La inteligencia artificial generará nuevos y mejores empleos: el reto está en cómo preparar a los profesionales del futuro

La irrupción de la inteligencia artificial (IA) ha generado una ola de incertidumbre sobre el futuro del empleo. Sin embargo, cada avance tecnológico a lo largo de la historia —desde la revolución industrial hasta la era digital— ha provocado más creación que pérdida de empleos. Ahora, la IA no solo transforma industrias, sino que plantea un desafío directo a las universidades: ¿cómo formar profesionales para trabajos que aún no existen, pero que serán claves en los próximos años?

“La inteligencia artificial llegó para quedarse y aquellos que se unan a la vanguardia serán los que lideren la transformación en el mundo laboral lleno de posibilidades”, asegura Rafael Vidaurre, coordinador del Observatorio Nacional del Trabajo (ONT) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), el 40% de los empleos del mundo están expuestos a la IA, cifra que asciende al 60% en países con economías avanzadas. No obstante, los datos no deben interpretarse únicamente como amenaza. Para el Banco Mundial, el impacto dependerá en gran medida de las decisiones políticas, fiscales y educativas: la IA puede reemplazar o complementar el trabajo humano, y el resultado final está aún en nuestras manos.

La universidad frente al desafío del cambio

La universidad, como institución formadora de talento, enfrenta una presión sin precedentes: ya no basta con enseñar contenidos técnicos o teóricos, ahora es necesario desarrollar habilidades adaptativas, pensamiento crítico y competencias digitales que permitan a los futuros profesionales navegar con éxito en un entorno en constante cambio.

Sergio Valenzuela, docente de la carrera de Ingeniería de Sistemas de Unifranz y experto en IA, enfatiza esta transformación. “Siempre que una nueva tecnología emerge, se abren puertas para la aparición de nuevos trabajos. Lo importante va a ser poder adaptarse”.

Este cambio implica repensar los planes de estudio, integrar el uso de la IA en el aula, fomentar la interdisciplinariedad y formar en áreas que van más allá del conocimiento técnico, como la ética digital, el trabajo colaborativo y la gestión de datos. Universidades como Unifranz ya impulsan espacios de innovación educativa y alianzas con el sector productivo para responder a esta necesidad.

Nuevas oportunidades laborales: más allá del reemplazo

Aunque algunos empleos desaparecerán, emergen otros completamente nuevos. El Foro Económico Mundial (WEF) y estudios de Meta anticipan al menos ocho profesiones que cobrarán protagonismo en la era de la IA:

  1. Entrenadores de IA: encargados de enseñar a los algoritmos cómo interactuar con humanos.
  2. Analistas de datos: necesarios para interpretar la creciente cantidad de información generada.
  3. Profesionales de salud asistidos por IA: médicos y técnicos que utilizan herramientas inteligentes para diagnósticos más precisos.
  4. Ingenieros y desarrolladores de IA: que diseñen e implementen soluciones tecnológicas.
  5. Artistas 3D y creadores de contenido inmersivo: indispensables para experiencias digitales y metaverso.
  6. Asesores de ética en IA: expertos en regulación, sesgo algorítmico y derechos digitales.
  7. Consejeros de acondicionamiento físico remoto: en línea con la salud digital personalizada.

Esto muestra que el trabajo del futuro no es necesariamente tecnológico, sino que exige combinar habilidades humanas con capacidades técnicas. La creatividad, la empatía, la capacidad de aprendizaje continuo y la comunicación serán tan valiosas como el dominio del código.

¿Quiénes liderarán esta transformación?

Pedro Sáenz, vicerrector de Unifranz y director del ONT, señala que la IA debe utilizarse como una herramienta de simplificación.

“Tenemos que verla como una oportunidad, en el sentido de que obliga a las personas a capacitarse en cosas más puntuales y específicas. Los trabajos rutinarios vienen siendo desarrollados por máquinas que no requieren mucho del aporte humano”, explica.

Sáenz considera que el papel de las universidades es formar profesionales que trabajen con la IA, no que compitan contra ella. Esto incluye actualizar contenidos, crear programas de educación continua y construir puentes con el mundo empresarial. Además, sugiere fortalecer el acceso a Internet, reducir la brecha digital y democratizar la capacitación tecnológica.

¿Qué rol tienen las políticas públicas?

La transición hacia una economía potenciada por IA requiere del respaldo del Estado. Inversiones públicas en infraestructura digital, educación técnica y reentrenamiento profesional serán determinantes para que países como Bolivia no queden rezagados frente al cambio.

Durante la revolución industrial, los gobiernos invirtieron masivamente en alfabetización. Hoy, se requiere un esfuerzo similar para formar en competencias digitales, pensamiento lógico y programación básica. 

El Banco Mundial advierte que la respuesta política marcará la diferencia entre un futuro inclusivo o desigual. “El impacto en el empleo dependerá de si la IA sustituye o complementa a los trabajadores, y la política fiscal, los incentivos y las regulaciones pueden influir en ello”.

Lejos de la narrativa alarmista que plantea a la IA como un “monstruo que devorará empleos”, la historia demuestra que la tecnología ha sido, en última instancia, un generador de oportunidades. Lo que hoy parece incierto, mañana será parte del día a día. Hace solo 20 años, nadie imaginaba que existirían millones de desarrolladores de apps o entrenadores personales virtuales.

La clave está en preparar a los jóvenes —y también a los adultos— para un mercado laboral que premiará la flexibilidad, la innovación y el aprendizaje continuo. Las universidades tienen el deber y el privilegio de liderar esta transformación, acompañando a las personas en la construcción de un futuro profesional sostenible.

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