Por Manuel Filomeno
El potencial de la inteligencia artificial (IA) en la educación es innegable, y su penetración en los centros educativos ha sido muy importante en los últimos años; sin embargo, es importante entender que su poder no reside en ser una solución para mejorar los procesos educativos, reemplazando a la mente humana, sino en ser una herramienta sobre la cual se pueda impulsar el pensamiento, señalan recientes estudios.
Una encuesta realizada en 2023, por Gallup en Estados Unidos, señala que el 82% de los estudiantes de pregrado y el 72% de los estudiantes de primaria y secundaria habían utilizado la IA para la escuela. De esta población estudiantil que usa IA, el 56% la usó para ayudar con las tareas de escritura y el 45% para completar otros tipos de tareas escolares.
Rodrigo Fábrega, experto en educación y docente del MIT Media Lab, uno de los laboratorios del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) indica que lo más importante para la implementación de la IA en la educación es no centrarse solo en su consumo, sino involucrar a los estudiantes en la comprensión y el desarrollo de la misma.
“La IAG (inteligencia artificial generativa) plantea tres desafíos: el primero es que podemos ser más eficientes usándola. Un docente destina casi la mitad de su tiempo a tareas que son automatizables. Segundo: volver a pensar cómo ofrecemos a los y las estudiantes un ambiente diseñado para querer aprender. Tercero: entender que la IA es una herramienta para que los estudiantes sean quienes enseñen a una máquina obediente a llevar a cabo ciertas tareas. Para utilizar la inteligencia artificial de manera cognitiva no basta con ser consumidores. No pasa por que el docente decida usar la IA simplemente. Es muy importante que se comprenda la tecnología, que se desarrolle sobre ella y que cree nuevo conocimiento de manera crítica”, argumenta.
Una investigación, realizada en la Universidad de Rutgers de EEUU, mostró que los estudiantes no están usando la IA solo para hacer sus tareas, sino que la usan para recibir ayuda para comprender temas complejos, generar ideas, refrescar sus conocimientos, crear nuevas formas de trabajo creativo, obtener comentarios, obtener consejos y mucho más.
Tradicionalmente, la educación ha seguido un enfoque de talla única, donde todos los estudiantes reciben la misma instrucción, independientemente de sus habilidades o necesidades individuales. La IA está cambiando esta situación al permitir la creación de programas de aprendizaje personalizados que se adaptan a las fortalezas y debilidades de cada estudiante, sostiene Andrea Henao, docente de la carrera de Administración de Empresas de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
“Los sistemas de IA pueden analizar datos de rendimiento de los estudiantes y ajustar los contenidos educativos para abordar las áreas donde se requiere mayor apoyo, ofreciendo ejercicios y recursos adicionales que mejoran la comprensión”, puntualiza.
Además, la IA automatiza la evaluación de trabajos y exámenes, una tarea que consume mucho tiempo para los educadores. Esto permite proporcionar retroalimentación inmediata a los estudiantes, liberando tiempo para que los docentes se concentren en aspectos más creativos y personalizados de la enseñanza.
Según Henao, los sistemas de IA pueden identificar patrones en los errores comunes de los estudiantes, ayudando a los educadores a ajustar sus estrategias de enseñanza.
Alentar el pensamiento
Un reciente estudio cualitativo profundo de profesores descubrió que los docentes que utilizan la IA tanto para la producción (crear una hoja de trabajo, desarrollar un cuestionario) como para ayudar con los aportes (pensar en lo que hace una gran novela, explicar qué son los números positivos y negativos) obtienen más valor que si utilizan la IA solo para producir resultados. Esto apunta a un camino útil a seguir en la IA para la educación, utilizándose con inteligencia y herramienta para ayudar a los humanos a pensar mejor.
Cada vez más, la IA se utiliza de la misma manera para los estudiantes, empujándolos a pensar, en lugar de usar la IA como una muleta.
La integración de la IA en la educación no es una posibilidad futura, es nuestra realidad presente y requiere un cambio en la forma en la que enseñamos, aprendemos y evaluamos el conocimiento.
“Cuando pensemos en la IA generativa, debemos pensar que es una tecnología para pensar, para ser productivo, para ser eficiente, pero por sobre todo y especialmente para la educación, es una tecnología para pensar cómo pensamos”, señala Fábrega,
Sin embargo, a pesar de sus beneficios, la integración de la IA en la educación plantea desafíos y consideraciones éticas, como la privacidad de los datos de los estudiantes y el riesgo de dependencia excesiva de la tecnología. Es crucial que las instituciones educativas implementen políticas claras y transparentes sobre el uso de la IA, asegurando que se respeten los derechos y la privacidad de los estudiantes.