Los mejores hábitos y terapias que ayudan a reducir la depresión
La depresión es un trastorno del estado de ánimo que afecta a las personas y se manifiesta a través de síntomas como tristeza persistente, pérdida de interés en las actividades cotidianas, alteraciones del sueño, fatiga, dificultad para concentrarse y, en algunos casos, ideas de desesperanza.
Ludmila Loayza, directora de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), sostiene que los trastornos mentales, como la depresión, no solo afecta el estado de ánimo, sino también el funcionamiento social, académico y laboral, y puede manifestarse a través de síntomas emocionales, cognitivos y físicos que, de no ser atendidos a tiempo, deterioran significativamente el bienestar integral del individuo.
“La depresión no es fácil de detectar, porque los síntomas pueden confundirse con estados de ánimo pasajeros o ser minimizados por el entorno”, explica la académica.
Debido a su impacto en la salud física, emocional y social, abordar la depresión requiere un conjunto de estrategias terapéuticas integrales que contemplen tanto factores biológicos como psicológicos y sociales.
Uno de los pilares del tratamiento es la psicoterapia, considerada por especialistas como una de las herramientas más efectivas para comprender y modificar los patrones de pensamiento que perpetúan el malestar.
Entre los enfoques más utilizados se encuentra la Terapia Cognitivo Conductual (TCC), que ayuda a identificar creencias negativas y reemplazarlas por interpretaciones más realistas y saludables. Otra modalidad que ha demostrado eficacia es la Terapia Interpersonal, orientada a mejorar la comunicación, las relaciones afectivas y la capacidad de afrontar conflictos.
Para personas que experimentan emociones intensas o dificultades para regularlas, la Terapia Dialéctico Conductual puede ser una alternativa valiosa, ya que promueve habilidades de autocontrol, tolerancia al estrés y mindfulness.
Además de la psicoterapia, el uso de medicación antidepresiva puede ser necesario en cuadros moderados o severos. Los antidepresivos actúan regulando neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y la noradrenalina, contribuyendo a estabilizar el estado de ánimo.
“Es necesario hacer un diagnóstico para ver el tipo de depresión, porque varía según la intensidad, frecuencia y tiempo. El abordaje es diferente en cada caso”, sostiene Loayza.
Su prescripción y seguimiento deben estar siempre a cargo de un profesional en salud mental o un médico, quien evaluará la dosis adecuada, posibles efectos secundarios y la evolución del tratamiento. Aunque los medicamentos no resuelven por sí solos las causas emocionales o sociales de la depresión, suelen ser un soporte fundamental para aliviar los síntomas y facilitar la participación activa en terapia.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala que la depresión es una enfermedad frecuente, pero seria, porque afecta la vida cotidiana y dificulta actividades tan básicas de las personas. Explica que sus causas suelen ser múltiples y pueden incluir factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos.
La OPS también advierte que más de 350 millones de personas en el mundo padecen depresión, y que en América Latina y el Caribe afecta aproximadamente al 5% de la población adulta.
En los últimos años, han cobrado relevancia otras estrategias complementarias que fortalecen el bienestar. La actividad física, por ejemplo, ha demostrado reducir los síntomas depresivos gracias a la liberación de endorfinas y a la mejora general en la energía y la calidad del sueño.
De igual manera, prácticas como el mindfulness, la meditación y los ejercicios de respiración ayudan a disminuir el estrés, mejorar la atención y favorecer un mayor equilibrio emocional. La higiene del sueño, la alimentación equilibrada y la reducción del consumo de sustancias como alcohol o estimulantes también forman parte de un abordaje integral.
Asimismo, se pueden incorporar otras actividades que también resultan útiles, como:
– Los hábitos saludables, como una buena alimentación, una adecuada higiene del sueño y evitar alcohol y drogas, contribuyen significativamente al bienestar emocional.
– El autocuidado personal, que incluye retomar actividades placenteras y atender la propia apariencia, fortalece la autoestima y el bienestar general.
– La gestión emocional, mediante la expresión de sentimientos, el desafío de pensamientos negativos y la práctica de mindfulness, favorece una mente más equilibrada.
– La planificación diaria, con metas pequeñas y rutinas claras, aporta sentido, organización y motivación en la vida cotidiana.
– La ayuda profesional, ya sea psicológica o psiquiátrica, es fundamental cuando los síntomas interfieren con la vida diaria, pudiendo incluir tratamiento farmacológico bajo supervisión médica.
El apoyo social desempeña un rol esencial en la recuperación. Contar con familiares, amigos o grupos de acompañamiento puede disminuir la sensación de aislamiento y crear un entorno emocionalmente seguro.
Reconocer los primeros signos y buscar ayuda profesional a tiempo aumenta significativamente las posibilidades de una recuperación exitosa.
James Robles, experto en neurociencia y director de la carrera de Psicología en Unifranz de Santa Cruz, advierte sobre la depresión que: “la falta de atención oportuna, ya sea personalmente o por parte de familiares, podría llevar a la persona afectada a tomar decisiones fatales en su vida”. Por ello, es fundamental tomar medidas para apoyar a quienes sufren este trastorno.
Estas estrategias terapéuticas demuestran que la depresión puede ser tratada de manera efectiva cuando se aborda desde una perspectiva integral, personalizada y basada en el acompañamiento profesional. Recuperar la estabilidad emocional es un proceso que toma tiempo, pero con las herramientas adecuadas, es posible reconstruir el bienestar y recuperar la motivación para vivir plenamente.