Por Fernando García Torrez
Su nombre es Polonia Ana Choque Silvestre, pero en las carteleras de la lucha libre se hizo famosa como Carmen Rosa, la pionera de la lucha libre de mujeres de pollera, de las famosas cholitas luchadoras.
“Llevé el nombre de Bolivia, de la mujer boliviana a diferentes países; peleamos en Argentina, Perú, Chile, Canadá, Estados Unidos e Inglaterra y otros más, es un orgullo ser una mujer de pollera y representar a mi país”, comenta sonriente, mientras se arrellana en una silla de ruedas.
La actividad pugilística de Carmen Rosa comenzó en los albores de la década del 2000, cuando subió al cuadrilátero y se convirtió en la primera cholita wrestling. No tardó en hacerse famosa, viajar por el mundo y conformar una franquicia de luchadoras de pollera: Carmen Rosa y los Gladiadores del Ring.
Más de 20 años de actividad significaron un sinfín de momentos felices, pero también de lesiones que, quizás sin percibirlo, se hicieron crónicas, hasta que una de ellas —en silencio y al cabo de mucho tiempo— se manifestó con dolor y anunció la necesidad de someterse a una cirugía.
Deporte de alto riesgo
“Me lesioné a consecuencia del deporte que practicaba, a causa de la lucha libre. Recién en 2019 me detectaron desgaste de cartílago de la cadera: artrosis derecha de cadera; desde ese diagnóstico mi vida dio un giro, sólo la gente que sufre la artrosis sabe lo fuerte que es el dolor”, dice Carmen Rosa.
Arrastrar una lesión de estas características por varios años supone para el paciente resignar su calidad de vida; en un cuadro avanzado, como el de la luchadora, la artrosis sólo puede ser corregida con una cirugía de aplicación de prótesis en la zona que sufre el desgaste.
“Este tiempo estuve caminando con ayuda de un bastón, haciendo tratamientos aquí y allá, haciéndome poner inyecciones para que el dolor no sea tan fuerte. En octubre, mientras limpiaba mi cuarto, me agaché y ya no pude enderezarme más, ya no podía ni mover las piernas”, recuerda.
Uno de sus hijos acudió en su auxilio y la llevó en andas hasta encontrar un taxi que los lleve hasta un hospital. “Fuimos a una clínica en El Alto, me sacaron radiografías y me dijeron que tenía artrosis, pero que necesitaba una prótesis y operarme urgente. Ese día me pusieron unos calmantes y luego, como ya no podía caminar, mi hija compró una silla de ruedas”.
Peregrinar por ayuda
Carmen Rosa se hizo famosa en el cuadrilátero y fuera de él. Ganó experiencia en la conducción de programas televisivos y hasta fue pareja de un “soñador”, con el que concursaron en un reality que se difundía en señal abierta nacional.
Lesionada y sin seguro médico, golpeó las puertas de los medios y las personas que, en su momento de fama, la tuvieron como protagonista, aunque sin éxito, ya que no pudo concretar ni una sola campaña de ayuda para gestionar los recursos que le permitan ser operada.
“La licenciada Verónica Palenque conoció mi caso y me dijo que me apoyaría. Me presentó al doctor (Alberto) Morales, vio mis radiografías y me dijo que lo mío era para prótesis. Al preguntar los costos, me dijeron 8.000 dólares, entonces me desilusioné, para mí era soñar con ese dinero, no lo tenía”.
Alianzas que dan esperanza
Llegado febrero de este año, el cuadro clínico de Carmen Rosa había empeorado, el dolor iba en aumento y casi ya no se desplazaba ni siquiera en su silla de ruedas.
Cuando estaba resignada a vivir con la artrosis, recibió una llamada que le levantó el ánimo: las gestiones realizadas permitieron conseguir la prótesis en donación. En ese punto, la Fundación Unifranz se enteró de la necesidad de Carmen Rosa y se movilizó para garantizar el quirófano y recuperación sin costo para la cholita luchadora, en la clínica de la Universidad Franz Tamayo.
“Nosotros pusimos toda la parte médica en gratuidad, gestionamos el espacio de recuperación, la cirugía y los medicamentos junto con el doctor Morales y su grupo de especialistas, que hicieron la operación sin costo gracias a la colaboración que tenemos, y HP Medical donó la prótesis de titanio. Todo este proceso fue interesante porque se notó cómo cada uno fue dando su apoyo e hicimos que la señora Carmen Rosa sea operada con un resultado favorable”, detalló la directora de la Fundación Unifranz, María del Pilar Hidalgo.
La operación a la que se sometió la cholita luchadora no fue cosa menor: se le seccionó parte del hueso derecho de la cadera para insertar la prótesis, y se fijó la pieza con una mezcla adherente de uso médico, como explica el director de la Clínica Unifranz, doctor Carlos Arzabe.
“Se le ha hecho un recambio de cadera, es decir, se le sacó la cabeza del fémur de la articulación y se le reemplazó con la prótesis. Las articulaciones tienen dos componentes, porque unen dos extremos de algún miembro. La cadera une la pelvis con el fémur, las partes que constituyen esa cadera son una cavidad que va junta en la parte superior de la articulación, y otra que va abajo y se une con la cabeza del fémur. En el caso de la señora Carmen Rosa, esa área estaba completamente desgastada”, detalla el responsable de la clínica universitaria.
El procedimiento no tuvo complicaciones y, como indicaron los médicos, el cuerpo de Carmen Rosa toleró bien la prótesis, acaso el primer paso para comenzar el proceso de rehabilitación. “La recuperación es inmediata, se requiere de fisioterapia y, de hecho, la paciente puede irse de la clínica caminando”, añade el doctor Arzabe.
Fue así que al cabo de varios meses en los que dependió de su silla de ruedas para desplazarse, Carmen Rosa se puso de pie y, con la ayuda de un burrito, dejó las instalaciones de la Clínica Unifranz, “un hospital que parece un hotel cinco estrellas, con un ambiente cálido, con las enfermeras, los doctores, las recepcionistas que siempre están atentos, que te dan espacio para que te acompañe un familiar… la verdad, 100 puntos”, describe la cholita luchadora que, aunque no regrese al ring, volvió a caminar por sus propios medios.