«Papá, ¿por qué mi hermano tiene una nariz perfecta y yo no?» Teresa está preocupada por su nariz, que es un poco aguileña, y la compara con la de Andrés que es recta. «Papá, ¿me pagarías una cirugía?» Vuelve a preguntar y reitera su inquietud. Y sigue con ese tema los próximos días. Pero ella es linda y su nariz no la afea, y tampoco es pronunciada como para ser llamativa.
Lo que muestra Teresa es un síntoma de trastorno dismórfico corporal (TDC), un trastorno de salud mental, en el cual una persona tiene una preocupación excesiva y obsesiva por algún defecto percibido en su apariencia física.
El defecto imaginado o exagerado se convierte en una fuente de angustia significativa y puede afectar seriamente la vida diaria de la persona que la padece.
Teresa es tímida y tiene pocos amigos en el colegio, sólo una, que también es tímida. Y no habla con el resto de sus compañeros ni compañeras.
Las personas con dismorfia corporal suelen pasar horas preocupándose y obsesionándose por su defecto percibido. También manifiestan comportamientos compulsivos, como revisarse constantemente en el espejo, compararse con los demás, buscar constantemente la validación de los demás y evitar situaciones sociales o públicas debido a su baja autoestima. La afirmación proviene de James Robles Pinto, psicólogo clínico sistémico y docente de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Los síntomas pueden variar de una persona a otra, pero generalmente incluyen la obsesión constante sobre el defecto. Llegan a pasar varias horas al día pensando en él. Otro aspecto reiterado evidencia comportamientos repetitivos y compulsivos relacionados con la apariencia, como mirarse repetidamente en el espejo, tocarse o verificar el defecto.
La lista de síntomas incluye otros comportamientos preocupantes: abuso de la comparación física con otros, rechazo a los eventos sociales o públicos y otras alteraciones que conllevan baja autoestima y sentimientos de vergüenza o inferioridad.
En todo momento buscan constantemente validación y aprobación de los demás sobre la apariencia. Ante el temor de no lograr esa aceptación, desarrollan cuadros de depresión, ansiedad o dificultades en las relaciones interpersonales. En conjunto, pierden calidad de vida y, en los casos más graves, deriva en pensamientos suicidas o autolesiones.
Las causas exactas de la dismorfia corporal no están completamente conocidas, pero se cree que es el resultado de una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales.
Puede haber una predisposición genética, ya que se ha observado que el trastorno tiende a ocurrir con mayor frecuencia en personas con antecedentes familiares de trastornos del estado de ánimo y ansiedad. Además, ciertas variaciones en los genes relacionados con la serotonina, un neurotransmisor que regula el estado de ánimo, pueden estar asociados con un mayor riesgo de desarrollar la patología.
La madre de Teresa también está obsesionada con su cuerpo. Ella dice que el estómago se le hincha mucho y que pese a todos los tratamientos digestivos y las dietas que realiza no se le deshincha la parte baja del abdomen.
Robles señala que las personas con ciertos rasgos de personalidad, como la tendencia al perfeccionismo, la baja autoestima, la autocrítica excesiva o la preocupación por la aprobación de los demás, pueden tener un mayor riesgo de desarrollar este trastorno. Además, los trastornos de ansiedad, la depresión y los trastornos alimentarios también están asociados con un mayor riesgo de dismorfia corporal.
Las recomendaciones
El psicólogo clínico señala que hay algunas estrategias que pueden ayudar a promover una imagen corporal saludable y a reducir el riesgo de desarrollar síntomas excesivos por la apariencia.
Entre los consejos propuestos fomenta una actitud positiva para valorar los logros obtenidos, más allá de la apariencia física. Eso conlleva un cambio de actitud para evitar las comparaciones con los demás.
Controlar el acceso a redes sociales también contribuye a frenar ese sentido de comparación constante incluso ante las imágenes retocadas que abundan en las plataformas sociales.
El cuidado real del cuerpo y el sentido del bienestar demanda una alimentación equilibrada y la práctica regular de ejercicio físico.
“Si tienes dudas o inquietudes persistentes acerca de tu apariencia física, busca apoyo de amigos, familiares o profesionales de la salud mental. Un terapeuta o psicólogo te puede ayudar a desarrollar una imagen corporal más saludable y a abordar problemas de autoestima”, complementa Robles.
Teresa asiste a consultas con el psicólogo, que ya le ha detectado baja autoestima.