La verdad detrás del sleep learning: ¿Qué ocurre en tu cerebro cuando duermes?

Dormir con audífonos repitiendo vocabulario o fórmulas parece una solución mágica para muchos estudiantes. Pero, ¿realmente se puede aprender mientras se duerme? La ciencia ha comenzado a explorar esta posibilidad, conocida como sleep learning, y aunque sus hallazgos son prometedores, también advierte sobre sus límites y riesgos.
“El sueño tiene un papel esencial en la consolidación de la memoria, pero eso no significa que se pueda aprender contenido complejo durante el descanso”, explica Fernando Siles, docente de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Durante el sueño, sobre todo en la fase NREM (sueño de ondas lentas), el cerebro organiza y fortalece lo que aprendimos despiertos. Esto no equivale a adquirir conocimientos nuevos, pero sí a reforzar lo que ya ha sido codificado previamente en la memoria de corto plazo. Es como repasar sin darnos cuenta.
“La ciencia ha detectado patrones de actividad eléctrica en el hipocampo que sugieren una especie de reactivación de lo aprendido, pero no hay pruebas sólidas de que podamos, por ejemplo, estudiar historia o aprender un idioma nuevo solamente mientras dormimos”, aclara Siles.
Lo que sí ha sido documentado es la “reactivación selectiva de recuerdos”. Si una persona estudia cierta información y luego escucha sonidos asociados a ella mientras duerme, puede recordarla mejor al día siguiente. Sin embargo, esto no se aplica a temas desconocidos ni a conceptos abstractos o complejos.
“La información emocional o repetitiva tiene más posibilidades de ser procesada durante el sueño. Eso explica por qué algunas canciones que escuchamos antes de dormir pueden sonar familiares al despertar, pero no equivale a una comprensión real”, sostiene Siles.
El sueño profundo también cumple una función de filtrado: elimina datos irrelevantes y prioriza los más significativos. Por eso, no basta con escuchar grabaciones: el cerebro selecciona lo que retiene, y lo hace según nuestras experiencias y estados emocionales, no por repetición mecánica.
“El cerebro no se apaga por completo mientras dormimos. En realidad, continúa procesando y reestructurando estímulos. Pero eso es diferente a absorber información nueva desde cero”, reitera Siles.
Esto explica por qué algunas personas despiertan con ideas creativas o soluciones a problemas. El sueño reorganiza datos y permite nuevas conexiones, pero no actúa como una clase nocturna automática. No existen atajos para el conocimiento profundo ni para el aprendizaje efectivo.
“La higiene del sueño es prioritaria. Si interrumpimos nuestras fases naturales de descanso con sonidos constantes, podríamos provocar insomnio, fatiga o incluso trastornos neurológicos a largo plazo”, advierte Siles.
Es decir, intentar aprender dormidos podría resultar contraproducente. Más aún si se interrumpe el ritmo circadiano con estímulos externos. La calidad del sueño se ve afectada, lo que repercute directamente en la concentración, el estado de ánimo y el rendimiento intelectual al día siguiente.
“El sueño no es una etapa pasiva, es parte activa de nuestros procesos cognitivos. Si lo cuidamos y lo entendemos, puede convertirse en un gran aliado para el aprendizaje, siempre que no esperemos milagros de él”, concluye el docente universitario de Unifranz.
La idea de aprender mientras dormimos sigue siendo atractiva, pero la ciencia pone los pies en la tierra: lo que el cerebro hace en la noche es complementar y reforzar, no sustituir el estudio consciente. Dormir bien, por tanto, no es una forma de estudiar, pero sí una parte clave para recordar lo que ya se estudió.