El liderazgo es la habilidad de sacar lo mejor de las personas y aprovechar su talento para lograr objetivos específicos. Este concepto, sin embargo, es mucho más complejo y multifacético de lo que parece a primera vista.
Los líderes no solo nacen con ciertas características innatas, sino que también construyen y refuerzan su liderazgo a lo largo del tiempo, adaptándose a diferentes contextos y necesidades.
Un líder efectivo debe equilibrar tres elementos cruciales: sus características personales, los objetivos que debe alcanzar y la cultura de la organización en la que se encuentra.
No existe un líder universal que se ajuste a todas las empresas o situaciones. El éxito en el liderazgo depende de la capacidad de alinear estas tres dimensiones, según Enrique Ferreyra, director ejecutivo de Consulters Home y disertante en el taller de Liderazgo y Cultura, organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
“Hay ciertas habilidades que necesitamos y esas habilidades están relacionadas con objetivos específicos y la cultura de la empresa. No hay líderes que sirvan para todas las empresas ni para todos los objetivos que quieran lograr las empresas”, puntualiza el experto en capital humano.
Características personales
Algunas personas parecen tener una predisposición natural para el liderazgo. Desde pequeños, algunos individuos muestran una capacidad innata para convencer, persuadir y dirigir a otros. Esta predisposición puede ser observada en diversas culturas y contextos, desde niños que ayudan en los negocios familiares hasta jóvenes emprendedores en países desarrollados.
Sin embargo, estas características innatas no son suficientes por sí solas. Los líderes también se forman a través de sus experiencias y la educación que reciben. Padres y educadores que empoderan a los niños, permitiéndoles tomar decisiones y aprender de sus errores, están cultivando futuros líderes.
“Ése es el tipo de liderazgo que tenemos, ése es el tipo de liderazgo que podemos decir que hay cierta predisposición, pero los otros liderazgos se van haciendo con la vida”, reflexiona.
Por ejemplo, según Ferreyra, en los países desarrollados los niños trabajan como niños, aprenden el valor del dinero o se compran cosas con sus propios ingresos, pero sin dejar de ser niños.
“Hay niños que están haciendo empresas o emprendimientos, así se incentiva el liderazgo. Que un niño trabaje no es sinónimo de explotación (…). Evidentemente, se nace con la predisposición a ser líder, pero también se va haciendo por necesidad y porque los padres saben dirigir”, agrega el experto peruano.
La capacidad de adaptarse, aprender y crecer es fundamental para el desarrollo de un liderazgo efectivo.
Objetivos y contexto
Un líder no es adecuado para todas las situaciones o metas. Por ejemplo, un líder que es excelente en la fase de inicio de una empresa puede no ser el mejor para mantener la estabilidad de la misma a largo plazo.
Las habilidades necesarias para lanzar un proyecto son distintas de las que se requieren para gestionar su crecimiento o para llevar a cabo una venta exitosa.
Además, el contexto cultural y organizacional influye significativamente en el liderazgo. Un líder debe ser capaz de comprender y adaptarse a la cultura de la empresa, así como a las expectativas y valores de su equipo.
En diferentes momentos de la vida de una empresa, se pueden necesitar distintos tipos de liderazgo. Por ejemplo, en tiempos de crisis, puede ser necesario un líder más directivo y decidido, mientras que, en épocas de estabilidad, un líder colaborativo y consultivo puede ser más efectivo.
“No todos los liderazgos sirven para todos los equipos ni para todos los momentos de la empresa; hay gente que es muy buena para arrancar empresas y hay otras que son muy buenas para vender la empresa o para mantenerla. A veces, ni siquiera tus propios amigos del colegio te sirven para toda la vida. Tienes que aprender a tener amigos en la infancia, en la universidad o en el trabajo, porque son de instancias de la vida”, señala.
El ejemplo es uno de los métodos de aprendizaje más poderosos. En diversas culturas, el liderazgo se establece a través de la imitación de aquellos que demuestran fuerza, sabiduría y capacidad para tomar decisiones. Los líderes efectivos son aquellos que no solo hablan de valores y metas, sino que los encarnan en su comportamiento diario.
La vocación del líder
El liderazgo también puede ser visto como una vocación. Aquellos que lideran con pasión y dedicación no solo logran resultados, sino que también transforman a las personas y a las organizaciones.
Esta vocación implica sacrificios, pero también una profunda satisfacción al ver los logros y el crecimiento de aquellos a quienes se lidera.
En muchos casos, las personas descubren su verdadera vocación de liderazgo a través de experiencias y desafíos que enfrentan en su vida profesional. Cambiar de área, asumir nuevas responsabilidades y enfrentar situaciones difíciles pueden revelar talentos y capacidades que antes no eran evidentes.
“Muchas veces, la vida misma te permite aprender a desarrollar vocaciones que se vuelven tu verdadera intención que tenías de siempre pero que no lo habías descubierto (…), creo que es un tema de vocación que te enfoques con pasión en algo que consideras que va a ser importante”, añade.
El liderazgo es una combinación de características innatas y habilidades adquiridas y desarrolladas a lo largo del tiempo. No hay un único camino para convertirse en líder, y las cualidades necesarias pueden variar dependiendo del contexto y los objetivos. Sin embargo, los líderes efectivos comparten una capacidad común para adaptarse, aprender y crecer, así como una pasión y dedicación que inspiran a los demás.