Una gran cantidad de información circula en las ciudades y casi toda está al alcance de las personas. ¿Cómo identificar aquella confiable y segura? La formación personal y profesional forman una ciudadanía inteligente y consciente. Son aquellas que usan la tecnología, las herramientas digitales en favor de su empoderamiento, acortan la brecha de información e incentivan la participación activa de la población.
Este concepto tiene cinco pilares: La tecnología que es imprescindible para el proceso formativo; la conciencia de un cambio e impacto social; el enfoque saludable que repercute de manera directa en el aprendizaje; la educación culta representada en centros que aportan al desarrollo de una sociedad; y la creativa para mantener las mentes frescas y en continua mejora.
Esta ponencia fue presentada por Alejandra Zegarra, directora administrativa de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, Cochabamba en la conferencia de Economía Verde Circular y Reciclaje que organizó el Ministerio de Educación en sus oficinas de La Paz.
Una universidad consciente es aquella donde los estudiantes aprenden de la imitación, repiten las acciones y valores que son aprendidos para luego replicarlos en su medio. “Es por ello que la universidad se involucra en el entorno para transformarlo y demostrar a los estudiantes que existen logros significativos cuando hay compromiso”, afirmó la profesional.
La universidad inteligente es aquella donde los estudiantes, en base a todo lo aprendido, trabajan y diseñan proyectos en beneficio de la comunidad. Por ejemplo, la ley municipal contra la violencia y la propuesta de creación del Observatorio de Género de Unifranz que se presentó hace un mes. Esta norma sienta las bases de protección a las mujeres y busca mejorar su salud física y mental de este grupo.
También se diseñan políticas y planes en centros de investigación como el Instituto de Progreso Económico Empresarial (IPEE) que presentó los resultados del censo de economía creativa.
La ciudadanía y los ODS
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fueron adoptados por las Naciones Unidas en 2015 como un llamado universal para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que para el 2030 todas las personas disfruten de paz y prosperidad. Los 17 ODS están integrados y reconocen que la acción en un área afectará los resultados en otras. Por tanto, el desarrollo debe equilibrar la sostenibilidad social, económica y ambiental.
Los países se comprometieron a priorizar el progreso de los más rezagados y la universidad trabaja en el desarrollo de seis de ellos desde sus aulas. Zegarra propone, por ejemplo, que desde la academia se pueda realizar un cambio social con proyectos que detengan el cambio climático como la creación de huertos urbanos, el tratamiento de aguas grises para la reutilización del líquido en limpieza y riego; o el uso de paneles solares para obtener energías limpias; entre otras iniciativas.
Incluso, desde la universidad se realiza un trabajo social como la recaudación de fondos para cubrir tratamientos contra el cáncer a personas de escasos recursos; y otras tareas que lleva delante la Fundación Unifranz.
Salud y tecnología
La salud es el pilar para avanzar en el proceso educativo y Unifranz Cochabamba inauguró la cafetería saludable. Gustavo Montaño, vicerrector académico nacional, aseguró que este proyecto es parte de la “pedagogía invisible” en beneficio de los estudiantes. “No se piensa con la cabeza sino con el cuerpo. El intestino es el segundo cerebro y es fuente del bienestar emocional y físico” y concluyó asegurando que “una buena alimentación confluye en un buen aprendizaje”.
El vicerrector Rolando López considera que es necesario que la ciudadanía tome conciencia y provoque un cambio de pensamiento. “Con el alcalde (de Cercado, Cochabamba, Manfred Reyes Villa) coincidimos en hacer una ciudad inteligente, con ciudadanos inteligentes y creativos capaces de hacer magia en pro del progreso».
El alcalde, por su parte, pidió a la universidad brindar “herramientas” para que los estudiantes trabajen en el país y eviten salir al exterior. “No queremos exportarlos, queremos crear mejores oportunidades de negocios logrando una ciudad con potencial. Es importante pensar en una urbe inteligente porque ahora nos damos el lujo de exportar software con el talento llajtamasi, con talento cochabambino”.
Cabe resaltar que con este modelo educativo se tiene resultados tangibles y de alto valor, porque son los estudiantes que los que generan los proyectos que se plasman en políticas públicas o apoyo directo a los emprendedores.