Los espacios verdes combaten el estrés, la ansiedad y la depresión urbana

By Aldo Juan Peralta Lemus

Los espacios verdes promueven la actividad física, un factor clave para el equilibrio psicológico.

Los espacios verdes son pausas obligatorias para el bienestar emocional. Parques, jardines, plazas con árboles y corredores ecológicos urbanos ofrecen mucho más que belleza paisajística, porque son herramientas poderosas para mejorar la salud mental de las personas. Diversas investigaciones científicas confirman que el contacto con la naturaleza urbana reduce el estrés, alivia la ansiedad y mejora el estado de ánimo, convirtiéndose en un recurso vital para la vida en comunidad.

Liudmila Loayza, directora de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, sostiene que las personas son seres biopsicosociales (integración de factores biológicos, psicológicos y sociales), y que, por ese motivo, el ser humano pertenece a la naturaleza y, al igual que otros mamíferos, necesita del contacto con ella para poder vivir.

“Se ha demostrado con estudios científicos que los espacios verdes tienen un beneficio positivo en el estado de ánimo de los seres humanos. Por ejemplo, los grandes institutos psiquiátricos en todo el mundo disponen de jardines inmensos, con fuentes de agua (a veces) y otros recursos que hacen que las terapias en grupo y las terapias individuales tengan mayor efecto en las personas. Como les decía, es imposible estar en un entorno tan tranquilo y sentirse angustiado”, expone la académica.

Un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sobre El valor de los espacios verdes urbanos, destaca que estos tienen un valor multifacético, ya que no solo contribuyen al bienestar físico y mental de las personas al reducir el estrés y fomentar la actividad física.

Además, promueven la cohesión social y el desarrollo sostenible al ofrecer lugares de encuentro, fortalecer el sentido de comunidad y reducir las desigualdades en el acceso a entornos saludables y agradables.

Otro estudio publicado en Environmental Research analizó varios trabajos y encontró que estar en contacto con espacios verdes ayuda a reducir problemas como el TDAH en niños y la demencia en personas mayores. Estos entornos naturales estimulan la mente y ayudan a disminuir los pensamientos negativos. Por ejemplo, en Japón se practica el «baño de bosque» (Shinrin-yoku), que consiste en caminar por bosques y ha demostrado mejorar la salud mental y reducir la presión arterial.

De la misma manera, caminar, mirar un parque o simplemente observar un árbol desde la ventana puede disminuir los niveles de cortisol, la hormona relacionada con el estrés. Esta exposición al verde urbano ayuda a relajar el sistema nervioso, disminuye la irritabilidad y fomenta una sensación de calma. Incluso breves momentos al aire libre tienen un efecto restaurador que permite a la mente recuperarse del cansancio generado por la rutina y el trabajo.

“El beneficio de estar en contacto con la naturaleza es muy positivo. La misma exposición al sol hace que uno aumente la asimilación de vitamina D, que tiene un alto efecto en un estado de relajación. Entonces, todo contacto con la naturaleza tiene un efecto positivo en el estado de ánimo y en el estado psicológico de las personas”, destaca la académica de Unifranz.

En zonas densamente pobladas, donde predominan el asfalto y el ruido, los espacios verdes funcionan como pulmones emocionales. Son particularmente valiosos para personas mayores, niños y personas con problemas de salud mental, quienes encuentran en estos lugares un alivio para la ansiedad y la depresión. Por eso, cada vez más ciudades apuestan por incluir jardines verticales, techos verdes y parques accesibles como parte de su planificación urbana.

“Por ejemplo, los grandes institutos psiquiátricos en todo el mundo disponen de jardines inmensos, algunos con fuentes de agua y otros recursos, que hacen que las terapias en grupo y las terapias individuales tengan mayor efecto en las personas. Es imposible estar en un entorno tan tranquilo y sentirse angustiado”, sostiene Loayza.

Algunos de los espacios verdes urbanos novedosos, alrededor del mundo, están en Nueva York: el High Line transformó una antigua vía férrea en un parque elevado que ha reducido el estrés y aumentado la interacción social entre los vecinos. En Barcelona, el Parque Güell no solo es un sitio turístico, sino también un espacio que ayuda a disminuir la ansiedad en la población local.

En Singapur, los Jardines de la Bahía, que combinan naturaleza y tecnología, han demostrado mejorar el bienestar emocional de los visitantes frecuentes. Por último, el Bosque Metropolitano de Madrid, un proyecto aún en desarrollo, busca rodear la ciudad con zonas verdes, siguiendo ejemplos europeos que han logrado reducir hasta en un 12 % los ingresos hospitalarios por problemas de salud mental.

Estos espacios también promueven la actividad física, un factor clave para el equilibrio psicológico. Caminar, correr, montar bicicleta o practicar yoga en un entorno natural incrementa la liberación de endorfinas, conocidas como las hormonas de la felicidad.

Al mismo tiempo, los parques urbanos fomentan la interacción social: conversar con alguien mientras se pasea al perro, la realización de eventos comunitarios y participar en ellos son acciones que fortalecen los lazos sociales, combatiendo de esta manera la soledad y el aislamiento que tantas veces acompañan la vida en la ciudad.

“Todo contacto con la naturaleza tiene un efecto positivo en el estado de ánimo y en el estado psicológico de las personas”, concluye la académica.

Liudmila Loayza es Psicóloga y Directora de la carrera de Psicología en Unifranz

Deixe um comentário

O seu endereço de e-mail não será publicado. Campos obrigatórios são marcados com *