Por Lily Zurita
Más conocidos como “nativos digitales”, las actuales generaciones de niños y jóvenes son personas que han nacido y crecido con la red y el progreso tecnológico y que tienen al Internet y las redes sociales como sus máximos espacios de interacción.
En la era digital actual, las redes sociales se convirtieron en una parte integral de la vida cotidiana para millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, detrás de la aparente conectividad y entretenimiento que ofrecen estas plataformas, se esconde un fenómeno preocupante: los efectos psicológicos adversos del uso excesivo de las redes sociales.
Profesionales del área de la psicología alertan que las redes sociales o las plataformas digitales son un factor clave en el aumento de la ansiedad, depresión y trastornos alimenticios y sugieren acciones educativas en torno al uso de las redes sociales.
“Hay que educar para enseñar a protegerse, porque estos peligros en Internet van a seguir existiendo. Al parecer no toda la sociedad ha comprendido el impacto que el uso excesivo de RRSS tiene en la personalidad del individuo y en el desarrollo infantil y adolescente”, sostiene Edwin Pocoaca, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Efecto psicológico
Las redes sociales cumplen diferentes objetivos, uno de los principales es permitir el contacto entre personas. También es un lugar donde formamos y creamos relaciones, construimos o definimos nuestras propias identidades, expresamos nuestras opiniones y estamos aprendiendo sobre diferentes temáticas del mundo que nos rodea.
El uso de las tecnologías ha generado cambios sociales que muestran un crecimiento tecnológico con muchos beneficios. Al mismo tiempo, sin embargo, también han surgido diversos tipos de dificultades con relación a la tecnología como la ciberadicción, el cibercrimen.
“En relación al uso excesivo e indebido de RRSS se ha incrementado la aparición de trastornos de sueño, fatiga, ansiedad, estrés, depresión y problemas de autoestima. Es decir que el uso excesivo de las redes sociales alimenta los problemas de salud mental”, dice el experto.
Por ejemplo, la depresión podría ser una consecuencia del uso excesivo de las redes sociales, asociada al ciberbullying, y como la población más vulnerable al ciberbullying es la de estudiantes adolescentes pueden presentar comportamientos con tendencias depresivas que pueden llegar hasta el suicidio.
Por otro lado, un autoconcepto debilitado también es una consecuencia psicológica, ya que éste se ve afectado por el aislamiento y poca interacción física que presenta la persona adicta a redes sociales.
La ansiedad también forma parte de este impacto psicológico, porque el uso excesivo de redes sociales va generando ansiedad por permanecer conectado y estar pendiente a las redes sociales, perdiendo la noción del tiempo y abandonando sus actividades cotidianas.
El aislamiento social por la sustitución de las interacciones cara a cara puede generar una sensación de soledad y desconexión con el mundo real es otro de los efectos negativos, al igual que la adicción o necesidad de revisar notificaciones, actualizar el feed y mantenerse al día con las publicaciones.
Limitar el acceso a las RRSS
En diciembre de 2023, el Parlamento Europeo lanzó una alerta sobre la «naturaleza adictiva» de las redes sociales, plataformas de ‘streaming’, videojuegos en línea y comercio electrónico y exigió la adopción de normas para evitar que esos servicios perjudiquen a los niños.
En tanto, en Estados Unidos, a partir del 1 de marzo de este año, Utah se constituirá en el primer estado de este país que limita el uso de redes sociales a menores de edad porque los jóvenes que no superen los 18 años necesitarán el consentimiento de algún tutor legal para abrir diferentes aplicaciones, lo que puede impactar de forma considerable el acceso a redes como TikTok o Instagram.
Pocoaca afirma que el acceso a contenido inapropiado por parte de niños y adolescentes está llevando a los estados a buscar formas de regulación de la conectividad desmedida a las RRSS.
Según la revista Scielo (2022), la disfunción familiar, la disponibilidad sencilla al Internet y dependencia de comunicación hace que los estudiantes tengan mayor capacidad de conexión, permitiéndoles acceso directo a plataformas de contenido inapropiado, poniendo en riesgo su salud mental y su seguridad.
Otras investigaciones dan cuenta que los adolescentes que presentan disfunción familiar en su hogar, tienen más tendencia a usar excesivamente las redes sociales, siendo éstas un medio alternativo de distracción y alejamiento de sus problemas. Algo similar ocurre en los adultos.
“Sumando esto al atractivo magnético que genera el uso de la tecnología al momento de participar de las redes sociales, para los consumidores resulta difícil apartarse de las plataformas o de la información que llega, generando una dependencia a tal grado de provocar una adicción causando irritabilidad, ansiedad, falta de autocontrol”, dice el docente universitario.
Cómo contrarrestar los efectos adversos
Para contrarrestar los efectos adversos de las redes sociales, Pocoaca recomienda:
- Educar los hábitos y horario de acceso a las redes sociales
- Priorizar las necesidades en cuanto a tiempo del uso de una red social y si ésta beneficia el día a día de cada uno.
- Desconectar cualquier aparato tecnológico durante los horarios de sueño y alimentación a fin de controlar los impulsos de querer revisar las redes sociales.
- Eliminar sonidos y vibraciones asociadas a las notificaciones y quitar de la pantalla principal del celular, aquellas aplicaciones que avisan de actividad pendiente.
- Ordenar prioridades, es decir no pertenecer a grupos de redes sociales que no usas o no coinciden con tus preferencias, muchas veces formamos parte de grupos de WhatsApp sin saber el objetivo del mismo o por la invitación de terceros.
- Definir los ritmos propios de comunicación.
- Participar de otras actividades fuera de las redes sociales, hay espacios divertidos que liberan del estrés y la ansiedad y permiten cuidar la salud mental.
“Si bien es necesario usar la tecnología y las redes sociales, no dejemos de practicar aquellos hábitos que se tenían antes, como por ejemplo las salidas al aire libre, el deporte, las visitas a amigos y familiares y seamos dueños de nuestro tiempo y de nuestra persona, controlando nuestros impulsos, respetando nuestros tiempos y cuidando nuestra salud”, reflexiona el académico.
Para proteger la salud mental y emocional es preciso utilizar las redes sociales de manera consciente y equilibrada, estableciendo límites de tiempo y practicando el autocuidado digital.
Educar sobre el uso responsable de estas plataformas, fomentar el equilibrio entre la vida en línea y la vida real, y promover la salud mental son pasos fundamentales para mitigar estos impactos negativos y cultivar una relación saludable con la tecnología.