Un millón de años es el tiempo de vida de los residuos plásticos que consumimos a diario, pero además solo el 1% de las bolsas plásticas son reutilizadas o recicladas. La huella ambiental de un país se utiliza como un indicador de sostenibilidad de escala internacional y hace referencia a la medición del impacto que la humanidad ejerce sobre el planeta.
Esta, se calcula en función a la superficie ecológicamente productiva que es necesaria para producir lo que consumimos en relación a la absorción de los residuos que nuestro consumo genera. Esta situación requiere de opciones más amigables, de fácil producción y menor tiempo de degradación como el bioplástico.
El bioplástico se refiere al plástico hecho de plantas u otros materiales biológicos distintos al que conocemos elaborado en base a derivados del petróleo. Michelle Gisbert y Karen Villarroel, estudiantes de la carrera de Bioquímica y Farmacia de la Universidad Franz Tamayo – UNIFRANZ, tomaron una fruta corriente como la banana para desarrollar su versión alternativa a este producto. Tensas pero emocionadas presentaron los resultados de su investigación para reducir la contaminación ambiental por residuos. “Nos inspiramos en el propósito de crear un producto que a futuro pueda ser capaz de reemplazar al plástico común, ya que éste contribuye en gran medida al cambio climático contaminando nuestro medio y a la vida silvestre en general”, afirma Karen.
La banana, es una fruta de toda estación, de alto contenido vitamínico y mineral. Su ingesta como parte de la alimentación diaria ayuda a prevenir enfermedades cardiacas y regula la función digestiva. La cáscara, sin embargo, puede ser una solución viable para la producción de bioplástico. “Decidimos usar plátano porque es una fruta de precio muy accesible y de alto consumo en la población”, menciona Michelle.
Karen, comenta que una de las metas principales para el proyecto, es poder ser capaces de industrializar el bioplástico. “Sería un gran logro para nosotras. Con ello podríamos remplazar de a poco el uso del plástico y reducir la contaminación”. Además, un estudio realizado por productores agrícolas menciona que el grueso de la producción de plátano se concentra en la región tropical de Cochabamba, haciendo de esta iniciativa un proyecto sostenible.
Las investigadoras comentan que la similitud de la consistencia resistente y elástica está en el almidón. Para ello, se inicia deshidratando las cáscaras de banana para luego ser trituradas, pesadas y mezcladas con almidón de maíz (maicena), agua destilada y glicerina. La mezcla es llevada a 70°c para emulsionar. La emulsión, líquida aún, se filtra dos veces y luego se esparce en una superficie plana y antiadherente para su secado. Karen, indica que el grosor del laminado puede aportar a la resistencia del material.
Mira el video y descubre este experimento:
Investigar para transformar el entorno, es el propósito de los proyectos integradores.
El Dr. Daniel Pinto, director de la carrera, menciona que es importante producir conocimiento que además de desarrollar competencias se conviertan en un beneficio para la humanidad y el planeta. “En la Universidad, los estudiantes aprenden haciendo. Nuestra misión es que cada competencia que los estudiantes desarrollen estén orientadas al aprendizaje con sentido”.
Este proyecto está orientado al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS). El Bioplástico, forma parte de la problemática de producción y consumo responsable (objetivo 12)al crear una nueva alternativa al plástico y fomentando el uso de nuevos materiales que reduzcan su impacto ambiental. Mismo que afecta de manera directa en los ecosistemas de vida submarina (objetivo 14) y vida de ecosistemas terrestres (objetivo 15).
La educación para el bienestar impulsa la producción de conocimiento orientado al aprendizaje y la formación de profesionales con propósito que transformen su entorno y propongan soluciones viables a las problemáticas globales.