana de Infectología, recuerda que Bolivia estuvo muchos años sin tener fiebre amarilla gracias a un buen esquema de vacunación, pero que luego de la pandemia por el Covid-19 emergió nuevamente la enfermedad.
“Son enfermedades que antes no las teníamos gracias a la vacuna, pero cuando bajan las coberturas vacunales aparecen nuevamente estas enfermedades y son enfermedades graves. La vacuna es la mejor manera de protegernos (…). La vacuna es súper importante porque genera defensas y ante el contacto con una persona enferma, tú ya no te vas a enfermar”, asegura el especialista.
La vacuna contra la fiebre amarilla fue desarrollada en la década de 1930 por el científico sudafricano Max Theiler, quien recibió el Premio Nobel de Medicina en 1951 por su trabajo. Desde entonces, ha sido ampliamente utilizada en campañas de vacunación masiva, especialmente en zonas endémicas, reduciendo drásticamente la incidencia de la enfermedad.
¿Qué es la fiebre amarilla?
La fiebre amarilla es causada por un flavivirus y se transmite principalmente por mosquitos Aedes aegypti. Los síntomas iniciales incluyen fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, náuseas y vómitos, que se complica con aumento de tamaño del hígado (hepatomegalia).
Mendoza puntualiza que el virus “se transmite por la picadura de mosquitos infectados. El virus de la fiebre amarilla ingresa por la sangre. La predisposición es en personas jóvenes a adultos que por diversos motivos están expuestos al medio ambiente”.
En los casos graves, la enfermedad puede progresar a ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos), hemorragias internas y fallo orgánico, llevando a la muerte en una alta proporción de los afectados.
Campañas de vacunación
Las campañas de vacunación han sido clave para controlar los brotes de fiebre amarilla. Desde hace varios años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF, en colaboración con gobiernos locales, han llevado a cabo numerosas campañas de inmunización en países afectados.
Estas campañas no solo han prevenido innumerables casos de fiebre amarilla, sino que también han ayudado a contener brotes antes de que se conviertan en epidemias.
A pesar de los logros, existen desafíos en la implementación de la vacunación universal contra la fiebre amarilla. La logística de la distribución de vacunas en áreas remotas, la necesidad de mantener la cadena de frío y la sensibilización de las comunidades locales son algunos de los obstáculos. Sin embargo, los esfuerzos coordinados y el apoyo internacional han logrado superar muchos de estos desafíos, demostrando la viabilidad y la importancia de las campañas de vacunación masiva.
Recomendaciones para viajeros
Para los viajeros que se dirigen a áreas endémicas, la vacunación contra la fiebre amarilla no solo es altamente recomendada, sino que a menudo es un requisito obligatorio para ingresar a ciertos países.
La «Tarjeta Amarilla», un certificado de vacunación reconocido internacionalmente, es necesaria para demostrar que una persona ha sido vacunada contra la fiebre amarilla.
Asimismo, las autoridades de salud recomiendan que, antes de entrar a una zona endémica o zona de fiebre amarilla, las personas deben usar ropa de manga larga, camisa, gorra, pantalón largo y también el uso de repelente que ayuda a prevenir las picaduras de los mosquitos portadores de la enfermedad.