Diversificación energética, para combatir la escasez de carburantes.

Por Paula Beatriz Cahuasa

El combustible es una pieza clave en el engranaje económico de cualquier país. Su disponibilidad, precio y distribución inciden directamente en la producción, el transporte y el comercio, convirtiéndose en un recurso estratégico para el desarrollo nacional. Desde el funcionamiento del sector industrial hasta la movilidad de las personas, los combustibles como la gasolina y el diésel siguen siendo el principal pilar energético de la economía.

Demis Vargas, docente de la carrera de Ingeniería Financiera de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), destaca la importancia de contar con este recurso, ya que aún existe una dependencia mayoritaria de los combustibles derivados del petróleo. 

«Todos los carburantes, combustibles, gasolina, diésel y derivados son esenciales para el efectivo desempeño de los distintos sectores económicos de un país (transporte, producción y energía, agricultura, seguridad y geopolítica, entre otros). Estos sectores, al ser considerados el motor de la economía, necesitan un eficiente desempeño, para lo cual los carburantes se convierten en el pilar fundamental para su desarrollo», explica Vargas.

Cuando el abastecimiento de combustibles como la gasolina y el diésel se reduce, los efectos se sienten de inmediato en el bolsillo de los ciudadanos y en la estabilidad de los distintos sectores. Las medidas inmediatas son necesarias para garantizar el suministro, lo que puede incluir la diversificación de proveedores, la adquisición de reservas estratégicas de combustibles o la negociación de acuerdos con países productores para asegurar el abastecimiento.

«Existen varias acciones que se pueden seguir para afrontar una crisis energética, pero las más efectivas son las que contemplan acciones que generen resultados en el corto, mediano y largo plazo», destaca Vargas.

El docente de Ingeniería Financiera sugiere tres acciones fundamentales para reducir el impacto de la falta de carburantes, las cuales pueden implementarse de manera progresiva:

  • Diversificar las fuentes de suministro, evitando el riesgo de concentración y dependencia.
  • Promover la autogeneración de carburantes en el país, para asegurar el abastecimiento interno y, eventualmente, su exportación.
  • Impulsar en los distintos segmentos de la economía el uso de energías renovables.

Las acciones más inmediatas para mitigar los efectos de la escasez incluyen optimizar el consumo de combustible en el sector del transporte. 

Fomentar el uso de las movilidades como bicicletas, scooter eléctrico, el carpooling (compartir auto, es una práctica que cobró relevancia en 2019 ante un conflicto con el transporte público) y el home office que suprime los traslados al trabajo, todas ellas pueden reducir la demanda de carburantes. Asimismo, promover vehículos eléctricos o híbridos también ayuda a disminuir la dependencia de combustibles tradicionales.

El desarrollo de transporte público sostenible es una alternativa efectiva. Invertir en ciclovías, autobuses y movilidades eléctricas, no solo reduce la demanda de combustibles, sino que también mejora la movilidad urbana y disminuye la contaminación ambiental.

Por otro lado, las empresas pueden adoptar estrategias para reducir su consumo de combustible. Optar por procesos de producción más eficientes, mejorar la logística de distribución y apostar por energías alternativas, como los combustibles renovables, son algunas de las acciones que pueden implementarse para minimizar los efectos de la escasez. 

“Los carburantes, combustibles, gasolina, diésel y derivados, son esenciales para el efectivo desempeño de los distintos sectores económicos de un país (transporte, producción y energía, agricultura, seguridad y geopolítica entre otros). Estos sectores, al ser considerados el motor de la economía, necesitan un eficiente desempeño, para lo cual los carburantes se convierten en el pilar fundamental para su desarrollo”, destaca el de Ingeniería Financiera.

Por otro lado, los combustibles renovables son un tipo de carburantes producidos a partir de residuos orgánicos, agrícolas, forestales, aceites de cocina usados y otras materias orgánicas. Una muestra clara es el biocombustible. Este elemento es una opción viable para reemplazar la gasolina o diésel.

El 26 de marzo de 2024, en Bolivia se inauguró una planta de biocombustible en Santa Cruz. Es una planta que comenzó a operar para la producción de biodiesel. A un año aproximadamente, la segunda planta, para producir el mismo tipo de carburante, está en construcción en el Distrito 8 de la ciudad de El Alto. La inauguración y puesta en marcha estaba prevista para marzo de este año.

La utilización de los biocombustibles, el biodiesel, son amigables con el medio ambiente porque se reducen las emisiones de gases del efecto invernadero. Además, el impacto económico que generan es positivo, porque también se reducen las subvenciones a los carburantes que provienen del petróleo.

En el ámbito industrial, la aplicación fomenta la eficiencia energética, además del uso de tecnología avanzada puede disminuir la dependencia del combustible tradicional. La modernización de maquinaria y la optimización de procesos de producción pueden generar ahorros significativos en el consumo de energía.

La promoción de energías renovables es una solución a largo plazo y se presenta como una opción adicional. Sin embargo, invertir en energía solar, eólica o biocombustibles puede asegurar el suministro energético y disminuir la vulnerabilidad ante una crisis de combustibles.

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