Por Manuel Filomeno
Valeria Rivera, de 24 años, recuerda su niñez en Guayaramerín, una ciudad ubicada en el departamento de Beni, cerca de la frontera con Brasil. “Mi padre, ingeniero eléctrico, me llevaba a recorrer las comunidades, donde veíamos cómo la gente vivía sin servicios básicos. Eso me marcó y me ayudó a encontrar mi vocación”, dice.
En Latinoamérica, siete de cada 10 personas no cuentan con servicios de saneamiento, mientras que el 40% de la población boliviana no tiene acceso a alcantarillado, obligando a estas comunidades a utilizar ríos, lagos, pozos y fosas sépticas para deshacerse de sus desechos y los de sus animales, generando gas metano, un gas 20 veces más contaminante que el dióxido de carbono CO2 para la atmósfera.
A través de esta vocación, Rivera desarrolló el proyecto Uneco-Energy, aprovechando la tecnología de punta del Laboratorio de Fabricación (Fab Lab Santa Cruz) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, que busca dotar a las comunidades de Bolivia de energía y saneamiento a través del uso de biodigestores, los cuales convierten los desechos orgánicos de las casas, áreas ganaderas y campos agrícolas en gas metano, el cual puede ser usado como alternativa al gas domiciliario para cocinar o generar electricidad, a la vez que produce fertilizantes y libera al medio ambiente de contaminantes.
“Uneco- Energy se trata del diseño y construcción de biodigestores, un sistema que a partir de la degradación natural de la materia orgánica, especialmente las heces de animales, genera gas metano, el cual tiene varias aplicaciones, con el beneficio adicional que se protege el medioambiente”.
El metano es un biogás que se utiliza como sistema de gas alternativo en las cocinas para la cocción de alimentos o para la generación de energía eléctrica, al tiempo que los desechos, que normalmente terminarían en ríos, lagos y pozos son reutilizados, generando fertilizantes.
“La idea de Uneco-Energy (que deriva del vocablo ‘une’ que en lengua Mojeño-Trinitaria significa agua), es luchar contra la pobreza, brindando energía limpia y accesible a los hogares y, al mismo tiempo, luchar contra la contaminación, porque todos estos residuos orgánicos que se generan a partir de la ganadería extensiva o de la mancha agrícola genera un impacto muy fuerte en la degradación de los suelos y la contaminación del aire. Este proyecto está alineado con estos objetivos, brindar mejores servicios a la población y luchar contra la contaminación”, expresa la joven estudiante de Ingeniería Electromecánica.
Un proyecto desarrollado en el Fab Lab
“Uneco-Energy, si bien fue concebido independientemente, no hubiera sido posible sin el Fab Lab Santa Cruz”, señala Rivera.
De acuerdo con la futura ingeniera electromecánica, la idea del proyecto nació en 2022, gracias a la beca MUJERES 360, otorgada por la Embajada de Estados Unidos, pero recién pudo ser concretada con el apoyo del Fab Lab Santa Cruz.
“Yo ya tenía algunos avances con el programa y obtuve un premio de capital semilla en las Olimpiadas del Emprendimiento (ODE). Posteriormente, con ese capital y las máquinas del Fab Lab pude hacer el primer prototipo piloto que es un pequeño biodigestor a escala que está en el Fab Lab para poder llevar a ferias y poder hacer la explicación del proceso más tangible para las personas”, agrega.
Rivera señala que actualmente ya se tiene un equipo piloto instalado en la comunidad de Saavedra en Beni.
Primera voluntaria
La relación de Rivera con el Fab Lab va más allá de la construcción de un prototipo, ya que ella es una de las primeras voluntarias del laboratorio de fabricación, que este 16 de agosto, cumple su primer aniversario.
“Fui la primera voluntaria del Fab Lab, cuando no había nada aún. Yo conocía previamente a Grecia Bello (coordinadora del Fab Lab Santa Cruz), quien me invitó a ser parte de este espacio de creación. Cuando fui por primera vez, hace más de un año, no había más que algunas máquinas y equipos, que han ido creciendo con el tiempo y, actualmente, el espacio está completamente equipado y en operación, con los voluntarios haciendo cosas maravillosas”, recuerda.
La joven maker rememora que, al principio, el laboratorio no era muy conocido, y que tomó algún tiempo correr la voz de lo que significaba para los creadores y makers formar una comunidad, pero que, para el momento de la inauguración del espacio, éste ya había alcanzado “masa crítica” y la comunidad creció exponencialmente.
“Cuando llegué no teníamos mucha gente trabajando con nosotros. Fue un reto encontrar personas que se animen a formar parte del proyecto y la comunidad. Los primeros meses fueron difíciles porque no teníamos muchos voluntarios; todo se aceleró cuando se abrió al público oficialmente y empezamos a tener mayor difusión de lo que era y lo que significaba para la comunidad maker. Luego empezamos a crecer de manera exponencial, pero fue un proceso difícil, más que todo por el desconocimiento”, señala.
Aniversario
“El 16 de agosto cumpliremos un año. En este tiempo hemos crecido de manera exponencial, llevando hasta las áreas más remotas de Santa Cruz el espíritu del Fab Lab. 65 voluntarios, 13 carreras y nueve universidades trabajando con nosotros son el resultado visible de nuestra labor a lo largo de estos 365 días”, dice George Pazos, director del Fab Lab Santa Cruz.
Hace un año, el Fab Lab nació como un centro de producción digital, investigación y educación con el objetivo de impulsar la creatividad, innovación y lograr que todas las ideas se plasmen en realidad a través de la fabricación digital.
Este laboratorio, instalado y equipado gracias a la iniciativa de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz apuesta por este emprendimiento con el objetivo de empoderar a niños, makers (jóvenes creadores) y emprendedores a trabajar de forma colaborativa con fábricas digitales de todo el mundo.
“El impacto de los FabLab, a nivel internacional, está centrado en la resolución de crisis sociales y desafíos para avanzar en el desarrollo de cada país. Esta cualidad hará que las personas den libre curso a su imaginación creando proyectos que hagan realidad con las herramientas tecnológicas, que antes sólo eran accesibles a las grandes empresas y las sumen a las redes de colaboración para generar cambios extraordinarios a escala local y global”, destacaba Pazos, hace un año.