Técnicas para entrenar la memoria y lograr un rendimiento óptimo

La memoria es una de las funciones cognitivas más valiosas para el aprendizaje, el trabajo y las diferentes actividades de la vida cotidiana. Sin embargo, afecciones como el estrés y el exceso de información pueden afectarla. Al igual que el cuerpo, el cerebro puede entrenarse para mantenerse activo y fuerte con diferentes ejercicios y hábitos, respaldados por la ciencia, que ayudan a potenciar la memoria y mejorar la agilidad mental a cualquier edad.
Pedro Wáskar Aramayo, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, sostiene que entender cómo funciona la memoria y entrenarla adecuadamente son aspectos fundamentales para mantener el cerebro en buen estado, conservar la agilidad mental y reducir el riesgo de sufrir problemas de memoria o deterioro cognitivo con el paso del tiempo.
“La memoria, como un músculo, puede entrenarse. Integrar hábitos en la vida cotidiana no solo ayuda a recordar mejor, sino que también contribuye a un bienestar integral que se refleja en nuestra calidad de vida”, explica el académico.
Uno de los principales motivos para ejercitar la memoria es el rendimiento cognitivo. La memoria actúa como un músculo: cuanto más la usamos y desafiamos, más fuerte y eficiente se vuelve. Estudios realizados por la Journal of Cognitive Neuroscience muestran que el entrenamiento cognitivo regular mejora la atención, la capacidad de concentración, la resolución de problemas y la memoria a corto plazo, habilidades cruciales en el estudio, el trabajo y la vida diaria.
La memoria no solo ayuda a recordar datos o experiencias, sino que también está profundamente ligada a la identidad, las decisiones y la manera en que se enfrentan los desafíos cotidianos. Por eso, mantenerla activa y saludable a lo largo del tiempo es fundamental para preservar la calidad de vida, especialmente a medida que se envejece.
Técnicas de memorización
Entre las técnicas más destacadas se encuentra la repetición espaciada, que consiste en repasar la información en intervalos de tiempo que se van ampliando progresivamente. Este enfoque permite reforzar la memoria a largo plazo y evitar el olvido rápido de lo aprendido. Aplicaciones como Anki utilizan este sistema, ajustando automáticamente los tiempos de repaso según el nivel de dominio del usuario.
Otra estrategia útil es la mnemotecnia digital, que combina recursos tradicionales como acrónimos, rimas, asociaciones e imágenes mentales con herramientas visuales y multimedia. Estas técnicas permiten transformar información compleja en elementos fáciles de recordar, y muchas aplicaciones ofrecen funciones para crear ayudas visuales, sonoras o interactivas que enriquecen la experiencia de estudio. Aplicaciones como Brainscape son de las más recomendadas para la mnemotecnia, al usar tarjetas virtuales.
También destaca la fragmentación o chunking, que consiste en dividir la información en bloques pequeños o agrupaciones significativas. Este método facilita tanto el almacenamiento como la recuperación de datos. Diferentes plataformas digitales de estudio permiten organizar el contenido en segmentos o unidades temáticas, lo que apoya directamente esta técnica.
El método Loci, también conocido como palacio de la memoria, es otra técnica poderosa. Se basa en asociar la información con lugares físicos o virtuales que sean familiares para el usuario. Hoy en día, existen herramientas digitales que permiten crear mapas mentales interactivos, donde se puede “anclar” la información, haciendo más fácil su evocación posterior.
Por último, el recuerdo activo (active recall) es una técnica ampliamente respaldada por la neurociencia. Consiste en intentar recuperar la información de la memoria antes de consultar la respuesta correcta. Esta práctica fortalece significativamente la retención a largo plazo. Las aplicaciones de tarjetas de estudio y cuestionarios interactivos están diseñadas específicamente para promover este tipo de aprendizaje.
“La memoria es uno de los procesos psicológicos básicos. Nos permite ser funcionales y adaptarnos al entorno. Existen dos tipos de memoria: de corto y largo plazo. En el caso de la primera, una vez que la información deja de ser útil, se elimina del almacén temporal para dar paso a nueva información, que se usará durante un tiempo determinado mientras sea útil, y así seguir el ciclo. A menos que se necesite mantenerla; en ese caso, pasa a la memoria de largo plazo”, explica el experto de Unifranz.
Potenciar la memoria no es cuestión de magia, sino de disciplina. Integrar estos ejercicios y hábitos en la rutina diaria no solo mejora la retención de información, sino que también mantiene el cerebro ágil, favorece el aprendizaje y contribuye a un envejecimiento saludable.