Emprender en tiempos difíciles: cómo florecer en medio de la crisis económica

Las ideas florecen incluso en tiempos difíciles.

En medio de una crisis económica nacional e internacional, marcada por la incertidumbre, emprender se ha convertido en una necesidad y una vía de transformación. A nivel global, los conflictos geopolíticos, las tensiones comerciales y la inflación han puesto a prueba la resiliencia de los mercados emergentes. En medio de esta tormenta, la semilla del emprendimiento encuentra tierra fértil para crecer. Porque allí donde unos ven crisis, otros identifican oportunidades.

“La crisis no hay que verla como algo malo, sino también como una oportunidad para hacer un poco de negocio”, sostiene Carlos Molina, director de la carrera de Ingeniería Comercial de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Esta perspectiva encuentra eco en el más reciente informe del Foro Económico Mundial (WEF), que en su primera Mesa Redonda de Líderes en Resiliencia reunió a representantes del sector privado, gobiernos e instituciones multilaterales. El objetivo: discutir cómo los mercados emergentes pueden no solo sobrevivir, sino también florecer en un entorno geopolítico y económico convulsionado.

El WEF identificó cuatro pilares esenciales para fomentar un crecimiento resiliente. En primer lugar, fortalecer las cadenas de suministro para que sean ágiles, localizadas y preparadas frente a shocks externos. Esto implica dejar de depender de sistemas centralizados y construir redes regionales más resistentes a interrupciones como las tensiones comerciales o la escasez logística.

Las empresas, concluyeron los expertos, deben desarrollar estrategias adaptativas y alineadas con sus contextos locales, lo que también fortalece los lazos con las comunidades. El WEF también señala que la financiación es una de las principales barreras para emprendedores en mercados frágiles.

Frente a este panorama, Carlos Molina ofrece una serie de pasos concretos para quienes desean lanzar un emprendimiento en tiempos de crisis. El primero: tener una visión clara del negocio.

“Si tú no tienes una idea clara hacia dónde quieres llevar tu negocio, estás sin rumbo, y eso lo que va a hacer es que empieces a disparar a diferentes lugares y vas a tener un fracaso”, advierte. El emprendedor debe preguntarse qué problema resuelve su producto, a quién va dirigido y cómo se diferencia de la competencia.

El segundo paso es observar al entorno y aprender de él. Analizar a la competencia, entender qué hacen bien otros negocios y adaptar sus mejores prácticas puede marcar la diferencia. “No siempre lo que hacemos nosotros está bien y lo que hace el resto está mal. Hay que ver qué hacen ellos para tratar de mejorar y seguir ese camino”, señala Molina.

Luego corresponde escuchar al cliente. Las necesidades cambian rápido, y los consumidores son cada vez más exigentes. “El emprendedor tiene que entender qué es lo que realmente le está vendiendo a las personas. Muchas veces nuestros emprendedores sacan un producto, pero ni siquiera saben por qué se está vendiendo”, explica. La capacidad de leer el mercado y adaptarse a sus tendencias permite mantenerse vigente y competitivo.

Otro aspecto clave es el manejo de las finanzas. Molina insiste en no sobreendeudarse y ser realista con la capacidad de inversión. En épocas difíciles, más que crecer aceleradamente, lo importante es sostenerse.

“Saber hasta dónde podemos llegar y no tratar de endeudarnos mucho, hasta esperar que la situación pueda cambiar”, recomienda.

Finalmente, el uso estratégico de la tecnología y la inteligencia artificial puede representar una ventaja competitiva decisiva. Desde analizar patrones de consumo hasta mejorar la segmentación en redes sociales, la IA abre puertas antes inaccesibles. Plataformas como TikTok, Instagram o WhatsApp Business están siendo utilizadas por emprendedores bolivianos para ampliar su alcance sin grandes inversiones. Según Molina, “la tecnología es una aliada poderosa si se la sabe usar con creatividad”.

Casos recientes lo demuestran: pequeños restaurantes que surgieron durante las filas para cargar combustible, emprendimientos de logística escolar, servicios a domicilio de ferreterías o asociaciones de trabajadores que integran plomería, carpintería y electricidad. Todos ellos son testimonios de que la innovación no siempre nace en laboratorios sofisticados, sino en la calle, en la necesidad, en la respuesta inmediata a una crisis.

Además, hay sectores que muestran mayor viabilidad en tiempos difíciles: alimentación, salud, servicios básicos, educación, logística y atención a personas mayores. Por el contrario, los rubros ligados a importaciones, bienes de lujo o grandes inversiones inmobiliarias enfrentan mayores riesgos

Emprender con éxito, enfatiza, no es solo arrancar bien, sino evolucionar. “Tienes que ver cómo tu producto se va adaptando a las nuevas tendencias y cómo va cambiando y evolucionando en el transcurso del tiempo”, concluye.

En esta línea, Unifranz se ha propuesto formar profesionales creativos, capaces de ver oportunidades donde otros sólo ven obstáculos. Con una formación orientada a la innovación, el pensamiento estratégico y la adaptación a entornos cambiantes, la universidad impulsa a las nuevas generaciones a emprender no solo como respuesta a la crisis, sino como una forma de transformar realidades. En el terreno árido de la incertidumbre, las ideas bien sembradas pueden florecer con más fuerza.

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