Cómo las nuevas herramientas están transformando el cuidado de la vida

By Manuel Joao Filomeno Nuñez

La transformación digital avanza con fuerza en el sector salud y redefine, paso a paso, la manera en que los profesionales diagnostican, tratan y acompañan a los pacientes. En una era marcada por la inteligencia artificial, la telemedicina y los dispositivos conectados, la integración tecnológica ya no es un horizonte futuro, sino un proceso en plena marcha que exige adaptación constante.

“Las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial están generando un impacto significativo en el sector salud, especialmente en hospitales, consultorios y quirófanos”, expresa Jimmy Venegas, decano académico de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz).

Este cambio, no solo optimiza procesos, sino que abre la puerta a un ecosistema más eficiente y predictivo, capaz de anticipar riesgos clínicos y mejorar la toma de decisiones.

La inteligencia artificial ya es capaz de prever inasistencias a consultas médicas, detectar signos tempranos de sepsis o identificar patrones que antes pasaban inadvertidos. Estas herramientas, explica Venegas, permiten agilizar el flujo interno de los hospitales y evitar retrasos que afectan la calidad del servicio. 

“El verdadero beneficiado será el paciente, ya que estas tecnologías permiten optimizar procesos y enfocarse en lo realmente importante: su bienestar”, afirma el especialista.

Mientras tanto, la telemedicina —cuya expansión se aceleró durante la pandemia— consolidó un nuevo paradigma de atención, especialmente para poblaciones que antes enfrentaban barreras geográficas o de acceso. 

De acuerdo con estudios recientes publicados en revistas especializadas, la consulta remota no solo reduce tiempos y costos, sino que también mejora la continuidad del tratamiento y fortalece la adherencia de pacientes con enfermedades crónicas. Hoy, dispositivos como relojes inteligentes, glucómetros conectados o tensiómetros digitales permiten monitoreos continuos y alertas tempranas que complementan la labor clínica diaria.

Pero esta revolución tecnológica también reconfigura la relación entre médicos y pacientes. Gastón Cornejo, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de Unifranz, sostiene que “antes, los médicos eran la única fuente de información; ahora, los pacientes llegan a la consulta con conocimientos previos obtenidos de internet o herramientas de IA”, un cambio que convierte el acto médico en un diálogo más colaborativo. 

Según Cornejo, este nuevo escenario obliga a los profesionales a desarrollar competencias digitales y a fortalecer habilidades de comunicación para acompañar mejor a personas que hoy participan activamente en decisiones sobre su salud.

En ese camino, las nuevas generaciones de médicos deben adquirir capacidades que van más allá del conocimiento clínico tradicional. Venegas enfatiza la importancia del aprendizaje continuo en un entorno donde las tecnologías se actualizan con rapidez. 

“El ‘aprender a aprender’ es clave. Antes, un título marcaba el fin de la formación; ahora, los profesionales deben mantenerse en constante capacitación”, recalca el académico. 

Esta exigencia incluye manejo de datos, interacción con sistemas de inteligencia artificial, comprensión de algoritmos y la adaptación al uso de equipos avanzados como robots quirúrgicos de alta precisión.

La aplicación de tecnologías inmersivas también está transformando la enseñanza. Según Smithsonian Magazine y otros medios especializados, universidades en Estados Unidos ya emplean cadáveres digitales, realidad virtual y realidad aumentada para permitir que los estudiantes exploren órganos tridimensionales, repitan procedimientos o ensayen cirugías sin riesgos éticos ni biológicos. Estos avances, señala la literatura científica, facilitan un aprendizaje más dinámico y reducen la dependencia de cuerpos reales, un aspecto que históricamente ha generado controversias éticas.

Sin embargo, a pesar de los avances, persiste una interrogante central: ¿hasta qué punto la inteligencia artificial puede reemplazar el juicio humano? Para Cornejo, no hay dudas: “la inteligencia artificial debe ser un complemento, no un sustituto del conocimiento médico”. El criterio clínico, la empatía y la intuición siguen siendo elementos insustituibles, especialmente en situaciones de alta complejidad o en diagnósticos diferenciales donde los datos no siempre capturan la totalidad de la experiencia humana.

Los desafíos éticos también están sobre la mesa. Estudios recientes advierten que la privacidad de los datos, los sesgos algorítmicos y la inequidad en el acceso a tecnologías podrían ampliar brechas existentes en los sistemas de salud. Por ello, organismos internacionales y especialistas coinciden en la necesidad de normas robustas que garanticen un uso responsable de la información médica y eviten discriminaciones derivadas de modelos predictivos.

La revolución tecnológica en la medicina avanza con un ritmo acelerado y promete mejorar diagnósticos, optimizar tratamientos y ampliar el alcance de la atención. Pero su éxito dependerá, en gran medida, de la capacidad de los profesionales para adaptar su práctica, integrar nuevas herramientas y mantener un enfoque ético centrado en la dignidad humana.

Como concluye Cornejo, el desafío será encontrar “un equilibrio entre innovación y ética”, asegurando que la tecnología siga siendo una aliada al servicio de la vida.

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