Cinco consejos para evitar caer en un uso inadecuado de la IA y cuidar tu salud mental

By Lily Zurita Zelada

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Una joven estudiante pasó semanas usando chatbots para encontrar consuelo en medio de una etapa difícil. Cada noche abría la aplicación, escribía sus inquietudes y recibía respuestas inmediatas, aparentemente empáticas. Poco a poco, comenzó a sentirse más cómoda conversando con la inteligencia artificial (IA) que con sus amigos o familiares. Lo que empezó como un apoyo, terminó convirtiéndose en aislamiento, ansiedad y una sensación de desconexión con la vida real.

Historias como esta reflejan un fenómeno creciente: el uso desmedido e inadecuado de la IA en la vida cotidiana y, especialmente, en ámbitos relacionados con la salud mental. La facilidad de acceso a estas herramientas, que imitan conversaciones humanas y ofrecen respuestas rápidas, puede llevar a dependencias emocionales y a una peligrosa abstracción de la realidad.

“La IA no puede sustituir a un profesional en salud mental. Carece de empatía, de la capacidad de interpretar la comunicación no verbal y de la comprensión de la individualidad de cada persona. Un paciente es un ser bio-psico-social, con una historia única que debe ser entendida de manera integral”, explica Carmen Aguilera, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Los riesgos de confiar en la IA para la salud mental

El auge de la IA ha traído consigo beneficios indiscutibles en áreas como la productividad, la investigación o el acceso a la información. Sin embargo, en el terreno de la psicología y la salud emocional, su uso inadecuado plantea riesgos considerables.

Aguilera detalla que entre las consecuencias más frecuentes están la dependencia emocional hacia los chatbots, la confusión entre interacciones ficticias y reales, la creación de vínculos afectivos con sistemas automatizados, la pérdida de privacidad de la información personal y, en casos extremos, la aparición de delirios o alucinaciones.

“Existen personas con predisposición a trastornos mentales para quienes el uso excesivo de la IA puede ser un detonante”, advierte la psicóloga. “En el caso de pacientes con trastorno obsesivo compulsivo (TOC), por ejemplo, la constante interacción con estas plataformas puede agravar sus síntomas, generando un círculo vicioso de pensamientos intrusivos, miedo y dependencia”.

¿La IA nos abstrae de la realidad?

La versatilidad de la IA hace que se adapte rápidamente a los intereses y preferencias de cada usuario. Esto puede resultar positivo para fines académicos o profesionales, pero en personas con tendencias a la ansiedad, depresión o aislamiento social, el riesgo de confundir lo digital con lo real se incrementa.

Estudios recientes señalan que el uso excesivo de inteligencia artificial afecta áreas cognitivas fundamentales: disminuye la creatividad, la capacidad reflexiva, el pensamiento crítico y la resolución de problemas, habilidades necesarias para el desarrollo personal y académico.

“Si el estudiante o el usuario en general sustituye el aprendizaje o el contacto humano por la comodidad de una IA, corre el riesgo de perder conexiones emocionales y cognitivas esenciales”, remarca Aguilera.

Cinco consejos para un uso responsable de la IA 

Para evitar que el uso de la inteligencia artificial se convierta en un problema, la docente de Unifranz recomienda adoptar hábitos conscientes y responsables:

  1. Usar la IA con moderación

Se debe recurrir a estas herramientas solo de forma ocasional y para fines específicos. La dependencia surge cuando la tecnología reemplaza las interacciones humanas cotidianas.

  1. Nunca sustituir la terapia profesional

Si la necesidad está relacionada con la salud mental, es imprescindible acudir a un psicólogo o psiquiatra. La IA no puede ofrecer diagnósticos clínicos ni un acompañamiento basado en evidencia científica.

  1. Limitar la IA a tareas de apoyo

Se debe emplearla únicamente para verificar información, organizar ideas o mejorar la redacción, evitando depender de ella para generar contenido completo o para resolver aspectos emocionales.

  1. Monitorear los cambios personales

Debemos estar atentos a modificaciones en rutinas, hábitos o relaciones sociales que puedan estar vinculadas al uso excesivo de IA. Si aparecen señales de aislamiento o ansiedad, es necesario buscar ayuda.

  1. Proteger a los más vulnerables

Se debe evitar el uso de estas tecnologías en menores de edad y en personas con antecedentes de trastornos mentales, quienes son más propensos a desarrollar conductas de dependencia.

La IA como aliada, no como sustituta

A pesar de los riesgos, la IA puede convertirse en una herramienta útil cuando se usa bajo supervisión profesional. Aguilera señala que tecnologías como la realidad virtual aplicada a terapias de exposición han demostrado beneficios en psicología clínica, siempre que el manejo esté en manos de especialistas.

“El trabajo cara a cara sigue siendo insustituible. Solo en la interacción directa se toman en cuenta los matices emocionales, la historia de vida y las particularidades de cada paciente”, enfatiza la docente.

La clave, entonces, no es rechazar la tecnología, sino aprender a convivir con ella de manera ética y saludable, entendiendo sus alcances y limitaciones.

El fenómeno que algunos llaman “psicosis por la IA” no corresponde a un diagnóstico clínico, pero sí describe un patrón emergente de dependencia tecnológica que afecta la salud mental. Prevenirlo exige responsabilidad individual, acompañamiento profesional y una educación digital que prepare a los usuarios para interactuar con estas herramientas sin perder su autonomía ni su contacto con la realidad.

“La IA puede ser una aliada poderosa, pero nunca debe ocupar el lugar del pensamiento crítico, la creatividad y, sobre todo, de los vínculos humanos que nos sostienen emocionalmente”, finaliza Aguilera.

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