En medio de un panorama global marcado por la incertidumbre económica, las dificultades financieras adquieren mayor relevancia por su impacto devastador en la salud física y mental de millones de personas en todo el mundo.
La estrecha relación entre las finanzas personales y el bienestar integral de los individuos es innegable. Las tensiones financieras pueden desencadenar una cascada de efectos adversos, desde el estrés crónico hasta trastornos de ansiedad y depresión, pasando por problemas de salud física, que van desde la falta de acceso a una alimentación adecuada hasta el deterioro de la calidad del sueño.
“Las preocupaciones constantes por el gasto de dinero y la falta de recursos e insumos necesarios para vivir, se exacerban si, además, existen variables de acceso y servicios limitados, deudas económicas o problemas relacionadas a enfermedades que hacen una condición de escasez o inestabilidad”, indica Consuelo Medina, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Una investigación publicada en el Journal of Epidemiology and Community Health devela que las personas que experimentan inseguridad financiera tienen más del doble de probabilidades de desarrollar problemas de salud mental en comparación con aquellas que se sienten financieramente seguras.
Además, la relación entre la salud financiera y el bienestar físico también es evidente, con un mayor riesgo de enfermedades crónicas entre aquellos que enfrentan dificultades económicas.
Los trastornos de salud mental, que tienen al estrés como una de sus causas fundamentales, aumentan también el riesgo de otras enfermedades y contribuyen a lesiones no intencionales e intencionales.
Una encuesta realizada, entre 2021 y 2022, por la Fundación Educación & Ciencia para las Américas, con sede en Panamá, da cuenta que los tres países que presentan mayores índices de estrés financiero en Latinoamérica son Venezuela (96%), Colombia (95%) y Bolivia con un 94% de afectación.
Efectos en la salud física
Son varias formas en las que el estrés financiero afecta a la salud. Una tiene que ver con que estas personas llegan a limitar el acceso a alimentos nutritivos y saludables.
“Las personas con bajos ingresos pueden verse obligadas a recurrir a opciones alimenticias más económicas, pero menos saludables, lo que puede aumentar el riesgo de obesidad, enfermedades cardíacas, diabetes y otros problemas de salud física”, dice la académica.
La situación también impacta en la aparición de enfermedades no diagnosticadas o no tratadas, lo que a su vez puede afectar negativamente en la salud a largo plazo.
Para Medina, el estrés financiero se vuelve crónico, afecta en el diario vivir, impacta en el normal ritmo del sueño, altera el sistema inmune o lleva a afecciones constantes de irritabilidad, falta de concentración a actividades cotidianas y laborales, sensaciones de fatiga y cansancio, que aumentan los problemas cardiovasculares, entre otros.
Afectación psicológica y emocional
A nivel psicológico, el estrés financiero puede afectar la percepción de autoeficacia de una persona, con consecuencias negativas en su bienestar emocional. Las sensaciones de falta de control sobre la propia situación financiera pueden generar sentimientos de desesperanza y desamparo, o estados de depresión, apatía o tristeza.
Medina sostiene que el estigma social asociado con las dificultades financieras, podría impedir que se busque ayuda. “Las personas que luchan financieramente pueden sentir vergüenza, lo que dificulta la búsqueda de apoyo social y emocional. El aislamiento social puede aumentar el riesgo de depresión, ansiedad y otros que hace que se sientan disminuidos, incrementando la angustia y desesperación”.
Las personas que se encuentran en esta situación deben buscar apoyo familiar y social, debido a que el factor emocional relacionado con la ansiedad, causa cambios de humor, irritabilidad, ira, frustración o tensiones en las relaciones interpersonales. También puede afectar la autoestima y autoconfianza, pues estas personas se sienten menos valiosas.
Ante esta creciente crisis, los defensores de la salud pública están llamando a una acción urgente para abordar las raíces profundas de este problema con un enfoque integral que aborde las complejas intersecciones entre la salud y la economía.
“Es esencial reconocer que el desgaste es negativo, centrarse en el autocuidado y darse cuenta de los períodos de estrés financiero y/o económico. Esto puede incluir la práctica regular de ejercicios físicos, deportes, actividades de relajación como la meditación, asegurarse de dormir lo suficiente y alimentarse bien”, dice la profesional.
Tampoco está demás buscar asesoramiento contable o financiero que le señale estrategias de pago o de generación de ingresos. No conviene ignorar el problema económico y es necesario afrontarlo.
Acudir al psicólogo
Si el estrés económico está afectando significativamente la salud mental y el bienestar de una persona, puede ser útil acudir a un psicólogo que le ayude a manejar el estrés de manera efectiva.
“Un psicólogo puede enseñar técnicas y estrategias efectivas para manejar el estrés y la ansiedad relacionados con la situación financiera. Entre éstas se incluyen técnicas de relajación y reestructuración cognitiva para restablecer los patrones de pensamientos negativos y distorsionados sobre uno mismo y sobre la situación financiera”, puntualiza Medina.
En última instancia, reconocer y abordar el impacto de las dificultades económicas en la salud física y mental de las personas es fundamental para construir sociedades más saludables y equitativas en el futuro.