Ocho pasos para fomentar la empatía en el lugar de trabajo y mejorar el clima laboral

En un mundo laboral cada vez más exigente y competitivo, la empatía se posiciona como una habilidad esencial para construir entornos más saludables, colaborativos y humanos. Fomentar la comprensión emocional entre empleadores y empleados no solo mejora el ambiente laboral, sino que también fortalece la productividad, la retención del talento y el compromiso organizacional. Este parámetro es reconocido, por ejemplo, por organizaciones como Great Place to Work (GPTW) como un factor que enriquece una cultura organizacional sólida y basada en el respeto y el bienestar integral.
“Es muy importante fomentar una cultura de apoyo, empatía, respeto y solidaridad entre los compañeros de trabajo a través de programas de mentoría, grupos de apoyo o la comunicación abierta y el trabajo en equipo”, sostiene Cinthia Ashanti Romero, directora de Capital Humano de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, quien destaca el valor estratégico de incorporar la empatía en la cultura organizacional.
Numerosos estudios respaldan esta visión. Por ejemplo, una investigación realizada por el Center for Creative Leadership reveló que los líderes empáticos son percibidos como mejores desempeñando sus funciones, logran mayor compromiso por parte de sus equipos y promueven entornos laborales más inclusivos y cooperativos. La empatía, lejos de ser un concepto abstracto, es una herramienta práctica para fortalecer vínculos y resolver conflictos en las empresas.
Ocho pasos para fomentar la empatía en el entorno laboral
Center for Creative Leadership identifica ocho pasos fundamentales para construir una cultura de empatía en el trabajo. Cada uno de ellos contribuye a consolidar un ambiente laboral donde las personas se sientan escuchadas, valoradas y comprendidas.
- Escuchar con atención
La escucha activa es el primer pilar de la empatía. Implica mucho más que oír: significa prestar atención plena a lo que la otra persona comunica, tanto con palabras como con gestos.
“La empatía comienza cuando dejamos de lado nuestras propias ideas por un momento para comprender el mundo del otro”, afirma la organización. Este tipo de escucha promueve el diálogo sincero, fortalece relaciones laborales y genera espacios colaborativos.
- Expresar emociones genuinas
Romero subraya que la empatía también implica expresar lo que uno siente. La apertura emocional permite una comunicación más honesta y profunda. Reprimir emociones, por el contrario, puede generar tensiones y distanciamiento. Hablar, compartir y mostrarse vulnerable con respeto fomenta una cultura de confianza y conexión emocional.
- Promover el autocuidado y el cuidado colectivo
La empatía empieza por uno mismo. Cuidar la salud física, emocional y mental es indispensable para poder estar disponibles para los demás. Esto incluye respetar los propios límites y mantener hábitos saludables, así como cuidar el entorno común. Según Romero, este paso puede traducirse en acciones como sesiones de bienestar, talleres de manejo del estrés y horarios laborales flexibles.
- Vivir los valores organizacionales
El respeto, la solidaridad, la confianza y la amistad son valores que sustentan la empatía. Cuando las personas actúan guiadas por estos principios, se genera un marco ético que facilita la comprensión mutua. Incluir estos valores en la cultura corporativa permite que las relaciones laborales se construyan sobre una base sólida.
- Desarrollar la observación empática
Observar es una forma de escuchar sin palabras. Gestos, expresiones y silencios dicen mucho sobre el estado emocional de las personas. Esta capacidad resulta fundamental para identificar señales de malestar o necesidad, especialmente en contextos donde no se verbalizan las emociones. Una mirada atenta puede hacer la diferencia para detectar y atender situaciones complejas en el equipo de trabajo.
- Ser flexible ante las diferencias
Cada persona tiene ritmos, necesidades y perspectivas distintas. La empatía exige dejar de lado la rigidez para adaptarse con apertura a las realidades del otro. Romero destaca que “la empatía flexible permite aprender del otro, aceptar diferencias y encontrar puntos de encuentro desde el respeto”. En contextos diversos, esta flexibilidad se convierte en una herramienta clave para la inclusión.
- Fortalecer la autoestima
Una autoestima saludable es la base de la empatía auténtica. Quien se siente seguro de sí mismo puede ofrecer apoyo a los demás sin sentirse amenazado. Cuidar el bienestar emocional propio permite estar presente con sensibilidad ante las dificultades ajenas. La empatía no implica sacrificio ni desgaste, sino una presencia consciente y equilibrada.
- Practicar la asertividad
Finalmente, la empatía requiere capacidad para comunicar de forma clara, respetuosa y firme. La asertividad permite expresar ideas y emociones sin agredir ni someterse. Esta habilidad ayuda a establecer límites sanos y a construir entornos donde todos se sienten escuchados y valorados. Como señala el documento, “la empatía no es sumisión: es firmeza con sensibilidad”.

Hacia una cultura organizacional empática
Más allá de una habilidad individual, la empatía puede transformarse en un valor organizacional. “La empatía organizacional es la capacidad de las compañías para hacer un buen uso de la escucha activa, de manera que se proporciona un ambiente de trabajo saludable donde las personas se sienten valoradas”, indica Romero.
Crear condiciones para que esta empatía se exprese de forma auténtica requiere compromiso desde la alta dirección y coherencia en las políticas internas. La transparencia, la veracidad y la confianza son condiciones necesarias para que los equipos se sientan seguros al compartir sus desafíos. Un ejemplo de ello es la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, reconocida como uno de los mejores lugares para trabajar en Bolivia por la organización internacional Great Place to Work, gracias a su apuesta por una cultura organizacional basada en la empatía, el respeto y el bienestar integral.
Fomentar la empatía no es solo una decisión ética, sino también estratégica: empresas más empáticas son también más humanas, resilientes y sostenibles. Así lo demuestra el caso de Unifranz, cuyo enfoque centrado en las personas le ha valido el reconocimiento como Great Place to Work, un sello que valida sus prácticas institucionales orientadas al cuidado emocional, la inclusión y la creación de entornos laborales donde cada integrante se siente valorado y escuchado.