En el contexto actual, marcado por la volatilidad, la incertidumbre y la ansiedad, las empresas enfrentan un desafío importante: encontrar profesionales capaces de adaptarse a los cambios rápidos y las nuevas demandas del mercado. Este contexto, conocido como VUCA (iniciales en inglés de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad) o BANI (frágil, ansioso, no lineal e incomprensible), ha transformado las expectativas sobre el talento que las organizaciones buscan cuando reclutan colaboradores.
Los jóvenes profesionales bolivianos suelen egresar de las universidades con una sólida formación técnica. En entrevistas de trabajo, suelen presentar una larga lista de diplomas y cursos, lo que refleja su preparación técnica. Sin embargo, esta es solo una parte del perfil que buscan las empresas, indica Carla Salas, responsable de desarrollo de personal de La Papelera.
“Utilizando la metáfora de un bote, remar solo con el remo técnico lleva al profesional a moverse en círculos. Las empresas buscan un equilibrio: profesionales que, además de su dominio técnico, desarrollen habilidades blandas como la flexibilidad, el trabajo en equipo y la creatividad”, asegura la experta en gestión de capital humano y speaker en la Feria de Empleabilidad organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Estas habilidades, muchas veces relacionadas con el desarrollo personal, complementan la formación técnica y permiten al profesional remar en ambas direcciones, impulsando su carrera y aportando más al desarrollo personal de cada uno de ellos.
Herramientas tecnológicas
Hoy en día, las empresas valoran no solo el conocimiento académico, sino también la capacidad del colaborador de adaptarse a las nuevas tecnologías o herramientas digitales, como el análisis de datos, el Business Intelligence o People Analytics, entre otros.
“Si dominamos una herramienta, desde luego que va a ser un plus para la empresa y mucho hace la persona, porque es quién encarna ese conocimiento y lo pone al servicio de la empresa, entonces si logra que sus habilidades personales calcen con un sistema nuevo, por ejemplo, un nuevo conocimiento, desde luego que tiene peso”, agrega.
Además, el cambio cultural que atraviesan las organizaciones también influye en la forma en que se relacionan con sus empleados. El equilibrio entre la vida personal y laboral ha ganado protagonismo. En una entrevista de trabajo, ya no es raro que los candidatos pregunten por los horarios flexibles, la posibilidad de trabajo remoto o híbrido, y cómo la empresa apoya el equilibrio entre las obligaciones laborales y otras actividades como el estudio, el deporte o el tiempo. en familia. Las empresas deben adaptarse a estas nuevas expectativas si quieren atraer y retener talento humano.
“Ya no debemos ver a las personas solamente como un recurso humano, sino como personas integrales, ellos son un mundo. Cada persona tiene diferentes elementos que hacen un todo, ya no es solamente la persona para el trabajo. El trabajo mata el talento de la persona, si ese talento no está siendo bien utilizado”, manifiesta.
En este sentido, las organizaciones ya no deben ver a los trabajadores como simples recursos humanos. Los empleados son personas integrales, con diferentes facetas: familiares, sociales, deportivas y religiosas. Si no se aprovechan adecuadamente sus talentos, estos pueden verse opacados, afectando tanto al trabajador como a la empresa. Las empresas que no se adaptan a estos cambios, que no son ágiles para reaccionar ante un contexto en constante evolución, corren el riesgo de quedar en el camino.
Por otro lado, las nuevas generaciones de profesionales también deben tener una estrategia clara al momento de buscar empleo. En lugar de enviar currículums masivamente sin un objetivo definido, es importante que los jóvenes mapeen las industrias y empresas en las que les gustaría trabajar, identifiquen a los tomadores de decisiones y adapten su perfil profesional a las necesidades del mercado. Esto no solo incrementa sus posibilidades de éxito, sino que también les permite enfocarse en áreas donde realmente podrán desarrollarse.
“No es lanzar los currículums a todo lado. Tenemos que tener un plan personal de desarrollo, y de esa forma buscar espacios donde nos permitan desarrollarnos como profesionales. La modalidad de pasantía es muy conocida por todos y debe ser aprovechada por muchas empresas como semilleros”, aclara.
Finalmente, las pasantías y programas de semilleros siguen siendo una vía clave para que los jóvenes ingresen al mercado laboral. Estos espacios de formación inicial permiten que los mejores talentos se queden en las empresas y continúen su crecimiento profesional. A medida que el «embudo» se estrecha, quienes se destacan por su adaptabilidad y deseo de aprender continuamente son quienes logran mantenerse y crecer en el mercado laboral.
Las empresas hoy buscan profesionales con un equilibrio entre habilidades técnicas y blandas, capaces de adaptarse rápidamente a los cambios, que tengan una estrategia clara de desarrollo profesional y personal, y que comprendan la importancia de integrarse en un entorno laboral en constante transformación.