Salud mental en la vejez: cómo abordar los trastornos más comunes desde el cuidado psicológico

Imagen Unifranz

La vejez es una etapa de la vida marcada por el desgaste progresivo del cuerpo, pero también —y con mayor frecuencia— por el deterioro de la salud mental y emocional. A medida que las personas envejecen, enfrentan pérdidas físicas, sociales y emocionales que pueden afectar profundamente su equilibrio psicológico. En un contexto donde prevalecen la rapidez y la productividad, la lentitud y las limitaciones asociadas a la tercera edad suelen ser marginadas. Por ello, atender la salud mental en este periodo no solo es un desafío médico, sino también social y humano.

“Se trata de una etapa de la vida en la que se presentan características propias a todo nivel: físico, psicológico y social. En todas estas esferas la característica común es la pérdida; pudiendo darse alguna ganancia eventualmente”, explica Karina Peñaloza, docente de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

El deterioro progresivo que acompaña al envejecimiento propicia la aparición de trastornos mentales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que el envejecimiento es el resultado de la acumulación de daños celulares, lo que disminuye las capacidades físicas y mentales, y aumenta el riesgo de enfermedades. 

Además, esta etapa suele ir acompañada de transiciones vitales como la jubilación, la pérdida de seres queridos y el cambio en el entorno de vida, factores que influyen negativamente en el estado emocional del adulto mayor.

“Sucede cuando se concibe a la persona más como una carga y hasta con hastío por las características que se asocian con la vejez, principalmente cuando nos centramos en los achaques de la edad, ya sean limitaciones físicas, cognitivas o de hábitos que asumimos como del pasado y que ya no tienen cabida en la actualidad”, manifiesta Peñaloza.

Cinco trastornos

La experta agrega que estos cambios en el estado emocional de los adultos mayores pueden desembocar en problemas serios de salud mental, los cuales requieren de un tratamiento especializado. Entre los trastornos mentales más comunes en personas mayores, destacan cinco que requieren atención y comprensión social:

  1. Depresión

Es uno de los más frecuentes. Se manifiesta como una tristeza persistente sin causa aparente, pérdida de interés en actividades cotidianas, baja autoestima, fatiga constante e incluso cambios en el apetito y el sueño. Muchas veces, estos síntomas son confundidos con signos normales del envejecimiento y no se diagnostican a tiempo.

  1. Trastorno de ansiedad

Se caracteriza por un estado de preocupación constante, acompañada de síntomas físicos como taquicardia, sudoración, tensión muscular e insomnio. En adultos mayores, puede estar relacionada con temores sobre la salud, la muerte o la pérdida de autonomía.

  1. Esquizofrenia de inicio tardío

Aunque menos común, puede aparecer en edades avanzadas. Se manifiesta con alucinaciones, delirios y alteraciones del pensamiento, y representa un reto particular en su diagnóstico, ya que puede confundirse con demencia o con efectos secundarios de medicamentos.

  1. Demencia

Engloba un conjunto de síntomas relacionados con el deterioro de la memoria, el lenguaje, el juicio y la conducta. Afecta la vida cotidiana del paciente y su entorno. El Alzheimer es la forma más conocida de demencia, aunque no la única.

  1. Trastorno afectivo bipolar

Se presenta mediante cambios extremos en el estado de ánimo, desde episodios de euforia y energía excesiva hasta profundas depresiones. Puede generar irritabilidad, pérdida de memoria y alteraciones en el comportamiento.

Redes de apoyo

Más allá de la atención médica, es crucial fortalecer la salud emocional y la red de apoyo del adulto mayor. El aislamiento social, la pérdida de roles familiares y la falta de reconocimiento social inciden en el deterioro psicológico. Una red afectiva activa —compuesta por familiares, amigos o instituciones— tiene un impacto directo en la prevención, detección y tratamiento de estos trastornos.

“Saber que la calidad de vida que tendremos cuando lleguemos a la vejez dependerá de cómo pasé mi vida las décadas anteriores, si me mantuve activo física, mental y socialmente; si desarrollé habilidades inter e intrapersonales fortaleciendo mi flexibilidad y adaptabilidad… buscar ayuda y atención necesaria para mi condición física, mental o espiritual es fundamental”, reflexiona la docente de Unifranz.

Enfrentar estos desafíos implica un cambio en el enfoque tradicional. No basta con tratar los síntomas, es necesario crear entornos inclusivos, empáticos y culturalmente adecuados. Iniciativas como universidades para el adulto mayor, actividades recreativas adaptadas y grupos de apoyo psicológico pueden mejorar significativamente la calidad de vida.

La salud mental en la vejez no debe ser un tema marginal. Representa una responsabilidad colectiva que demanda atención desde la familia, el sistema de salud y la sociedad en su conjunto. Reconocer el valor de la experiencia acumulada, brindar espacios dignos para envejecer y derribar estigmas son pasos esenciales hacia una vejez más plena, humana y saludable.

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Manuel Joao Filomeno Nuñez

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