Por Lily Zurita
Luego de sufrir un nuevo fracaso matrimonial, Juan Carlos Gutiérrez se pregunta por qué sus relaciones de pareja no funcionan como el de sus padres, a quienes cataloga como la pareja perfecta.
“Jamás vi pelear o discutir a mis papás. Ellos siempre se trataban con cariño y mucho amor. Mi papá trabajaba y mi mamá se ocupaba de nosotros. No entiendo por qué no pude congeniar de esa misma forma con mis exparejas”, reflexiona el joven que, a sus 33 años, ya se casó dos veces.
La búsqueda de la pareja perfecta es un ideal que ha impregnado la cultura y las expectativas sociales desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, el psicoanálisis nos ofrece una visión distinta sobre esta noción, planteando que «amar es dar lo que no se tiene a alguien que no es».
Esta frase, de apariencia enigmática, invita a reflexionar sobre las diferencias inherentes en las relaciones y cómo, a menudo, los ideales rígidos—sean sociales o personales—nos impiden aceptar y manejar adecuadamente lo que no encaja en nuestra lógica sobre la manera de ser del otro.
Christian La Torre, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, asegura que, en su experiencia, no existen parejas perfectas, porque la perfección es un ideal inalcanzable.
“No pueden existir parejas perfectas, ya que la idea de perfección implica un ideal. Lo que sí existen son parejas y sus diferentes arreglos y maneras de manejar las diferencias, a través de las cuales, paradójicamente, se busca establecer un vínculo. La clave aquí es el lazo con lo diferente en el otro y en uno mismo”, dice el psicólogo.
En la misma línea, Patricia Ramírez, psicóloga, escritora y conferencista española, indica que una pareja está compuesta por dos personas imperfectas.
“Existen parejas con complicidad, que se admiran, que se aman por encima de sus desavenencias, que eligen sus batallas para no dar valor a discusiones banales, parejas que saben resolver conflictos, parejas que se respetan, que se validan, que ríen juntas y se apoyan. Pero no son parejas perfectas. Sólo son parejas”, aclara.
Psicoterapia de pareja
Por ese motivo es que en el ámbito de la psicología surgió la psicoterapia de pareja, una especialidad psicoterapéutica que se enfoca en los problemas específicos de la relación, como la comunicación, las relaciones de poder y las relaciones sexuales.
A través de ejercicios y tareas conjuntas, la psicoterapia de pareja busca mejorar la comunicación y la resolución de conflictos, sin centrarse en los problemas individuales de cada persona.
La Torre aclara que el psicoanálisis también nos recuerda que cada persona es única, lo que implica que no existe una única manera de resolver los conflictos en la pareja. Lo que puede ser conflictivo para uno, no necesariamente lo es para el otro, y las soluciones no son universales.
Un ejemplo clínico atendido por La Torre ilustra este punto. Una mujer, criada en un entorno donde la tristeza era la norma, sufre violencia por parte de su pareja, quien se desespera al no poder hacerla feliz. Para ella, la tristeza es parte de su identidad, mientras que, para él, es un problema que debe resolverse para cumplir con el ideal de «hacer feliz a la mujer».
“No es casualidad que haya elegido en su vida a una mujer triste, con quien puede poner a prueba el cumplimiento de ese ideal que tan profundamente lo marca. Para ella, no es un problema andar triste por la vida, aunque se queje. Para él, sí es un problema. Para ella, basta con que él la escuche en sus quejas, aunque no conduzcan a ninguna acción. Para él, ser escuchado significa que le presten atención y que ella deje de estar triste”, señala.
En este caso, lo destructivo emerge cuando los recursos psicológicos no son suficientes para lidiar con aquello que resulta tan diferente en el otro.
Según el psicólogo, la solución no pasa por cambiar al otro, sino por entender que lo que nos molesta del otro, en realidad, está en uno mismo.
“Es fundamental que nos conozcamos a nosotros mismos. Aunque pueda parecer algo básico, la realidad es que, debido al ritmo de vida y otras circunstancias, no nos detenemos a reflexionar sobre nosotros mismos. Rara vez nos tomamos tiempo para preguntarnos, ¿qué nos enoja? ¿Cuándo, por qué y para qué reaccionamos? Distinguir qué pertenece a uno mismo y qué al otro ayuda a evitar muchos conflictos innecesarios”, puntualiza.
Elementos clave para vivir en pareja
La Torre identifica tres elementos clave para que la relación en pareja sea exitosa y duradera, pese a las diferencias: comunicación eficaz, autoconocimiento y flexibilidad para negociar y aceptar al otro.
La comunicación es fundamental para la convivencia en pareja, especialmente cuando existen diferencias significativas entre ambos. Mantener un diálogo abierto y honesto permite que ambas personas expresen sus sentimientos, expectativas y preocupaciones. Escuchar activamente al otro y asegurarse de que se comprendan mutuamente ayuda a evitar malentendidos y a construir una relación basada en la confianza.
“Es muy diferente oír que escuchar. Como cuando uno pasa con el dedo por la pantalla del celular mucha información, sin realmente detenerse a comprender ni reflexionar nada, así podemos oír mucho sin escuchar nada. Si algo me enseñó el trabajo clínico con los casos que atiendo, y mi propio caso clínico, puesto que me analizo, es que para poder escuchar primero uno tiene que aprender a escucharse, de manera que las orejas no estén tapadas de la propia subjetividad”, reflexiona La Torre.
El autoconocimiento es otra clave esencial para convivir en pareja. Comprender quiénes somos, nuestras propias necesidades, límites y reacciones emocionales, nos permite manejar mejor las situaciones de tensión. Al conocernos mejor a nosotros mismos, también somos más conscientes de cómo nuestras actitudes y comportamientos pueden afectar a la otra persona.
Finalmente, la flexibilidad para negociar y aceptar lo que es distinto en el otro es crucial para una convivencia armoniosa. Reconocer que cada persona es única, con su propio conjunto de valores, creencias y maneras de ser, permite construir una relación más sólida y realista. Ser flexible significa estar dispuesto a ceder en algunos aspectos y encontrar soluciones que beneficien a ambos, sin intentar cambiar al otro.
Finalmente, si bien no existen las parejas perfectas, sí existen parejas que encuentran formas de convivir con sus diferencias. La perfección no está en la ausencia de conflictos, sino en la capacidad de gestionarlos y crecer juntos a partir de ellos.