Aprender haciendo: la joven que convirtió una pasantía en su primer gran salto

Hay historias que empiezan casi en silencio, semejante a esas semillas que germinan cuando nadie mira… como la de Isabella Soriano —una joven que activa marcas globales, escribe poesía, y camina entre aulas y oficinas con la misma serenidad con la que se enfrentan los sueños grandes—. Una historia que nace en Unifranz y se expande hacia el mundo, sosteniéndose en esa filosofía simple y poderosa: aprender haciendo.
Isabella no esperó a «estar lista» para intentar. No esperó a terminar la carrera, ni a que la vida le diera permiso. Cuando Bernardo Treviño, docente y fundador de Urban Group, ofreció pasantías mínimas en vacaciones, ella fue la única que levantó la mano en primer semestre. La única que dijo: «voy». Y fue. Sin certezas, con pocas herramientas, pero con ese arrojo que sólo tienen los jóvenes que deciden creer en sí mismos antes que en sus miedos.
En Urban Group empezó como pasante, luego como activadora en marcas gigantes —Pepsi, Schweppes, Corona—, y después en rooftops, ferias, kioscos, activaciones y equipos de comunicación. Hoy, sin haber egresado todavía, ya trabaja medio tiempo en la agencia. Ya es parte del engranaje profesional. Ya se gana un espacio en ese mundo laboral que, para tantos jóvenes bolivianos, se convierte en una frustración, porque simplemente… hay escasez de empleo.

Y ahí está la otra parte del milagro: Unifranz, que no promete, sino que habilita; que no vende sueños del extranjero, sino que enseña a construirlos aquí, en Bolivia, donde tantos jóvenes sienten que el futuro se ha puesto cuesta arriba. Isabella es prueba de que sí se puede, y que se puede desde ahora, a pesar de las contingencias que atraviesa el país.
Ella lo dice sin adornos: «en Unifranz aprendí lo que aplica y ahora aplico lo que aprendí». Se actualiza, prueba, falla, vuelve a intentar. Une la experiencia con la teoría. Se complementa. Crece. Y en medio de ese camino —Isabella no es solamente publicista en formación— florece también la escritora: esa poeta boliviana que quiere aportar al valor cultural del país y usar la publicidad como una catapulta creativa hacia la literatura.
Su mensaje para otros jóvenes es tan simple como urgente: «si tienen una puerta, crucen; si tienen una oportunidad, tomen; si tienen miedo, avancen igual».
Es que nada se mueve sin ese primer paso.
Isabella lo dio. Y hoy, desde Unifranz, demuestra que el futuro no está lejos: está aquí, esperando a quienes se atreven a hacerlo suyo con el talento propio. Y con el apalancamiento de una universidad que posee una filosofía propia: aprender haciendo.
