Hoy, 12 de abril, se conmemora el Día Internacional de los Niños en Situación de Calle con el objetivo de visibilizar la difícil realidad que viven muchos menores y el impacto emocional que esto causa. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en Bolivia existen más de 3.000 niños y adolescentes en situación de calle, una cifra alarmante que muestra la complejidad del problema.
Las causas más comunes por las que los niños terminan en situación de calle son la desintegración familiar, consumo de alcohol o sustancias por parte de los padres, violencia, violencia intrafamiliar e incluso abuso sexual. “Al existir este riesgo dentro del núcleo familiar, el niño sale de ese entorno, ya sea escapando de su núcleo familiar o siendo retirado por alguna institución”, asegura Valeria Cox, psicóloga y especialista en neuropsicología de “La casa de los niños”.
Las consecuencias emocionales que genera una vida sin hogar en los niños de la calle son diversas, comenta la experta, la primera es una carencia afectiva porque los niños no cuentan con figuras paternales que cumplen un rol fundamental como primeros educadores causando dificultades en la gestión emocional, construcción del autoconcepto, la autoestima y las habilidades sociales de estos niños.
Desde 2021, los estudiantes de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, UNIFRANZ, trabajan con la institución para poder gestionar proyectos de capacitación, cooperación y voluntariado desde una perspectiva de educación y acompañamiento a padres de familia, niños y adolescentes para promover su protección y defensa.
Para Santiago Montecatine, director de la carrera, es esencial que los estudiantes conozcan realidades diferentes dentro de nuestro entorno. “La Casa de los Niños está más cerca de lo que la mayoría piensa, pero la situación de sus beneficiarios es distinta a la de nuestros estudiantes”.
Estos niños viven expuestos a la violencia, el abuso y la explotación, viéndose incluso obligados a trabajar desde una edad temprana, lo que les impide ejercer su derecho a la educación y al juego. La agencia de las Naciones Unidas para la infancia (UNICEF), identifica diversas consecuencias psicológicas negativas para los niños en situación de calle, como trastornos emocionales, conductas de riesgo y dificultades en el desarrollo social y emocional.
Cox, resalta la importancia de impulsar talleres de formación de habilidades para los padres de familia y un mejor seguimiento institucional de cada caso y cada niño que llegue a un hogar asegurando que cuenten con las condiciones de vida óptimas, apropiadas ya sea en una nueva familia o una institución. «Los niños de la calle se adaptan a la situación que están viviendo en ese momento, a las reglas de su entorno, a la forma de vida del entorno en el que se encuentran, y esto puede generar que los niños a largo plazo desarrollen conductas de riesgo», añade la psicóloga.
Estudiantes y docentes como Jasmín Pérez, se vinculan con instituciones como “La casa de los niños” para vivir experiencias de aprendizaje que los acerquen a estas problemáticas participando como facilitadores en talleres educativos y casos clínicos. Así, pueden proponer soluciones y convertirse en agentes de cambio “Vincularse con estas instituciones y trabajar para solucionar dicha problemática es la matriz de nuestra carrera, la mayoría de los estudiantes de psicología tiene esa vocación de ayudar y querer aportar para generar un cambio o solución”, comenta.
Afortunadamente, en etapas tempranas menciona Cox, la resiliencia de los niños sumada a las actividades, terapias y talleres facilita su adaptación a nuevos entornos. “Cuando un niño que ha pasado por una situación de vulnerabilidad sienta que una persona le está brindando un espacio de escucha para que él pueda expresarse en todo sentido, se va a sentir validado, se va a sentir importante”.
La infancia demanda un entorno seguro y un vínculo afectivo sólido para crecer rodeados de amor, seguridad, apoyo emocional y autonomía para desarrollar sus habilidades sociales correctamente. Los padres y figuras orientativas pueden ayudar a los niños a desarrollar estas habilidades a través de la comunicación abierta, la escucha activa y la validación proporcionándoles un entorno seguro y estimulante.
Sin duda, el aporte desde la academia a ésta problemática, es prioridad desde una perspectiva de educación y de acción a través de la vinculación con instituciones en favor del bienestar de estos niños y adolescentes ante la situación que atraviesan en las calles.