Por Jorge López
Bruno Rojas Da Silva, el atleta más veloz de la historia de Bolivia, es testimonio de perseverancia y dedicación que ha dejado una huella indeleble en el mundo del atletismo y que, hoy, está listo para ejercer su segunda pasión, aquella que corrió en silencio y alejado de las pistas: la medicina.
De niño, Bruno soñaba con ser futbolista, pero el destino lo llevó por otra senda, una marcada por la pista de tartán. Desde sus 16 años, ha representado al país en las principales competencias mundiales de atletismo.
Participó en el Campeonato Mundial Juvenil de Atletismo en Italia, en los Juegos Olímpicos Juveniles de Singapur (2010), en el Campeonato Sudamericano de Atletismo donde estableció el récord nacional absoluto en 100 metros planos, con una marca de 10 segundos y 36 centésimas.
“Sólo sabía que tenía que empezar a correr cuando sonara el disparo y cruzar la línea blanca al final de la recta, con los pies descalzos porque así me habían dicho que podía correr más rápido. Empecé a correr cuando sonó el disparo, no recuerdo mucho lo que sucedió, pero cuando crucé la meta vi en los rostros de mis compañeros, felicidad. Ese día entendí que ése era mi camino”, comentó Rojas, durante una charla inspiradora del TEDx UNIFRANZ que se realizó en Cochabamba.
Su vertiginoso ascenso en el atletismo siguió en los siguientes años, poniendo la vara muy alta para los futuros atletas nacionales con un récord nacional absoluto en los 200 metros planos. También participó en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, donde se convirtió en el primer boliviano en ganar la fase preliminar de la prueba de 100 metros planos.
En 2020, luego de representar al país en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, Rojas sorprendió al mundo del deporte al anunciar su retiro del atletismo, para enfocarse exclusivamente en sus estudios de Medicina, esta nueva carrera era tan importante como todas las que corrió llevando en alto y en su corazón el nombre de Bolivia.
Hace pocas semanas, su perseverancia lo llevó a graduarse como médico cirujano de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz. Ahora, con nuevos objetivos trazados, sigue persiguiendo sus sueños con la misma pasión que lo caracteriza.
La línea de meta la pinta uno mismo
Bruno Rojas no solo se destacó en las pistas, sino que también lo hizo durante su paso por la universidad. “Estudiar medicina no es nada fácil, hay que dedicarle muchas horas a la lectura y a las prácticas”, asegura el joven atleta.
En su trayectoria deportiva, Bruno entrenó en diferentes países y experimentó cómo los atletas de alta competencia son privilegiados por grandes universidades. En Unifranz, Rojas encontró un lugar que le brindó apoyo tanto en el ámbito deportivo como en su formación académica. La universidad le permitió seguir compitiendo mientras se preparaba para convertirse en profesional.
“Son muy pocas universidades en el país que te dan estos privilegios, universidades parecidas son las estadounidenses, donde el deportista llega a la ‘U’ y sale como atleta profesional y también como profesional. Unifranz siempre busca ir un pasito más allá y ser mejor cada día”, comenta Rojas, quien no puede disimular la satisfacción de haber concluido su carrera y muestra con orgullo su título universitario.
La carrera de Medicina es conocida por su exigencia en el tiempo. Los estudiantes deben enfrentarse a un ciclo de preparación en aulas y entornos reales que requieren concentración y compromiso. En Unifranz, la metodología basada en el “aprender haciendo” permite a los futuros profesionales acercarse a la práctica desde el inicio de su formación.
Bruno, ahora flamante profesional de la salud, alienta a los estudiantes a perseverar en su camino. “Aunque habrá momentos difíciles, recuerda que es posible alcanzar todos los objetivos que se propongan. Su historia es un ejemplo inspirador de cómo la dedicación y la pasión pueden llevarnos a cumplir nuestros sueños, tanto en el deporte como en la profesión”.
La metodología educativa del aprender haciendo implementada en la formación de los estudiantes de Unifranz se basa en permitir a los alumnos aplicar sus conocimientos teóricos de manera práctica. Desde el inicio de la carrera de Medicina, esta metodología les permite desarrollar y fortalecer habilidades, así como comprender profundamente la realidad sanitaria en sus comunidades.
Este enfoque coloca al estudiante en el centro de la experiencia educativa, fomentando la identificación de problemas, la propuesta de soluciones y la ejecución de planes que contribuyen a transformar la realidad.
En la ceremonia de graduación, Bruno Da Silva, en su papel de valedictor, expresó su gratitud hacia sus compañeros y docentes. Destacó la inspiración que encontró en la mejora constante de la universidad y su deseo personal de crecer cada día. Bruno, quien ya es el mejor atleta boliviano, ahora se encamina a convertirse en el mejor médico cirujano de su generación.
“Busquen siempre ser su mejor versión: sean honestos, disciplinados, perseverantes y resilientes, crean en ustedes mismos y en el éxito que llegará”, reflexiona el flamante médico cirujano.