Los cuatro pilares del aprendizaje redefinen la enseñanza y el aprendizaje

El aprendizaje no es un proceso accidental ni improvisado. Es el motor del desarrollo humano, clave para el crecimiento intelectual, emocional y social de las personas. En contextos educativos, laborales o personales, aprender permite adaptarse, crear, decidir y evolucionar. Y aunque cada persona aprende a su manera, la ciencia cognitiva ha demostrado que existen principios universales que potencian este proceso.
Ariel Villarroel, experto en pedagogía y miembro de la Jefatura de Enseñanza y Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, sostiene que estos principios pueden organizarse en torno a un modelo claro y potente: los cuatro pilares del aprendizaje.
“Aplicar estos principios puede mejorar significativamente los métodos educativos y potenciar el aprendizaje en todos los niveles. La investigación de Dehaene no solo aporta una comprensión más profunda del cerebro humano, sino que también ofrece herramientas prácticas para optimizar el aprendizaje en la vida diaria”, afirma Villarroel.
Este modelo fue propuesto por el neurocientífico francés Stanislas Dehaene, una de las máximas autoridades mundiales en neuroeducación. Dehaene, combinando años de investigación en neurociencia cognitiva, sintetizó los mecanismos esenciales que permiten al cerebro adquirir, procesar y consolidar información. Así nacieron los cuatro pilares del aprendizaje: atención, compromiso activo, retroalimentación y consolidación. Lejos de ser conceptos teóricos, estos pilares ofrecen una guía práctica para optimizar la enseñanza, diseñar experiencias significativas y fomentar el pensamiento autónomo.
Estos cuatro elementos no funcionan de manera aislada, sino como un sistema integrado. La atención dirige los recursos mentales hacia los estímulos relevantes; el compromiso activo permite una interacción profunda con el contenido; la retroalimentación regula y afina el proceso; y la consolidación transforma la información temporal en conocimiento duradero. Ignorar alguno de estos factores reduce notablemente la efectividad del aprendizaje, mientras que aplicarlos conscientemente genera entornos más estimulantes, participativos y eficaces.

Los cuatro pilares
- Atención: el filtro esencial del aprendizaje
La atención es el primer paso y el cimiento de todo proceso de aprendizaje. Es la capacidad del cerebro para concentrarse en un estímulo relevante mientras descarta lo irrelevante. En un mundo lleno de distracciones, educar la atención es tan importante como enseñar contenido.
“Filtra las distracciones y permite al cerebro concentrarse en la tarea de aprendizaje. Sin atención, es imposible procesar y retener nueva información de manera efectiva”, explica Villarroel.
Dehaene sostiene que sin atención, el aprendizaje simplemente no ocurre, porque el cerebro necesita enfocar sus recursos limitados. La atención actúa como un reflector que ilumina los datos que deben ser procesados. Los docentes deben captar el interés de sus estudiantes desde el inicio y sostenerlo con estímulos visuales, preguntas desafiantes o actividades dinámicas que mantengan al cerebro activo.
- Compromiso activo: aprender haciendo
Aprender no es sólo recibir información: es trabajar con ella. El compromiso activo implica que el estudiante se involucre de manera emocional, intelectual y práctica con lo que está aprendiendo. Resolver problemas, discutir, experimentar, explorar: todas estas acciones enriquecen el proceso cognitivo.
“Al involucrarse activamente, los estudiantes no solo reciben información, sino que la procesan, la cuestionan y la aplican, lo que facilita la construcción de conexiones neuronales más fuertes y duraderas”, indica Villarroel.
La investigación muestra que cuando las personas aprenden activamente, no solo comprenden mejor el contenido, sino que lo recuerdan por más tiempo. Este enfoque activa diversas regiones del cerebro, reforzando los aprendizajes mediante la experiencia y el razonamiento crítico.
- Retroalimentación: corregir para avanzar
Permite evaluar lo aprendido, corregir errores y mejorar el desempeño. Para que sea efectiva, debe ser inmediata, clara, específica y orientada a la mejora.
La retroalimentación no es solo una corrección, es una oportunidad para pensar sobre el proceso. Aprender del error —y no temerle— es una habilidad poderosa. La neurociencia ha demostrado que nuestro cerebro aprende mejor cuando confronta sus hipótesis con la realidad, ajustando sus modelos internos.
En entornos educativos, esto implica generar una cultura donde el error se entienda como parte del proceso, no como señal de fracaso. Un buen docente es aquel que guía con precisión, no que evalúa con dureza.
- Consolidación: fijar el aprendizaje para siempre
Es el proceso mediante el cual el cerebro convierte la información reciente en conocimiento duradero. Este pilar ocurre sobre todo durante el sueño, cuando el cerebro organiza lo aprendido y lo conecta con conocimientos previos.
“La consolidación asegura que los aprendizajes se mantengan a largo plazo y puedan ser recuperados y aplicados en el futuro. Sin consolidación, el conocimiento adquirido puede desvanecerse rápidamente”, explica Villarroel.
El repaso periódico, la repetición espaciada y los ejercicios de aplicación práctica ayudan a reforzar la consolidación. Asimismo, dormir bien y tener momentos de pausa también son parte del aprendizaje. En un entorno educativo, ofrecer tiempo para revisar, reflexionar y aplicar lo aprendido es tan importante como enseñar nuevos temas.
Un modelo con impacto real
Los cuatro pilares del aprendizaje no son una fórmula mágica, pero sí una guía poderosa. Aplicarlos puede transformar el aula, la capacitación laboral o el desarrollo personal. Desde la infancia hasta la vida adulta, entender cómo aprende nuestro cerebro permite tomar decisiones más informadas sobre qué, cómo y cuándo enseñar.
“Cuando entendemos cómo funciona el cerebro, dejamos de enseñar contenidos al vacío y comenzamos a construir experiencias que realmente transforman. La atención, el compromiso, la retroalimentación y la consolidación no solo son pilares del aprendizaje, son también pilares del cambio”, concluye Villarroel.