Por Lily Zurita
Un estudio de la Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicas (UDAPE), realizado hace 15 años con el apoyo de UNICEF, evidenció que en el país “la probabilidad de que se genere violencia contra la niñez y adolescencia en el hogar está muy relacionada con la presencia de violencia intrafamiliar contra las mujeres y las formas de castigo que éstas recibieron cuando eran niñas». Los casos de violencia en el seno familiar son diarios en el país.
El informe prosigue y revela «otros factores que podrían ser determinantes para el ejercicio de la violencia contra la niñez y la adolescencia en el hogar». Por ello, propone una mayor investigación desde aspectos culturales, psicológicos y sociológicos.
A 15 años del mencionado estudio, la situación de violencia contra las niñas y niños en el país es cada vez más alarmante. Los indicadores manejados por la Fiscalía General del Estado (FGE) reflejan que esta población es víctima de altos niveles de violencia física y sexual y que diariamente se reportan, al menos, 110 casos de agresiones, de diferente índole, contra esta población vulnerable.
Consuelo Torrez, abogada, exdirectora de las Defensorías de la Niñez y Adolescencia de La Paz y docente de la carrera de Derecho de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, sostiene que la sociedad ha naturalizado la violencia en todos los aspectos.
Datos que alarman
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), a nivel mundial, 1 de cada 2 niñas y niños de entre 2 y 17 años sufre algún tipo de violencia. Una revisión global, lleva a estimar que el 58% de las niñas y niños en América Latina sufrieron abuso físico, sexual o emocional en 2020.
En tanto, Bolivia es uno de los países de la región que registra anualmente más casos de violencia contra niñas y niños. Por ejemplo, la FGE reporta que en 2022 se registraron 38 infanticidios en el país y 6.206 violaciones de niños y adolescentes, entre otros datos que causan preocupación.
¿Por qué naturalizamos la violencia contra los niños?
Hay muchos elementos que llevan a naturalizar la violencia contra los niños y niñas y éstos van desde razones antropológicas hasta sociológicas.
“Está desde el destrato, las formas de trato, las formas de recibir un tema de educación, los medios de comunicación, la cosificación de la niñez, la desnaturalización de la sociedad frente a los hechos de violencia. Nos hemos vuelto en una sociedad que solo piensa en tener y nos hemos olvidado del ser humano, es decir del ser (…)”, valora Torrez.
Lo cierto es que el castigo físico, como método de crianza, es una constante en todo el territorio nacional. Es más, en algunas zonas este tipo de ‘correcciones’ se han convertido en una costumbre enraizada. “Una sociedad violenta causa mucho daño, porque ha naturalizado los esquemas de agresión, de ver natural la fuerza y el golpe, en lugar de hablar”, reflexiona.
La violencia daña el desarrollo cognitivo de los niños
Las formas de violencia contra los niños, además de afectarlos físicamente, provocan daños irreversibles en sus niveles de aprendizaje y desarrollo cognitivo.
Por eso, según Torres, la sociedad, desde las autoridades involucradas con la temática hasta la sociedad civil organizada, necesita construir un nuevo paradigma, donde la población, sobre todo menor de edad, esté libre de violencia.
“Tenemos que aprender a construir y vivir en una sociedad que respete a los niños bajo el principio de interés superior. Cuando ocurre un infanticidio o una agresión sexual a una niña o niño, tratamos de buscar quién es el culpable, pero los culpables somos todos los que hemos normalizado la violencia”, concluye la docente de la materia de Derecho de Familia en Unifranz.