Vocación, ética y humanismo: las claves para formar médicos con propósito
Los médicos son profesionales que, más allá del conocimiento técnico, deben ejercer su labor con vocación, ética y sentido humanista. En una época en la que la medicina se enfrenta a la presión institucional, la deshumanización del trato y la fragmentación del conocimiento, resulta indispensable recuperar la esencia del servicio médico: el compromiso con el bienestar del otro. Ser médico implica escuchar, acompañar y comprender al paciente en su totalidad; en palabras simples, poner la ciencia al servicio de la humanidad.
“El escoger la medicina es una decisión muy personal, es una decisión que afronta muchas responsabilidades, sobre todo teniendo la convicción y la voluntad de servir a los demás y estar predispuesto a la gente”, afirma el doctor Andrés Bellido, médico pediatra.
Bellido fue uno de los invitados principales de la IV Feria de Empleabilidad de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), celebrada el 24 de octubre en La Paz, donde brindó el taller “Más allá del título: el camino hacia una carrera médica con propósito”, en el cual compartió su experiencia y reflexionó sobre el sentido profundo de la profesión. Su exposición giró en torno a la necesidad de formar médicos comprometidos no solo con la técnica, sino también con la ética y el humanismo.
En su presentación, el especialista subrayó que la medicina debe ejercerse con responsabilidad y conciencia, recordando que los valores fundamentales del médico se construyen desde etapas tempranas.
“Es muy importante mantener la responsabilidad profesional y, sobre todo, los principios básicos de ética y profesionalismo”, señala Bellido. Según el pediatra, estos principios no se limitan a una asignatura universitaria, sino que deben acompañar al médico durante toda su carrera.
Para Bellido, la vocación médica nace del deseo genuino de servir y cuidar a los demás, un impulso que debe ser cultivado desde la familia y reforzado en la formación universitaria.
“Los valores de ética y principios se siembran desde la casa, es algo que se puede ir obteniendo desde muy pequeños, y con el pasar del tiempo la profesión y los estudios te otorgan nuevas responsabilidades afectivas”, explica. De esa manera, el futuro médico no solo adquiere habilidades técnicas, sino también una sensibilidad especial hacia el sufrimiento humano.
El pediatra considera que formar médicos con propósito requiere una educación integral, que combine la excelencia académica con la empatía y la reflexión ética. En este sentido, destaca la importancia de promover una educación humanista transversal a todo el currículo médico, capaz de desarrollar habilidades comunicativas, pensamiento crítico y sensibilidad cultural. Diversas investigaciones —como las de la Universidad de Chile— respaldan esta idea, demostrando que los estudiantes que cursan asignaturas humanistas comprenden mejor las realidades sociales y los dilemas éticos de su profesión.
“La medicina no solo debe enseñar a curar, sino también a comprender y acompañar”, afirma Bellido. Para él, la ética médica no puede reducirse a un código, sino que debe practicarse día a día en las decisiones clínicas, en el trato con los pacientes y en la relación con los colegas. Por eso, propone que las universidades fomenten espacios donde los estudiantes reflexionen sobre casos reales y aprendan a decidir con sensibilidad y respeto.
El compromiso social es otro de los pilares que Bellido considera esenciales en la formación médica. Los futuros profesionales, sostiene, deben entender las determinantes sociales de la salud y asumir un rol activo en la transformación de sus comunidades. Las experiencias de trabajo en contextos vulnerables, el aprendizaje interdisciplinario y los proyectos de impacto social son herramientas fundamentales para conectar la medicina con la justicia y el bienestar colectivo.
Además, formar médicos con propósito implica acompañar su desarrollo personal y emocional. Bellido enfatizó que las instituciones deben ofrecer espacios de tutoría, salud mental y orientación vocacional, donde los estudiantes puedan construir su identidad profesional con autonomía y resiliencia.
“Más allá de los títulos y del reconocimiento económico, se trata de tener una profesión con la que uno pueda sentirse feliz”, expresa, invitando a los jóvenes a redescubrir la razón por la que eligieron la medicina.
En definitiva, formar médicos con propósito significa educar con ética, sensibilidad y compromiso social, apostando por profesionales que no solo curen, sino que también comprendan y acompañen. Como concluye Bellido, “la medicina no es solo una carrera, es una forma de estar en el mundo”, una forma que demanda conciencia, empatía y un propósito genuino de servir a los demás.